Viendo, analizando y valorando los estudios demoscópicos publicados estas últimas fechas estamos, seguramente, ante un escenario que no define nada y lo define todo, quizá. Deja el panorama muy parecido a lo que sucedió en diciembre de 2015 y, con mucha probabilidad, abre la posibilidad a irnos a unas terceras elecciones. Tal vez sea sólo una probabilidad teórica y no un hecho consumado ya que la opinión ciudadana también pesa y por lo que veo hay ya un claro hartazgo de esta situación de indefinición política. Hasta el mismo Jefe del Estado pidió a los políticos que no aburrieran a la ciudadanía.
Claro está que no habrá un partido, con lo que conocemos, que pueda formar gobierno con claridad y comenzar a trabajar pensando en todos los retos de modernización y de reformas estructurales en las que hay que seguir avanzando inexorablemente.
Curiosamente y por lo que parece dependerá de lo que el PSOE diga y haga; y ahora sí. El desgastado PSOE tendrá el fiel de la balanza en su mano y está claro que la alianza estratégica con el partido más centrista del panorama político resultará ineficaz, una vez más, por la aritmética parlamentaria. La pregunta es qué hará y si lo tiene ya preparado porque esto no se puede improvisar la madrugada del 27 de junio en una suerte de think tank improvisado. O mejor preguntado, apoyará indirectamente, mediante la abstención, a un partido como el conservador que ha sido su rival directo hasta ahora en la alternancia canovista de gobierno o, por el contrario, apoyará a un emergente partido político que usurpa su espacio político de forma agresiva -y suave a un tiempo- y lo podría llevar probablemente a la desaparición y con total seguridad al desgaste más absoluto… (¿?). Claro está que una parte de su electorado, y también de algunos de sus dirigentes, apoyan una de las dos opciones; una parte apoya irse al barco extremista-suavizado del Podemos socialdemócrata y comunista buscando un cambio de rumbo que venga por la izquierda y la otra parte aboga por el planteamiento de abstenerse para que sigan gobernando nuestros colegas, los políticos profesionales de la derecha ya que al fin y al cabo en lo fundamental se coincide y se ha asumido el juego de la alternancia como algo natural. He ahí la cuestión del PSOE y de Pedro.
¿Qué hará el PSOE?; ¿Qué tendrá pensado y diseñado hacer. Habrá plan A, B o plan C?… ¿Coincidirá lo que quieran y deseen los militantes del PSOE con los intereses de sus dirigentes?…¿Veremos una separación de facto de la base y de las élites tal y como lo describía Mills en cuanto a lo que desea el militante, simpatizante y afiliado y lo que hacen los que tienen la valija y aspiran a tener nombramiento en el BOE en un gobierno?…¿Provocará esa separación la partición definitiva del partido; o el partido se partirá si opta por la opción de apoyar indirectamente al PP… Acaso se podría fracturar el partido si no hace nada al respecto y no se posiciona?… Son muchas las preguntas que todos nos hacemos pero lo que está muy claro es que el PSOE podría tener la clave del 26-J y pasarle a un mismo tiempo factura como un pinchazo de una amantis. Claro es que la nueva izquierda emergente, ondeando viejas banderas y viejos discursos, viene para quedarse y fagocitar a la ya vieja izquierda institucionalizada que en los años 70 y 80 ondeaba nuevas banderas y nuevos discursos y repudiaba al tiempo los viejos mensajes metálicos de la vieja izquierda que dejó atrás. Pedro haga lo que haga errará: to be, or not to be…
Rubén Rodríguez
Socio Fundador de www.electocracia.com y CEO de IPR