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Autor: admin

UN PIB MENOR Y UNA DEUDA MAYOR

Un grupo de profesores y economistas independientes hemos realizado un análisis detallado de la actual situación de la economía española. Lo que hemos encontrado difiere profundamente de la versión oficial del Gobierno. Estos son los hechos y las cifras.

Una situación insostenible

Los indicadores sectoriales de producción y consumo de la economía española han tenido, desde el año 2008, una evolución extraordinariamente negativa, solo ligeramente corregida en los dos últimos años. Sin embargo, estos datos no se han visto reflejados más que muy parcialmente en los indicadores agregados de valor añadido, es decir, los datos del PIB. Tan extraña situación, es decir, una desvinculación de los datos de producción y valor añadido en medio de una profundísima recesión, se ha “explicado” oficialmente por una destrucción selectiva de actividades de muy bajo valor añadido mientras que al mismo tiempo se incrementaba el valor añadido generado por los sectores que sobrevivían.

«Han existido problemas muy importantes en la elaboración de la Contabilidad Nacional que hacen que la cifra realmente informada por el INE difiera profundamente de la realidad»

Esta hipótesis no se ve respaldada por los datos conocidos, que son fundamentalmente las tablas input-output de la economía española y la macroencuesta que realiza el Banco de España a nivel empresarial (Central de Balances). En el primer caso, si acudimos a las últimas tablas input-output previas a la crisis (2007), vemos que las actividades relacionadas con la construcción, si bien están en cuanto al valor añadido generado por unidad producida ligeramente por debajo de la media de la economía, no presentan ni remotamente una desviación como para que su destrucción tenga una influencia significativa sobre la productividad de los factores.

En el segundo, la Central de Balances del Banco de España, observamos una caída del17,8% del valor añadido a precios corrientes entre 2008 y 2014 mientras que la de la producción fue solo del 15,2%. Esto lo que quiere decir es que durante ese período la productividad de los factores no solo no aumentó sino que disminuyó en 2,6 puntos porcentuales. Esto en nuestra opinión desmiente totalmente la hipótesis de que el valor añadido, que es lo que refleja el PIB, pudo disminuir desde el estallido de la crisis mucho menos que la producción. Antes bien, los datos del Banco de España indican justo lo contrario. Por lo tanto todo pone de manifiesto que han existido problemas muy importantes en la elaboración de la Contabilidad Nacional que hacen que la cifra realmente informada por el INE difiera profundamente de la realidad.

Una situación económica insostenible

Ello tiene repercusiones profundísimas sobre la sostenibilidad de la economía española, ya que si asumimos, en la más conservadora de las hipótesis, que el PIB real ha evolucionado en paralelo a los datos de producción de nuestra economía, el PIB real sería un 18,7% inferior al oficial, y el déficit y la deuda pública en relación al PIB entre un 20 y un 25% superiores a las cifras publicadas por nuestras autoridades.

«El problema es que el déficit está totalmente fuera de control»

Así las cosas, comprobamos diariamente la ausencia de voluntad política para reducir el déficit de España. El Gobierno después de incumplir todos los objetivos de déficit durante cuatro años, incluidas las ampliaciones acordadas por Bruselas a cambio de recortes que jamás hizo, ahora pide otra moratoria de tres años, pero el problema es que el déficit está totalmente fuera de control, los datos conocidos de 2016 son sencillamente catastróficos, en el primer cuatrimestre en vez de una reducción del 28% se han incrementado en un 18%, lo que lleva el déficit de este año al 6,4%, casi el doble del objetivo ampliado por Bruselas.

Adicionalmente resulta absolutamente clara la imposibilidad de que España devuelva su deuda. Solo el soporte ilimitado del BCE y el blindaje de la prima de riesgo que ha rebajado los tipos de interés pagados a niveles históricamente bajos permite mantener artificialmente esta situación insostenible, pero a costa de inflar cada vez nuestra gigantesca burbuja de deuda, que será la ruina de las generaciones futuras.

Si analizamos la evolución de la deuda de acuerdo con el Protocolo de Déficit Excesivo (PDE), esta ha pasado del 37,9% del PIB en 2007 al 99,2% a final de 2015. Pero la deuda PDE no es toda la deuda. El PDE se basa en una directiva Europea que aplica Bruselas a aquellos países que tienen un déficit público superior al 3% (caso de España), eliminando del cómputo las denominadas “inversiones comerciales” (por ejemplo la inversión en infraestructuras y la deuda de las empresas públicas). La deuda pública total está constituida por los pasivos en circulación menos las deudas entre AAPP, ambas publicadas trimestralmente por el Banco de España, y que en diciembre de 2105 alcanzó un valor de 1,3 billones de euros. Esta deuda total ha pasado del 41,7% del PIB en 2007 al 119,7% a final de 2015. Y aquí se produce la primera diferencia “inexplicable”, que el gap entre deuda total y deuda PDE se ha incrementado desde el 10% al 20,7% en el periodo 2007-2015.

«La inacción de la AIReF y de la Comisión ante manipulaciones tan obvias los convierte en colaboradores necesarios en el engaño a los españoles y a los mercados»

Resulta sorprendente que ante una discrepancia tan enorme como injustificada ni la Autoridad Fiscal Independiente (AIReF) que está precisamente para eso, ni la Comisión Europea hayan investigado tan sorprendente hecho. Y sin embargo la explicación más plausible es muy sencilla: en las diferentes AAPP con toda probabilidad numerosos conceptos “computables” han pasado a ser “no computables”, por lo que si asumimos que la relación entre deuda total y deuda PDE se ha mantenido invariable, lo que se debe aproximar mucho a la realidad, la deuda PDE a final 2015 debería ser del 107,7% y no del 99,2%. La inacción de la AIReF y de la Comisión ante manipulaciones tan obvias los convierte en colaboradores necesarios en el engaño a los españoles y a los mercados.

Pero la segunda diferencia es mucho mayor y en consecuencia mucho más grave. Desde principios de 2008 el Banco de España primero y el INE después según indican todos los datos disponibles informaron de datos excesivamente positivos primero y luego mucho menos negativos de la evolución de la economía española, empezando por el IV Trimestre de 2007, algo que ayudó a que el PSOE ganara las elecciones generales de 2008. A partir de ese momento las Cuentas Nacionales sobrevaloraron sistemáticamente el crecimiento, de forma que a día de hoy el PIB real es un 18,7% inferior al oficial. Es la conclusión principal de nuestro análisis.

Los hechos centrales del análisis 

En industria comparamos el IPI (índice de producción industrial) con el VAB industrial. Durante el período 1996-2008 observamos una excelente correlación, que se rompe en ese año y se vuelve a recuperar en 2010. Esa falta de correlación durante 2008 y 2009 ha provocado una brecha importante entre el valor esperable del PIB industrial por la correlación histórica. El nivel del IPI en 1996 era de 98, y al comenzar 2008 de 129, mientras que el PIB industrial en 1996 era de 74 y al comenzar 2008 de 105, es decir, que por una subida del 31% del IPI vimos una del 42% del PIB industrial, camino que debería haberse recorrido en sentido contrario durante la caída de 2008-2009. El PIB industrial esperable ahora mismo sería por lo tanto de 75, y no de 91 como se informa oficialmente. Eso supone un 17,6% de diferencia, que para un PIB industrial en 2015 de 167.000 millones de euros es algo más de 29.000 millones de sobrestimación.

La mayor diferencia la encontramos en los servicios de mercado. Comparamos el VAB de los servicios, en volumen, con el IASS (Índice de actividad del Sector Servicios) deflactado con el IPC, ambos con base 2010. Como vemos desde 2002 a 2008 la correlación es absolutamente perfecta, rompiéndose esta súbitamente en esta fecha. En ese momento el PIB de servicios era 95, mientras que el IASS era 125. Desde 2002 a 2008 la subida del IASS fue del 19%, mientras que la del PIB fue del 26,5%. Luego durante la bajada del IASS deberíamos haber esperado la misma relación con el PIB de servicios. Por ello el nivel esperable ahora, con un IASS un 22,5% menor debería ser un 31,4% menor. Si suponemos que el PIB atribuible a sanidad y educación (mayormente públicas) y a administraciones públicas se ha medido correctamente, ya que existe buena correlación entre el PIB informado y las partidas correspondientes de gasto público, esto afectaría al 75% del PIB de los servicios, que fueron en 2015 550.000 millones de euros. La sobrestimación del PIB de servicios sería por tanto en 2015 de 173.000 millones de euros (el 31,4% esperable por la caída del IASS). Como observación destacar que en 2014 y 2015 se ha vuelto a recuperar la correlación en las cifras oficiales de la CN entre IASS y PIB de servicios, algo que ocurrió en la industria, como hemos dicho, en 2010.

Si asumimos que las otras pequeñas partidas del PIB están correctamente medidas (agricultura e impuestos sobre importaciones, producción e IVA), algo perfectamente asumible ya que la agricultura no ha tenido grandes variaciones en el empleo en el período y los impuestos son conocidos, esto implicaría que el PIB real sería en estos momentos un 18.7% menor de lo informado. Eso sin tener en cuenta la mayor caída del valor añadido de la producción de la que informa el Banco de España en su encuesta de la Central de Balances, lo que presentaría una situación aún peor.

La presión fiscal, una de las mayores patrañas aducidas por la clase política para justificar las subidas de impuestos, es realmente del 47%

No tiene sentido para justificar las cifras oficiales el decir que no tenemos en cuenta en estos cálculos el sector exterior, ya que aplicamos la metodología de medida del PIB desde la perspectiva de la oferta, no de la demanda, ni tampoco que pueda deberse a un aumento de la economía sumergida, que por definición queda fuera del PIB.

¿Cuál es la riqueza real de España?

Por las razones explicadas la riqueza real de España o PIB pm, asciende a 879.000 millones de euros en lugar de 1,081 billones oficiales, y esto lo cambia todo. La deuda según el PDE a final 2015 no sería del 99,2% del PIB, sino del 122%, la deuda total no sería del 122,5% del PIB sino del 151%. El déficit 2015 no sería del 5,4% – poniendo la cifra correcta de la Seguridad Social – sino del 6,6%, y este año será aún mayor porque los ingresos fiscales homogéneos han caído un 2,8% hasta mayo mientras que los gastos –sobre todo por la reducción de los gastos por desempleo– han disminuido mucho menos que los ingresos.

La presión fiscal, una de las mayores patrañas aducidas por la clase política para justificar las subidas de impuestos, situada en el entorno del 38% según la versión oficial, es realmente del 47%, algo coherente con los altísimos tipos impositivos que se aplican y con las cifras de presión fiscal sobre las familias y sobre el trabajo que calcula la OCDE, que no cuadraban en absoluto con la cifra oficial. Con el nuevo PIB queda explicado también el tremendo aumento del paro sufrido, algo absurdo si creemos la contabilidad nacional oficial si se tiene en cuenta que desde 2007 los salarios reales han perdido el 25% de su poder adquisitivo[1]. Teniendo en cuenta que el PIB oficial ha bajado un 3,3% y el empleo ha bajado un 13,3%, los datos con el PIB corregido sí que resultan congruentes.

El INE, con datos incompletos, encaja a martillazos los parciales para que sumen la “estimación” del Banco de España

El Banco de España estima mensualmente el crecimiento en base a tendencias sin registros contables reales. Después el INE con datos incompletos encaja a martillazos los parciales para que sumen la “estimación” del Banco de España. Justo al revés de como se realiza una contabilidad de verdad, y a como se hace en el resto del mundo,aquí se empieza la casa por el tejado no por los cimientos. El INE ni da explicación ni corrige sus gravísimas incoherencias, por lo que resulta imperioso que la Comisión audite las Cuentas Nacionales, es demasiado lo que está en juego. Si no lo hacen serán colaboradores necesarios en un engaño masivo al pueblo español y a los mercados, y el BCE no podrá exigir legalmente la devolución de la deuda. Una democracia merecedora de tal nombre debe basarse siempre en la transparencia y en la verdad. Si no es así es que tenemos un problema aún más grave del que estamos poniendo de manifiesto aquí.

 

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Nanotargeting: Técnicas electorales que estamos a punto de introducir en España

 

 

Durante la década pasada, las campañas políticas, grupos de interés y una red de empresas privadas han desarrollado herramientas sofisticadas para segmentar de forma muy específica a los electores. Las campañas tienen ahora acceso a los historiales de votación, los valores de la vivienda, preferencias de ocio, propiedad del automóvil y hábitos de televisión e Internet. La explosión de los datos de los consumidores, principalmente derivados de la utilización de tarjetas de crédito y los ratios de Nielsen, se ha convertido en un arma muy poderosa en manos de los políticos.

 

Especialmente a nivel presidencial, pero también en el Senado y la Cámara, el microtargeting – término acuñado a la técnica de adquisición de este tipo de información detallada sobre individuos específicos, incluyendo no sólo sus preferencias políticas y su probabilidad de votar, sino también otros datos aparentemente menos políticos, como la ropa que compran, las películas que ven, las marcas que prefieren y el número de habitaciones de su casa-. La recopilación de esta información ha dado potencia de fuego a las campañas.

Los avances en la velocidad de los ordenadores y la constante mejora del software, ha creado en sólo una década, el desarrollo de una nueva industria política, el nanotargeting, microtargeting hasta el enésimo grado.

El análisis de datos da a los políticos y sus campañas diferentes maneras de identificar y comunicar con diferentes segmentos del electorado.

En la campaña de Bush de 2004, pionera en el uso del microtargeting, se dirigieron mensajes de anti-matrimonio gay a votantes Demócratas conservadores negros, con la esperanza de que, podrían ser presionados para votar a Bush o abstenerse de votar.

Los estrategas republicanos acreditan que estas tácticas han podido ayudar a mejorar los porcentajes de Bush ente los votantes negros en el estado de Ohio.

Los afroamericanos emitieron un 10% de los votos de Ohio en 2004, por lo que un cambio de 5 puntos porcentuales ascendió a sólo el 0,5 por ciento de todo el electorado de Ohio , un número relativamente pequeño, 28,139 votos de un total de 5.627.908. Bush, sin embargo , ganó Ohio con sólo 118.601 votos. Si Kerry hubiera mantenido la ventaja de Gore entre los negros, el margen de la victoria de Bush se habría reducido a 62.323 votos.

En una lucha cerrada, los cambios incrementales como estos entre los principales grupos – los hispanos , mujeres solteras de clase obrera blanca y empleados sindicalistas del sector privado – pueden ser decisivos.

En una escala más amplia , la aparición de nanotargeting representa la adición de un factor más en la vida política moderna, que intensifica la polarización. La industria, obtiene beneficios de la identificación de cómo difieren los participantes de la izquierda y la derecha.

Los hombres y las mujeres que se ganan la vida vendiendo la microtecnología a las campañas, se benefician de esta intensiva polarización, que impulsa una mayor segmentación del electorado que a su vez, se convierte más receptiva a la comunicación ideológica extrema .

Al mismo tiempo, la microtecnología, como los gráficos que se muestran a continuación, proporcionan una visión basada en los datos de la compleja mecánica interna de las campañas.

Quizás lo más interesante de los resultados que surjan de los avances en la microtecnología, son una ventana a las notables diferencias en los gustos e intereses de los liberales y los conservadores , demócratas y republicanos . Entre otras cosas , los demócratas y los republicanos difieren en el entretenimiento que prefieren , los restaurantes a los que van a , las bebidas que eligen y los sitios web que visitan.

Algunos de los estudios confirman los estereotipos .

El siguiente gráfico, sacado de de un número de Will Feltus de National Media – una firma republicana especializada en la investigación de medios, planificación y placement – describe las inclinaciones demócratas y republicanas de los consumidores.

En el gráfico de a continuación, los resultados apoyan la afirmación de que los lectores de The Times y el Washington Post -, así como los espectadores de la Central Comedy – se inclinan hacia la izquierda. Por otro lado se demuestra, que los liberales, usuarios de Fox News, tienden a la derecha, así como el Wall Street Journal y el Washington Times.

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Feltus , un especialista en la investigación de los medios de comunicación política y autor principal del «Campaign Manager», que se publicará a finales de este año, es una fuente de información sobre el tema del data mining.

En el gráfico de a continuación se representa la visualización de televisión por cable.El eje horizontal se extiende desde los espectadores muy democráticos a la izquierda hasta los republicanos muy a la derecha. El eje vertical mide el nivel de participación entre los espectadores, con una participación de los votantes baja en la parte inferior, y una alta participación en la parte superior.

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Como muestra el gráfico, los espectadores de telenovelas y VH1 sesgan fuertemente al eje democrático, pero a su vez la tasa de voto es baja.

Los espectadores de MSNBC y CNN también sesgan hacia el eje democrático, que a su vez las tasas de voto son mucho más altas.Por otro lado, Country Music Television atrae a un público mucho más republicano, pero sus espectadores no son votantes regulares; por el contrario los espectadores de las noticias Golf Channel y Fox, son republicanos y también votan mucho.

 

La televisión es un problema para los republicanos. Según Feltus, «El promedio de shows de TV entregará un 15-25% más de demócratas en comparación con los republicanos».

Los gastos en publicidad para los Republicanos son una pérdida de dinero, ya que habrá muchos más Demócratas viendo la televisión hoy. Sin embargo, hay shows específicos, que tienen una audiencia más Republicana que Democrática.

Las diez mejores series de republicanos son «The Office», «Reglas de compromiso», «The Mentalist», «New Yankee Workshop», «The Big Bang Theory», «Castle», «Desperate Housewives», «Dancing With stars»,» The Biggest Loser «y» anatomía de Grey «. los diez mejores espectáculos más demócratas que se inclina son» Washington la semana «,» Tavis Smiley «,» Late Show «,» The View «,» PBS News Hour «,» AHORA «en PBS,» House of Payne «,» ABC World News Now «,» 60 Minutos «y» Fin de información privilegiada.»

 

Estudios consistentes del comportamiento de los consumidores, indican que, cuanto más se inclinan al eje republicano, mayor será el índice de participación – como muestra el siguiente gráfico. Esto funciona en beneficio de ambas partes, dependiendo del objetivo de la campaña.

Si el objetivo de la publicidad es reforzar el compromiso entre los posibles votantes a salir a votar – una estrategia detrás de gran inversión en los medios de última hora – los republicanos están al borde. Si, por el contrario, el objetivo es movilizar a los simpatizantes pero no motivados – a menudo la estrategia es temprana y el gasto a mitad de campaña- los demócratas juegan con ventaja debido a los datos proporcionados por el Nanotargeting.

En el caso de los restaurantes, algunas cadenas están claramente posicionadas a la derecha o a la izquierda, pero la mayoría, incluyendo los más grandes como McDonalds, Burger King y Wendy, están en el centro político. Esas cadenas con clientes de alta participación, son mayoritariamente de tendencia republicana, incluyendo Cracker Barrel, Macaroni Grill, Outback Steakhouse, Arby y Chick-fil-A, mientras que Church´s Chicken y el Chuck E. Cheese son de baja participación democrática.

 

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10 de Junio – "Podemos intenta seducir al PSOE tras el sorpasso vaticinado por el CIS"

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DHondt es inocente. La circunscripción provincial, no. Y el voto útil, una semi-falacia.

Desde que se instauró la democracia en España hace 40 años, se repite, de forma machacona, en análisis y conversaciones sobre temas electorales, la siguiente falacia: en las elecciones generales -y también en otros tipos de comicios con este mismo sistema de asignación de escaños- la ley D’Hondt sobreprima a los grandes partidos y castiga a los pequeños, de suerte que, gracias a ella, los primeros consiguen mucho mayor porcentaje de escaños que de votos, mientras que a los segundos les ocurre lo contrario.

En realidad, el sistema D’Hondt de reparto de escaños es una regla muy justa para aplicar el principio de proporcionalidad entre votos recibidos y escaños logrados. Lo que realmente penaliza a los partidos pequeños respecto a los votos obtenidos, en las elecciones a diputados al Congreso, son las circunscripciones provinciales con no muchos diputados en liza. En las demarcaciones electorales provinciales no sirven para nada los sufragios que reciba cualquier partido que no logre superar un cierto umbral porcentual de votos -que suele ser un poco inferior a uno dividido por el número de escaños de la provincia, expresado en tanto por ciento-, listón que es mayor cuanto menor sea el número de diputados de cada provincia. Dicho coloquialmente, son votos que van a la basura. Además, en las elecciones generales en España hay establecido un límite mínimo del 3% de los votos por provincia para obtener diputados, pero en la práctica eso solo tiene importancia en las provincias de Madrid y Barcelona, en las que se lograría un escaño con un poco menos del 3% de los votos, ya que en todas las demás sería en todo caso virtualmente imposible obtener escaños con menos del 4% o 5% de los votos válidos.

Para ilustrar estas afirmaciones de manera rotunda, veamos lo sucedido en las elecciones generales de 2016. En ellas, el partido más votado en cada provincia solamente fue en 14 de ellas el que menos votos necesitó por cada diputado obtenido. En 20, fue el segundo partido en sufragios recibidos el que tuvo el menor coste de todos en votos por diputado, y no el primero. En 13, hubo dos partidos con menos sufragios que el ganador a los que costó menos votos que a éste cada diputado. En dos provincias, el primer partido en votos fue el cuarto partido al que menos votos costó cada diputado. Incluso hubo una provincia en la que a cinco partidos les costó menos votos que al ganador obtener un diputado. Es decir, que en 36 provincias no hubo ningún tipo de prima al ganador por serlo, sino que le costó más en votos cada escaño que a alguno o varios de los siguientes partidos por número de votos.

Si analizamos lo ocurrido con los segundos, terceros y cuartos partidos por provincia (e incluso quintos o sextos, en las provincias donde lograron escaños), ocurre algo similar. En 2016, el segundo partido fue el que menos votos necesitó por diputado en 12 provincias, fue el segundo en 16, el tercero en 15, el cuatro en 4, y el quinto en 3. Por su parte, al tercer partido le costó menos que a ningún otro sacar escaños en 13 provincias, fue el segundo con menor coste en votos por diputado en 15, el tercero en 5, el cuatro en 4, y el quinto en 1 (hubo doce provincias en las que solo lograron escaños dos partidos, casi todas de las menos pobladas, y por ello solo suma 38 el número de provincias en las que hubo al menos tres partidos que lograron diputados). Y de las 24 provincias donde al menos cuatro partidos lograron escaños, al cuarto partido le costó menos sacar diputados que a ningún otro en dos provincias, fue el segundo con menos votos por diputado en cuatro, y el tercero en diez. Esto se puede ver en la siguiente gráfica.

 

Algo muy similar ha sucedido en las recientes elecciones autonómicas de Andalucía de diciembre de 2018. En solo dos de las ocho provincias andaluzas, el partido más votado fue aquel al que más barato -en términos de votos- le ha salió cada escaño, esto es, el que fue más favorecido según la regla D’Hondt. En otras cuatro provincias, el ganador en votos fue el segundo al que menos votos le costó cada parlamentario obtenido. En una, fue el cuarto por menos votos por diputado, y en otra, el quinto. Un caso muy interesante es el de Vox, la fuerza emergente en esas elecciones. Fue la última (quinta) en sacar escaños en siete provincias, y la tercera únicamente en una, Almería, en la cual fue también el tercer partido al que más (y al que menos) le costó en votos cada parlamentario. En las otras siete, en las que quedó en quinto lugar por votos recibidos, Vox cosechó un primer puesto en la clasificación de menos votantes por escaño obtenido (Cádiz), dos terceros puestos (Jaén y Sevilla), dos cuarto puestos (Málaga y Huelva), y dos quintos puestos (Córdoba, Granada). De hecho, a escala global andaluza, a Vox, quinta fuerza política en las elecciones autonómicas de 2018, le costó menos votos que a Podemos (Adelante Andalucía), con más votos totales, cada diputado obtenido. Y al PP, segunda fuerza política en votos y escaños, le costó menos sufragios obtener cada diputado que al PSOE, el partido globalmente más votado.

La conclusión de este análisis de las elecciones generales de 2016 o de las andaluzas de 2018,  es que, una vez que se superan en una determinada provincia los umbrales mínimos que permitan lograr un escaño, el sistema D’Hondt no da ningún tipo de sobreprima a los partidos más votados en cada provincia con respecto a los demás que también logran en ella escaños. Entre aquellos partidos que logran diputados en una cierta provincia, parece esencialmente aleatorio cuál es el partido más favorecido en términos de menos votos por escaño en ella.

La prima a los partidos mayoritarios se debe a las provincias menos pobladas

¿Por qué consigue entonces el partido mayoritario a nivel nacional (o regional, en el caso de los partidos nacionalistas) un mayor porcentaje de escaños que de votos, y a menudo también el segundo? Sobre todo, porque muchos votos de los partidos pequeños se van al sumidero en las provincias en las que no logran ni un escaño. Dicho coloquialmente, acabaron en “la papelera”. Fueron voto inútil. En las elecciones de 2016, más de 1,9 millones de votos, un poco más del 8% de los sufragios válidos emitidos, fueron a parar a partidos en provincias en los que éstos no sacaron escaños. En concreto, solo hubo dos provincias en las que el PP no obtuvo diputados en 2016, y sus votos en ellas se desperdiciaron. El PSOE, por su parte, únicamente no logró diputados en una provincia, en Ceuta y en Melilla. En contraste, hubo muchas más provincias en las que se quedaron en blanco Ciudadanos (en 30) o Unidos Podemos (en 13), y los votos recibidos en ellas no sirvieron de nada. En el caso del PP, además, en 2016, y en otros comicios previos, gozó de una sobreprima por ganar en muchas de las provincias con muy pocos diputados, en las que cuesta menos votos cada escaño. En la siguiente gráfica se aprecia el número de votos que necesitó de media cada partido por cada diputado obtenido en 2016.

 

En la siguiente gráfica se puede ver cuántos votos necesitó cada partido en las elecciones andaluzas de 2018. El número que figura entre paréntesis tras el nombre de cada partido es el número de orden en que ese partido quedó en el cómputo global, por número de votos (PSOE el primero, PP el segundo…). En estas elecciones al parlamento andaluz, casi un 6% de los sufragios emitidos (5,9%), dirigidos a formaciones muy minoritarias -la más votada de las cuales, el partido animalista PACMA, logró casi un 2% de los votos totales-, no se tradujeron en representación parlamentaria. Y reparemos en que, con un 6% de los votos, se habría obtenido un diputado en cada una de las provincias más pobladas: Sevilla, Málaga y Cádiz.

 

Así pues, al César lo que es del César, a D’Hondt lo que es de D’Hondt, y a la provincia como circunscripción electoral lo que es de la provincia. Y si algo hay en el sistema electoral español que sobreprima a los grandes partidos, no es la ley D’Hondt, sino la distribución de escaños por provincias, además del hecho de que, al menos hasta ahora, el PP haya obtenido en general un resultado especialmente bueno en las provincias menos pobladas, aquellas en las que obtener diputados cuesta menos votos en total pero más porcentaje de sufragios.           

El espantajo del (falso) voto inútil y los umbrales de inutilidad por provincia en 2016

Los partidos mayoritarios de la izquierda y de la derecha en España, para disuadir al votante de optar por sus competidores menores en la misma zona del espectro político, suelen emplear el argumento de que dividir el voto de su campo ideológico es facilitar que ganen los del campo opuesto, “porque la ley electoral favorece a los partidos mayoritarios, y optar por otros menores en un mismo campo ideológico es ayudar al enemigo, es exponerse a que gane las elecciones”. Pues bien, como ha quedado demostrado antes, eso es una falacia allí donde los partidos menores logren escaños, al no haber sobreprima sistemática a los que más votos hayan recibido respecto de los otros que también que obtengan representación. Solo es cierto el argumento del “voto útil” en las provincias en las que los partidos menores no tienen opción a escaño, por no llegar al mínimo necesario para lograr uno. ¿Y cuál es ese umbral? Es variable, en función del número de diputados que se eligen en cada provincia, y de la distribución del voto en ella en cada contienda electoral. A modo de ejemplo, la tabla siguiente muestra cuál fue el umbral medio que separó al voto útil del inútil en las generales de 2016, por provincias con un mismo número de diputados. En Madrid y Barcelona, como ya se comentó, este umbral fue inferior al 3% de listón mínimo que establece la ley electoral.

 

Y una consideración final. En futuros comicios generales, en una España en la que ya no rige el cuasi bipartidismo que fue la norma desde 1977 hasta las elecciones generales de 2011, sino que hay cuatro partidos nacionales consolidados y con una fuerza electoral relativamente pareja, y uno más emergente (Vox), además de varios partidos nacionalistas muy votados en algunas CCAA, cabe esperar que se desperdicie un abultado número de sufragios, en especial en las provincias menos pobladas, aquellas en las que se eligen pocos diputados. En las elecciones generales de 2004, 2008 y 2011, con un PP y un PSOE que sumaban una amplísima mayoría de los votos nacionales entre los dos, menos de un 5% de los votos fueron a parar a esa papelera virtual en la que se depositan los votos que no se traducen en representación parlamentaria. En contraste, como se señaló anteriormente, en las elecciones generales de 2016, con un espectro político más fragmentado, más del 8% de los votos fueron inútiles. A mayores, por esta razón, las futuras mayorías parlamentarias nacionales podrían incluso recaer en aquel bloque político teórico (derecha e izquierda nacional) que sufra un menor desaprovechamiento de voto en provincias pequeñas, ya sea por casualidad, o bien por acuerdos pre-electorales “win-win” entre previsibles aliados post-electorales, que reduzcan al máximo el número de sufragios que no conduzcan a representación parlamentaria.

 

Autor:   Alejandro Macarrón Larumbe

Ingeniero y consultor de estrategia empresarial
                  Socio de Otto & Company Strategy Consultants

 

Anexo. Resultados de las elecciones generales de 2016 en algunas provincias, y orden de partidos por menor coste en votos por escaño
(solo partidos que lograron en ellas representación al Congreso)

 

 

Constitución, Ley D`hondt, Ley Electoral, Reparto electoral

Cataluña en la encrucijada

Cataluña en la encrucijada

La situación de Cataluña ha llegado a una situación sin retorno. A la crisis identitaria se le suma la brecha social, y la fractura sentimental de muchas familias

Madrid, a 3 de Octubre de 2018,

Desde 1933 en Cataluña no se había vivido un clima de crispación, violencia y desánimo como el de estos últimos días. Una situación irreversible y que ha llevado a un callejón sin salida a todos los catalanes. A la ruptura identitaria materializada el pasado 1 de Octubre de 2017, y revalidada este último 1O, se le suma ahora la aceleración de la ruputura sentimental entre las mismas familias de catalanes y españoles, hasta el punto de pasar del enfrentamiento y la discusión verbal a las manos.

Poco o nulo margen de maniobra queda en tal situación, con un país como es España actualmente, fragmentado en multiples partidos políticos a un lado y otro de la izquierda, el centro y la derecha. La inestabilidad política ha situado a todos los partidos en una parálisis por el análisis, aparcando los principales problemas como el catalán, y otros muchos como el de las pensiones, o las soluciones para la emancipación de la generación de jóvenes más preparados de su historia.

El sentimiento nacionalista, que se ha transformado en un odio contra todo símbolo de lo español está lejos de desaparecer, y como podemos observar en este interesante gráfico realizado por el equipo de Investigación de la Políticas de la Universidad de Santiago de Compostela, los datos Nacionalismos y emociones que reflejan los catalanes hacia los actuales líderes políticos es muestra fiel de esta situación de enfrentamiento y punto de no retorno. Dos orillas que lejos de acercarse cada día se alejan más.

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No hay una varita mágica para el problema catalán, pero tampoco ningún líder nacional a nivel español ni tampoco a nivel de Cataluña (en ninguno de los dos bandos) capaz de ilusionar a una amplia mayoría social que incline la balanza. Por este motivo,  la situación, lejos de resolverse se agravará, hasta que llegue quien pueda resolverlo por mayoría amplia, o llegado el caso, Dios no lo quiera, el más fuerte se imponga, como nos ha demostrado el final de muchos conflictos, si, también ya en este siglo XXI, aunque muchos quieran soñar con un mundo ideal sin conflictos el lo que denominamos el primer mundo.

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Equipo de Dirección técnica y de análisis de www.electocracia.com

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José Manuel San Millán

Fundador de www.electocracia.com y socio Director de www.targetpoint.es 

 

 

Cataluña, Desafío independentista, Torra

El peligroso efecto imán de Ayuso.

Las elecciones del próximo 4 de mayo en la Comunidad de Madrid, se han convertido en un maratón de fondo de todos los partidos políticos para gestionar el futuro de su propio partido, más que el futuro político de la propia región madrileña.
La presidenta Isabel Díaz Ayuso, convocó a principios de marzo a los más de 5,1 millones de electores de la Comunidad a unas elecciones ante el miedo a que le pudiesen convocar una moción de censura y descabalgarla de la presidencia autonómica. Ello conllevó que Ciudadanos diese un paso en falso y ahora se debate, entre deserciones y reproches internos, como un partido zombi que probablemente le cueste la existencia, de momento en la Asamblea regional.

Lo que está claro es que estas elecciones se dirimen en bloques, produciendo un frentismo político altamente polarizado;  unos contra el fascismo opresor que se ejerce en Madrid y otros contra el comunismo totalitario que puede llegar a Madrid.

El PP de Ayuso está ejerciendo un peligroso efecto imán aglutinando potencialmente un buen número de votantes de la más variada espectrografía política, es decir, desde el votante de centro derecha, considerado como la derecha liberal y progresista de Ciudadanos, hasta el perfil más conservador de derecha pura y votante de Vox. Esto lo ha provocado, sin duda, la irrupción de Pablo Iglesias cuando decide abordar Madrid y ser cabeza de lista por Unidas Podemos, después de ejercer su propio partido una oposición en la Asamblea de perfil moderado y a veces invisible en favor de Más Madrid,  que se reivindicó durante estos dos años de legislatura como una izquierda más contundente y por tanto más visible frente a las políticas del bipartito de Ayuso-Aguado. La figura de Iglesias y su discurso político duro y antiliberal provoca un efecto a la contra, en ese sentido.

Por tanto, podemos pensar que esta irrupción con un discurso agresivo sea una medida calculada perfectamente por Iglesias y su equipo para provocar precisamente que Ayuso aglutine, a su vez, un efecto refugio por el voto del miedo para muchos votantes de Cs y de Vox, al tiempo que se asegura visibilidad política en un territorio tan importante a su propia formación. La izquierda tiene claro que si ni Vox ni Cs son capaces de llegar a ese 5% de corte que otorga obtener representación, las posibilidades de que Ayuso llegue al gobierno se acortan sustancialmente porque los diputados que no consigan ni Cs ni Vox, en caso de no conseguir representación, se repartirían entre el resto de partidos y el esfuerzo de mayoría simple sería inservible a Ayuso para lograr los 69 diputados, que otorgan la mayoría absoluta.

Ayuso en su estrategia debe conseguir tres cosas: la primera, es incrementar su techo de voto, que en las últimas elecciones autonómicas de 2019 en Madrid se situó en un 22%, esto es, nueva cohorte demográfica de votantes, votantes socialistas que no se identifiquen con las políticas actuales del gobierno y usen el voto a Ayuso como voto de castigo a Sánchez, votantes procedentes de la abstención que vean en la izquierda el advenimiento de un peligro real y votantes de perfil liberal procedentes de Ciudadanos. La segunda, es evitar que el votante de Cs migre hacia el PSOE de Gabilondo en primera instancia, tal y como pasó en Cataluña o que vaya directamente a la abstención como acción de castigo a la política, partiendo de la posibilidad real que existe de que Cs no obtenga representación en estos comicios autonómicos extraordinarios. Y la tercera, y muy importante, es evitar que Vox se desactive por el propio impulso de Ayuso como foco de atracción del votante más conservador porque desactivado Vox, sus diputados se repartirían entre todos los partidos y al PP le llegaría algún diputado pero no todos. Vox obtuvo un 8.86% de voto en la elección autonómica de 2019 y posteriormente un 16.03% en la Comunidad pero en las elecciones generales de noviembre de 2019. Parece poco probable a estas alturas que Vox pueda quedar fuera de la Asamblea, pero un efecto muy potente de atracción de voto de Ayuso durante la  campaña electoral podría ser negativo para la derecha. Efecto, por otro lado, que probablemente se vaya acrecentando a medida que se desarrolla la propia campaña y que la izquierda sabe perfectamente que es un efecto adverso para las posibilidades de la propia Ayuso. Por tanto, cuanto más miedo o preocupación se traslade al votante del espectro de la derecha, mayor será, probablemente, su concentración como voto útil en el entorno del PP de Ayuso. Pudiera suceder, no obstante, que si Vox cae mucho y se percibe peligro real de no pasar el corte del 5%, una parte de los que optaron por la formación de Monasterio y Abascal hace 2 años, “vuelvan” de regreso para asegurar la presencia del partido en la Asamblea, aunque se queden sin darse el gusto de votar a Ayuso, a la que han convertido entre todos en el azote del gobierno central de coalición.

Rubén Rodríguez Martínez

Fundador y Presidente de www.electocracia.com 

ruben@electocracia.com

www.electocracia.com 

Ayuso, Ciudadanos, Elecciones, Madrid, PP, Vox

MAKE AMERICAN GREAT AGAIN vs OUR BEST DAYS STILL AHEAD

A menos de 6 semanas para las elecciones norteamericanas, marcadas en el calendario el martes 3 de noviembre, los equipos electorales de Joe Biden y Donald Trump fuerzan la maquinaria electoral para hacer llegar los programas electorales cargados de promesas en un caso, y de éxitos y consecuciones en otro, para convencer a un votante que está viviendo una campaña extraña o enrarecida a las puertas de unas elecciones:
violentos disturbios raciales en determinados Estados, catástrofes naturales en la costa oeste del país, una epidemia nacional, la del Covid, que ha cobrado la vida de más de 200.000 norteamericanos. Y, por si era poco, se ha colado la lucha por el control de la Corte Suprema con la vacante por el fallecimiento de la juez Ginsburg y su previsible sustitución por la juez Amy Coney Barrett, a propuesta del Presidente Trump, lo que le permitiría al Partido Republicano controlar el Alto Tribunal durante la nueva legislatura al margen del resultado en las elecciones, y que está marcando claramente la campaña electoral.

Trump y su jefe de campaña, Bill Stepien, han diseñado una campaña sobre tres aspectos estratégicos o pivotes electorales: por un lado está centrado en exponer sus logros este mandato; Trump no se centra en un programa de propuestas referido a lo que hará si gana o en un programa de gobierno pro futuro, sino se centra en lo que se ha hecho, en lo que él ha conseguido y  en especial en los logros económicos obtenidos estos últimos cuatro años para la sociedad norteamericana y en particular para la clase media y para las empresas del país. El segundo aspecto estratégico de la campaña de Trump consiste en recabar apoyos tácticos y visibles en todos los espectros y sectores de la sociedad civil para contrarrestar las acusaciones del perjuicio que han causado sus políticas a determinados grupos sociales y étnicos de la sociedad estadounidense y limar la visión autoritaria que de él parte de la sociedad norteamericana –y mundial- tiene. Y el tercer eje estratégico consiste en hacer ver a quién me enfrento –en todas sus dimensiones- y contra quién debe América luchar para no caer en el izquierdismo radical y en el caos como ha hecho parte de la Europa democrática. Ciertamente, estos tres ejes estratégicos de Trump están cuidadosamente medidos por el equipo de Stepien, aunque Trump siga dando la imagen de ser un político no al uso, o un outsider como se le ha acusado por parte del establishment republicano al que cada día está más enfrentado y ya casi se habla de una suerte de corriente política dentro (o al margen) del republicanismo, el Trumpismo, que ha hecho que políticos tan influyentes en el partido Republicano como Mitt Romney se hayan distanciado e incluso hayan criticado abiertamente la forma de hacer política del presidente Trump. O cómo el candidato republicano fallecido, John McCain, prohibió a Trump asistir a sus funerales en Washington. Por poner dos ejemplos visibles de dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos y referencias del republicanismo tradicional abiertamente críticos con el presidente Donald Trump.

El primero de los elementos estratégicos de Trump: ¨lo que he conseguido en mi mandato¨. Trump pone en valor los logros obtenidos en el periodo  2016-2020, centrándose en el aspecto económico como la estrella o la punta de lanza de su campaña electoral. De ahí destaca la importante bajada de impuestos que según su propaganda alcanzó a un 82% de las familias norteamericanas, calificándolo como de una auténtica revolución fiscal. La reducción de impuestos para las pequeñas empresas cifrados en más de 415 mil millones de dólares en desgravaciones fiscales directas. La consecución del pleno empleo, con unas tasas de desempleo de un 3.6% en diciembre de 2019, aumentado en la actualidad a cifras de un 8.4% como efecto de la pandemia. Igualmente está haciendo en su campaña alarde del proteccionismo de los productos nacionales, como el acero y el aluminio, al que impuso un arancel del 25% al acero importado y un 10% al aluminio como aspectos estratégicos para proteger la productividad y el empleo en USA. Este aspecto se ve incluso más cercano en nuestro país con el asunto de la aceituna y el aceite de oliva con aranceles del 25%; o como Estados Unidos se ha descolgado en 2017 de la Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica por ser lesivo con el mercado laboral interior norteamericano. Otro logro que pone en valor, éste en el ámbito exterior, son las políticas correctivas llevadas en Oriente Medio, Corea del Norte y Venezuela donde la administración Trump dio giros radicales respecto al gobierno de Obama y donde además ha sancionado la tenencia de armas nucleares, como las sanciones interpuestas a Corea del Norte o a Irán; respecto a Venezuela el asesor de Seguridad Nacional, Robert O´Brien, habla abiertamente de máxima presión y que esto se pueda visualizar en la propia campaña electoral como un gesto a la comunidad centroamericana. En el ámbito regulatorio ha hecho importantes reformas derogatorias, basadas en una política de desregulación y donde el propio Trump anunciaba al inicio de su mandato que por cada regulación que se hiciese efectiva, serían derogadas dos normas regulatorias, calificadas muchas de ellas como de verdaderas barreras a los mercados. Se estima que este mandato del presidente Trump se han retirado más de 800 normas regulatorias. Junto con la desregulación prometió reducciones burocráticas y administrativas en los sectores agrícola, medioambiental y energético, siendo importantes logros los que su gobierno consiguió en estos ámbitos. Por tanto Trump se presenta a esta reelección como un gobernante que ha conseguido dinamizar el mercado de trabajo consiguiendo pleno empleo, bajar los impuestos significativamente y defender el mercado interior productivo y eso es artillería pesada para su campaña electoral.

El segundo pivote estratégico, y muy importante por los tiempos de tensiones raciales y étnicas que se viven en el país, consiste en  dar visibilidad en su campaña a colectivos que han utilizado en su contra el Partido Demócrata y determinada prensa denominada ¨ hostil¨ por Trump: ¨quién me apoya y quién está conmigo¨. Un buen ejemplo de ello es la campaña a su favor en las redes de diversos colectivos de la sociedad civil americana. Colectivos de todo tipo e índole y de carácter transversal están apoyando al candidato republicano. Desde el colectivo denominado ¨Mujeres Americanas¨, donde tiene una Junta Asesora de mujeres republicanas cuya figura más visible es la ex Fiscal General de Florida Pam Bondi y otras figuras influyentes y representativas como la ex gobernadora de Arizona Jan Berwer, entre otras, hasta colectivos de carácter étnico como es el sector latino, representado por la empresaria de origen cubano y actual vicegobernadora del Estado de Florida Jeannete Nuñez. Al tiempo que está siendo apoyado por el colectivo afroamericano (Black Voices for Trump) donde ha reclutado a personas influyentes tal como la bloguera Stacy Washington o al pastor Darrell C. Scott, fundador del New Spirit Revival Center de Ohio y con una influencia sobre el colectivo afroamericano muy considerable. Trump también ha recibido apoyos abiertos de la policía norteamericana a través del Comité ¨Cops for Trump¨ y donde afirma abiertamente que el izquierdismo (o el partido Demócrata actual) está de parte de la delincuencia violenta y organizada en las ciudades donde ha habido disturbios raciales. En definitiva, Trump está buscando el apoyo de multitud de colectivos como estos, y otros muy representativos como son los religiosos (Catholics for Trump, Evangelicals for Trump, Latter Sants-Day Saints for Trump); colectivos étnicos (Irish for Trump, Italian for Trump, Greek for Trump, Jewihs voice for Trump; Polish for Trump, Muslin Voices for Trump), colectivos profesionales (Lawyears for Trump, Medicals for Trump)… Es decir, Trump busca el apoyo de todos los colectivos y grupos representativos de la sociedad norteamericana y atraer con ello la sociología de base de ese voto con el propósito de demostrar que la América realista de la calle, la que trabaja y que busca prosperar, está con él y su proyecto de país.

Y, el tercer elemento de su campaña es¨ a quién me enfrento o quién está en frente de mí¨ (de Trump). Este es el elemento donde más importancia tiene el aspecto emotivo y donde el candidato republicano y su equipo tratarán de ¨poner contra las cuerdas¨ durante la campaña a Joe Biden, a su equipo, sus financiadores y lo que Biden representa y podría hacer si llega a ganar y a gobernar los Estados Unidos. Trump ha dicho en varios mítines que Biden es una persona con dificultades físicas y mentales (¨Biden está vivo y no lo sabe¨). Ciertamente Biden ha dado muestras de no estar en su mejor plenitud con visibles errores públicos y eso Trump lo está utilizando, porque eso en Estados Unidos en campaña electoral vale y además cuenta. Trump está trasladando a la sociedad americana que los disturbios raciales han estado provocados por grupos desestabilizadores de extrema izquierda que ahora están en las filas del Partido Demócrata y, además el Partido Demócrata está siendo financiado por desestabilizadores mundiales como Soros (ciertamente Soros ha financiado la campaña de Biden donando 50 millones de dólares para la campaña en el Estado de Pensilvania y en el de Florida –estado clave-) o por monopolistas de la información económica como Michael Bloomberg – ex alcalde de Nueva York y rival de Biden en Primarias- que donó 100 millones de dólares para la campaña en el Estado de Florida, recordemos la importancia capital de ganar en este Estado por el número de representantes que otorga y por el valor significativo que tiene, pues desde 1996 no ha habido ningún candidato que haya perdido en el Estado de Florida que haya conseguido ser presidente de los Estados Unidos. Además Trump, está utilizando la propuesta de ampliación de derechos que propugna Biden para mandar un mensaje claro: Esto es inasumible actualmente por su altísimo coste económico para la nación americana y sus políticas conllevarán necesariamente la subida masiva de impuestos, suponiendo una regresión fiscal respecto a los últimos años. Las subidas de impuestos lastrarán el crecimiento.

Además de atacar la aparente atrofia física de Joe Biden, su estrategia sobre contra quién rivalizo, consiste en afirmar que el partido Demócrata ha sido secuestrado por las élites millonarias de la Costa Oeste y por el radicalismo de izquierdas antisistema, en especial por la corriente más izquierdista que es la que representa el senador por Vermont Bernie Sanders y rival de Biden en las Primarias Demócratas. Trump está lanzando un mensaje electoral contra el Partido Demócrata de estar próximo a la dictadura bolivariana de Maduro y de colectivos abiertamente cercanos a la izquierda radical europea. Donald Trump se presenta, y así lo quiere trasladar como ya  hizo en 2016, como un hombre de acción y un gestor de empresa que dirige los Estados Unidos como si de una gran corporación se tratase siendo él el ejecutivo más importante. Cierto es que ahora en los mítines habla ya de la experiencia adquirida como gobernante y líder mundial. Pero a diferencia de Biden, que ha descargado parte de su campaña en su número dos, Trump se presenta como un presidente que toma directamente decisiones y las ejecuta eficazmente, además de aplicar contundentemente la ¨law and order¨.  Igualmente, Trump acusa a Biden de haber hecho un programa de gobierno irreal basado en teorías izquierdistas, imposible de cumplir y que será muy costoso para la ciudadanía norteamericana que conllevará importantes subidas de impuestos, y en este sentido Trump tiene mucho terreno ganado porque el programa de Biden es muy ambicioso para una legislatura, complejo y parece muy costoso de realizar, al menos en el corto plazo.

La campaña de Joe Biden está en otra línea bien diferenciada a la de Donald Trump. En primer lugar Biden está alineado con el establishment del Partido Demócrata y aunque las primarias fueron bastante duras, se podría decir que Biden ahora es un político demócrata de consenso. Ha sabido reestructurar tendencias diversas dentro de su partido, recabando apoyos de sus propios rivales de primarias y tiene el apoyo, a su vez, del todopoderoso expresidente demócrata Barak Obama que lo está ayudando y apoyando en las redes sociales, ya que uno de los puntos débiles de Joe Biden es la gestión de su imagen y discurso en las redes sociales en comparación con Trump, que parece dominar las redes sociales y en especial Twitter como una prolongación de sí mismo.

Biden y su equipo electoral, dirigido por Jennifer (Jen) O´Malley Dillon, se han encontrado con la grave crisis sanitaria que, a priori, le ha podido beneficiar en las encuestas al igual que le beneficiaron inicialmente los disturbios raciales producidos en los estados Minnesota, Florida, Los Ángeles o Nueva York y potenciaron su imagen como hombre de estado moderado y de consenso que busca soluciones a los conflictos mediante la ampliación y reconocimiento de derechos civiles. Si bien Trump lo utilizó como arma arrojadiza contra Biden, como ya he dicho, de ser el amparador y en cierto modo instigador de los desórdenes, que por otro lado no son nuevos ya que durante los mandatos de Obama también hubo hechos similares y en otras épocas anteriores conocidas por todos. Aunque ciertamente ahora se está dando la impresión de que el presidente Trump ha podido ¨echar más gasolina al fuego¨ con sus declaraciones a favor de la policía y en contra de determinados grupos sociales al acusarles directamente de ser los provocadores de la llamada violencia policial.

Si Trump está llevando una campaña a cuestas dando imagen personalista, Biden ha descargado parte de su campaña en su segundo de a bordo que es, su otrora contrincante en primarias y ahora escudero en campaña, Kamala Harris (y también en Obama y en los Clinton, como ya se he dicho). La imagen de Harris es impecable en muchos sentidos: mujer, de origen extranjero, persona de gran formación y fue, como Fiscal General del Estado de California, muy dura con la delincuencia violenta, estando muy bien considerada por la propia policía californiana. Biden precisamente motiva su fichaje como una corrección de trayectoria discursiva, es decir, la figura de Harris cumple ambas funciones: gesto hacia las minorías étnicas por su origen familiar y gesto hacia el norteamericano medio que persigue la ley y el orden. Y ahí es donde Biden comienza a separarse dialécticamente del discurso más anti Trump respecto a los disturbios e inicia una remodelación apoyando el orden social, sin renunciar a la ampliación de derechos civiles.

El programa de campaña de Biden está basado en lo que hará si el Partido Demócrata consigue la victoria, es decir, en promesas concretas. Si el de Trump está fundamentado en poner en valor lo que hizo y en los éxitos obtenidos por la Administración republicana y en seguir profundizando en esos logros. El programa que lleva a campaña Joe Biden, al que se le puede calificar de extremadamente ambicioso y amplio, podemos dividirlo en varios grandes apartados; por un lado, el primer bloque sería todo lo relacionado con el ámbito social y la ampliación de derechos civiles, incluyendo los asuntos medioambientales y de cambio climático, así como un amplio programa dirigido a las minorías étnicas y raciales, que lo vincula con la consolidación de derechos civiles. El segundo bloque es lo relacionado con el ámbito de la reestructuración económica de Norteamérica. Biden y su equipo han hecho curiosamente un programa económico basado en el proteccionismo con muchas similitudes al programa económico que Trump llevó a las elecciones de 2016. Y el tercer gran pivote de Biden es la política exterior de Estados Unidos y la reformulación del nuevo papel que debe jugar en el orden mundial donde se reforzará la presencia norteamericana en el mundo, es decir, el liderazgo mundial que los Estados Unidos ha perdido como consecuencias de las políticas exteriores que la Administración Trump llevó a cabo desde 2016 y la renuncia voluntaria a un papel protagonista en el mundo actual, a juicio de los demócratas.

Respecto al primer eje estratégico del programa de Biden, el de la ampliación los derechos civiles, está basado en dos fórmulas; por un lado recoge parte del ideario de los partidos de centro izquierda europeos y a su vez basa su programa en recuperar parte del programa de Barak Obama en diversos campos: prolongar la educación más allá de la escuela secundaria que finaliza a los 12 años y adecuar nuevas infraestructuras educativas, aumentando el gasto en educación de forma integral, es decir, tanto en infraestructuras como en capital humano donde las comunidades afroamericanas puedan tener profesores afroamericanos para evitar el abandono escolar y procurar una mejor integración. Una campaña dirigida a la tercera edad, reforzando a los jubilados con menor poder adquisitivo. Un programa de energías renovables y energías limpias que beneficiará a las comunidades más empobrecidas, siguiendo el criterio del informe ¨the Climate Gap¨ de Rachel Morello-Froch, donde pretende crear un departamento de Justicia Ambiental y climática dentro del Departamento de Justicia de Estados Unidos. Igualmente, Biden ha establecido programas específicos para comunidades étnicas como son los latinos, los asiáticos, los indígenas (a los que considera País Indígena) y una agenda de legislatura exclusiva para la comunidad negra o afroamericana. Asimismo, también tiene un programa específico de reconstrucción económica por la crisis sanitaria originado por la Covid-19 y ha anunciado una Estrategia Nacional de reconstrucción de la pandemia, al tiempo que promete ampliar y extender el plan sanitario conocido como Obamacare y la protección del cuidado de la salud a bajo coste, que consiste en la extensión universal de un seguro de salud para todos los estadounidenses y proporcionar una alternativa de salud, el llamado Medicare, que consistirá en que si la aseguradora privada no se adapta a las necesidades del ciudadano, éste podrá disponer de otras alternativas similares desde un sistema público. Un programa específico sobre la mujer, la igualdad de derechos reales sociales y la violencia de género. Igualmente, pretende asegurar vivienda digna como un derecho universal de todo norteamericano y que pueda llegar a las etnias y grupos sociales más desfavorecidas de Norteamérica, interviniendo el mercado de la vivienda. Biden pretende también ampliar el seguro de desempleo mediante la reforma de los programas de compensación, que consiste crear retribuciones en otros conceptos, tales como seguros de salud, a trabajadores con reducción de jornada en aquellas empresas con dificultades.

En el plano económico Joe Biden aborda un programa profundamente proteccionista que se puede advertir en el lema de la parte económica ¨Build back better¨, en contraposición con lo que en Europa se pueda creer. Joe Biden, ha confeccionado un discurso económico basado en fomentar la producción industrial en los Estados Unidos, como mensaje claro y directo a los Estados industriales. Biden propone que se deberá asegurar que no sólo la producción, sino que la cadena de suministro se efectúe íntegramente en Estados Unidos, generando valor en el propio país, reduciendo la dependencia productiva de China, bautizando este procedimiento como Buy America, y promete una inversión en I+D+I de 300.000 millones de dólares en los próximos cuatro años a objeto de modernizar las estructuras productivas del país en una suerte de pacto federal de los 50 Estados. Curiosamente este aspecto marcadamente proteccionista, en febrero de 2017 la Administración Trump, ordenó que el trabajo de ciertas actividades se desarrollase con acero producido íntegramente en Norteamérica, aspecto plenamente coincidente con el programa demócrata. Biden pretende reforzar sectores considerados como estratégicos como son el manufacturero y el sector tecnológico y convertir a la propia administración pública en una locomotora de adquisición y compra gubernamental, elevando las compras en cuatro años por valor de 400.0000 millones de dólares, que en palabras de Jake Sulivana, asesor del Partido Demócrata, sería la mayor movilización de inversiones públicas en adquisiciones desde la II Guerra Mundial, permitiendo recuperar el empleo perdido por el efecto Covid. Acusa a la Administración Trump de haber deslocalizado empresas fruto de la agresiva política económica y fiscal. Igualmente Biden tiene un programa muy definido para fomentar el asociacionismo sindical, o sindicalismo en las empresas, y potenciar la negociación colectiva en los cincuenta Estados, cuestión compleja en Estados Unidos. Desde el punto de vista fiscal, Biden propone un reajuste de impuestos, recayendo la carga contributiva en las grandes corporaciones y en las rentas más altas y propone en su programa económico que las rentas por debajo de 400.000 dólares no se les grave y que sea a partir de ahí donde se focalice la recaudación y gravamen fiscal. Acusa a Trump de haber beneficiados en estos cuatro años de mandato a las rentas más altas y a las grandes corporaciones empresariales del país en detrimento de la clase media, las familias y las pequeñas empresas.

Y en el plano de política internacional, Biden propone dar a Estados Unidos un nuevo liderazgo mundial, cuestión que a juicio de los demócratas ha sido abandonada por Trump en los últimos cuatro años al romper con las líneas marcadas anteriormente respecto a la política internacional norteamericana. Implementar la lucha contra el terrorismo internacional, perseguir el blanqueo de capitales generado a través de empresas fantasma y revertir políticas de asilo impuestas por Trump. Joe Biden propone, además, la celebración de una Cumbre Global de la Democracia. Establece, igualmente, en su programa un plan concreto de alianza con Centroamérica y sus gobiernos para asegurar las democracias y evitar la despoblación de esas zonas geográficas, con planes presupuestarios concretos cifrados en 4.000 millones de dólares para el desarrollo de los países centroamericanos que serán invertidos por la administración Biden en los próximos cuatro años.

Como se puede observar, ambos programas, ambos candidatos y las estrategias electorales de cada partido para llegar al ciudadano estadounidense son bien diferenciadas. Los dos candidatos ya saben por experiencia propia que donde se ganan las elecciones finalmente es en un conjunto concreto de Estados. Esos estados denominados como pendulares (swing states) donde el voto puede variar de unas elecciones a otras y donde el peso de las políticas económicas e industriales puede decantar que varíe el voto de un partido a otro. Ya hemos hablado del Estado de Florida con la importancia del voto latino y el número de representantes que este Estado otorga, nada menos que 29. Otro Estado estratégico por el número de representantes es Texas, feudo de los republicanos y que ahora todas las encuestas le dan tan sólo una ligera ventaja a Trump y que con el tiempo podría variar, este Estado otorga 38 representantes. Y luego, habrá otra lucha electoral muy intensa, y probablemente la más interesante para los analistas, en los Estados del Medio Oeste como Michigan, centro productor nacional del automóvil. En el Estado de Illinois, principal productor de energía y consumidor de recursos naturales para la producción de energía del país. El Estado de Pensilvania principal productor de acero del país. El Estado de Minnesota donde se concentra la minería de los Estados Unidos o el Estado de Ohio, primer productor de soja y trigo y Estado con gran peso industrial en el PIB del país. Serán, por tanto, en estos Estados de los Grandes Lagos donde se vivirá una intensa lucha electoral porque ahí se juegan los candidatos las elecciones y es ahí donde ahora se puede entender la importancia que ambos partidos dan a poner en valor las políticas económicas e industriales proteccionistas. El conjunto de representantes de estos Estados suponen casi 100 representantes y eso decanta claramente el resultado de las elecciones. Por tanto, saben que llegando a los votantes de estos Estados del Medio Oeste tienen parte del camino hacia la Casa Blanca hecho. Así, el factor económico va a tener un papel estratégico y decisivo en esta campaña electoral de 2020, probablemente más que la propia gestión de la pandemia que vive América. Y será pues, en estos Estados, donde la lucha electoral sea más intensa entre ambos candidatos debido a que el sistema electoral norteamericano no gobierna quien más votos saca, sino quien más representantes estatales obtiene y para ello deben dirigir hacia esos Estados sus mensajes, propuestas, programas, logros y proyectos electorales para los próximos cuatro años.

 

Rubén Rodríguez Martínez

Socio Fundador de www.electocracia.com

28/09/2020.

American election 2020, Biden, Elecciones USA, Trump

NI SUMAN NI RESTAN

Ni suman ni restan. No es una simple cuestión de aritmética, ley electoral o anhelo de algunos. Los votantes no pertenecen a una marca ni a un líder, los hiper liderazgos no son los que ganan elecciones en España porque aquí no hay un solo candidato con esos atributos.
Ni suman ni restan porque tampoco lo hacen las referencias de sus partidos ni su fortaleza de marca, el sistema de partidos ha cambiado y lo que mueve todo son las corrientes de opinión ciudadanas y sus plataformas.
Algunos aún creen que siguen siendo los medios, las grandes empresas o lobbies. España ya no funciona así.

Tampoco va pasar como en Francia cuando ganó Macron, por miedo a un Lepen (que para muchos franceses si representaba la extrema derecha), ni tampoco va pasar como en EEUU cuando ganó Trump y aún el poder económico y los medios pensaban que ganaría Hillary.

Esta obsesión de proteger al líder que tienen los partidos, creándose una burbuja infranqueable rodeada de sus más fieles y leales defensores choca con el exitoso modelo de nuestro actual Presidente Pedro Sánchez, cuyos asesores son capaces de entender los sentimientos y emociones de sus votantes y lo más importante, los de sus adversarios,  así que manejan a sus rivales como títeres, marcando la agenda mediática y convirtiendo errores propios de su gestión en la crisis actual del Covid-19 en los de la oposición en una Comunidad Autónoma que a todos nos sonará estos días con las fases de la desescalada.

 

Los espacios en España están muy bien diferenciados y definidos. En el lado izquierdo el PSOE goza hoy del voto útil por la ausencia de una opción moderada de centro izquierda constitucionalista, con conciencia social hacia las clases desfavorecidas, tan numerosas, y  alejada de los postulados errejonistas y de Podemos.  Esta opción política no está hoy entre la oferta de partidos y no parece que sea la que desea una gran parte de los votantes de Ciudadanos.

 

En la derecha el follón es mayor. El desplazamiento del PP al centro y su noviazgo con Ciudadanos, por cierto, les ha durado bien poco desde la foto de PP- CS unidos para País Vasco y ahora las tensiones entre Ayuso y Aguado,  deja el espacio más a la derecha libre para Vox, que conquista cada día paso a paso más terreno en ese espacio,  y se frota las manos ante ese experimento de sumar que tienen PP y Cs. Nada más lejos de realidad, el problema de PP y Cs no es si suman o restan en algunos territorios, sino que los votantes de los primeros no se parecen a los votantes de los segundos. Son liberales si, y hay coincidencia también de perfil, pero con muchos matices en los valores y principios.

 

El PP ha tenido y tiene su espacio natural en la derecha democristiana, el centro derecha moderado y de base fundacional conservadora, totalmente alejado del concepto de liberal-progresista, esencia de Ciudadanos, cuyos votantes se definen ante todo como progresistas.

 

Con un riguroso análisis, los valores defendidos por el partido de Abascal (por cierto una gran parte de sus líderes son ex Pp aunque los medios lo retratan de extrema derecha) han formado parte de las bases morales y doctrinales del PP y de lo que fue en sus años Alianza Popular. La derecha está desdibujada porque la izquierda la ha dividido en dos facciones. La derecha denominada moderada (PP y Cs) a la que tratan de arrastrar a un consenso en el lado de lo que hoy se denomina “progre” y luego la que llaman extrema derecha, VOX (menos de un 10% de sus votantes se autodefine así).

Cada vez que los llaman así, los de Abascal suben y les llueven votos de la clase trabajadora y de las clases medias. Así que la izquierda pasa el agua de vaso a vaso entre los tres partidos a gusto de sus estrategas. Lo tienen que estar pasando bomba.

 

Lo curioso de esto, es que la operación de fusión «bancaria» en marcha entre PP y Cs no aglutinará voto, porque el voto al partido de Abascal nada tiene que ver con el voto máximo que obtuvo Albert Rivera en Ciudadanos. Vox tiene marca, tiene relato y está actualmente consiguiendo ser  la oposición frontal al Gobierno de Coalición, tanto en el Congreso como en los tribunales y esta tendencia no se romperá por más unión o voluntad de sumar que tengas otras formaciones.

 

Al igual que Podemos no es un partido de extrema izquierda (recuerdo que la mayoría de sus votantes no se definen así), vox tampoco lo es en la extrema derecha. Los líderes son una cosa, sus votantes otra. Los partidos son lo que son sus votantes.

Mientras los de Casado se frotan las manos pensando que la fusión con Cs funcionará como si el banco grande se come al pequeño…. Y los de Ciudadanos, llegado el momento,  se frotan las manos pensando que Casado será peor alternativa que Inés.

Nada de esto sucederá, ni lo que piensan los azules ni lo que piensan los naranjas. Los azules, azules son, y los naranjas, son mucho más variopintos, votantes muy exigentes, algunos son muy pomelos, naranjas por fuera y rojos por dentro… pero también hay algunos son papayas, verdes por fuera y naranjas por dentro, de estos ya les quedan pocos porque se marcharon al partido de Abascal.

 

Pero no habrá un PP + Cs como un España Suma,  muchos se habrán han ido ya a Vox. Otros podrían irse a un nuevo partido aún por surgir, con personajes del tipo Toni Roldán, Luis Garicano o Rosa Díez y otros que se podrían sumar.

 

Recordemos que la última prórroga del Estado de Alarma de Sánchez fue apoyada por Cs, votada en contra por Vox, y con una abstención de PP. No se puede fragmentar más a la derecha. Hay que reconocer el merito de Sánchez. Divide y vencerás.

 

Ahora, solo dos meses después del noviazgo de PP-CS para País Vasco, con la crisis provocada por el Covid-19, ya se empieza pensar en una 2ª fase de legislatura, incluso apoyada por Cs y PNV, en convivencia con Sánchez y Podemos. Pero también suena una moción de censura presentada por Vox, sino la presenta antes el PP, que permitirá tomar una foto de los apoyos reales a este Gobierno, y en el medio, el rescate de la UE a la Griega, o quizás no tan duro pero traumático igualmente.

 

La alternativa de Gobierno para la derecha pasa inevitablemente por una refundación de la derecha conservadora, un nuevo centro derecha que aglutina a los votantes de PP y Vox (mucho más parecidos entre ellos) capaz de presentar batalla a un PSOE fortalecido, y Ciudadanos, pues a lo suyo, tiene mucho camino por recorrer, su función es la de ser útiles a izquierda y derecha. No hace falta ser Presidente para Gobernar un país, basta con tener los apoyos suficientes para influir lo suficiente. En eso consiste la política.

 

Recomiendo a sus señorías,  mejores análisis con datos fiables y recientes, menos encuestas de intención de voto caducas,  menos decisiones por olfato, y mucha más humildad. Salgan de su burbuja política, la gente los está esperando.

 

Por último, para los que no comprenden lo que pasa en el lado izquierdo y parte del centro, decirles que se armen de paciencia,  hay Gobierno de coalición para rato.

 

José Manuel San Millán

Fundador de www.electocracia.com y socio director de la consultora TargetPoint

jmsanmillan@targetpoint.es

Ciudadanos, Coronavirus, Elecciones, Política, PP, Vox

La pandemia. Reflexiones a la luz de la antropología y la historia

La pandemia. Reflexiones a la luz de la antropología y la historia.

En materia de política y de análisis de la realidad social no me gusta apelar a las emociones. A estas las dejo para canalizar el amor que siento por todos los que me rodean y que quiero; las dejo para alimentar mi espíritu; para parar el tiempo con mis sueños, mis anhelos y los estímulos que percibo con los sentidos. Cuando trato de comprender la realidad política y social, hago todo el esfuerzo posible por situarme en el lado de la razón, aislarme de la pasión y someterme al rigor del entendimiento de las cosas. Dejo en la trastienda mi parte artística y emocional y me transformo en lo que de racional me ha hecho mi profesión como científico social o como intelectual. Examino los datos y cuando los quiero analizar, los someto al rigor de un método científico, a sabiendas de que lo hago desde un determinado planteamiento epistemológico. Ni que decir tiene, que esto supone apartar del análisis cualquier atisbo de ideología.

Siempre que tengo ocasión, explico que las ideologías, todas, son representaciones falsas de la realidad, por muy coherentes que quieran sernos presentadas. Foucault hablaba del ejercicio del poder sobre las personas desde la sumisión de los cuerpos por el control de las ideas. Justamente es lo que en nuestra sociedad predomina y que en la presente crisis epidémica no sólo no se abandona, sino que se refuerza, tanto por los responsables políticos, como por sus extensiones, los grandes medios de comunicación, y también por las redes. En el momento que estamos viviendo la mayor parte de las personas estamos apelando a los sentimientos, a las emociones y a las bajas pasiones, y esto se alimenta desde las ideologías, que operan como un cincel grabando en las mentes sus mensajes para someter a los cuerpos a su control. Cierto que las ideas pueden servir para construir utopías y horizontes de salvación, más o menos realizables, o para cambiar la realidad, pero no para entenderla.

Pero ¿por qué se recurre a tanta ideología y por qué tiene tanto éxito? Porque el hombre se puede apartar de todo menos de sus profundidades, de lo telúrico que hay en él, de sus ansias de lo absoluto, de sus pasiones, de sus credos; es decir de su lado emocional, de lo animal. Y si bien de aquí nace su fuerza creadora, también surge la destructora. Es entonces cuando se aleja de la razón, que con sus códigos de lenguaje, de abstracción para comprender lo que no vemos, nos ha llevado a lo humano, a transformar la animalidad más primitiva en humanidad y de esta forma a su supervivencia. Quiere esto decir, que si alimentamos el lado sentimental y la animalidad, entonces, el equilibrio teorético, entre sentimiento y razón que ha hecho que la humanidad triunfe, se rompa del lado de lo animal, y lo humano desaparece. Petrarca decía que la razón habla y el sentimiento muerde. Si cultivamos la parte sentimental animal, convertimos al hombre en bestia y a la masa en lo bestial. Los ejemplos de estos desequilibrios están salpicados en toda la historia; baste recordar la época de los totalitarismos, con sus ideologías del odio, para ver hasta qué punto el hombre, por muy culto que sea, se convierte en animal; y no me refiero sólo al fascismo, me refiero también al comunismo, al nacionalismo y otras ideologías. No hay sistema social donde el hombre se haga bueno. Es siempre el mismo, capaz de hacer el bien y el mal, y el resultado de aquellas experiencias totalitarias debería enseñarnos de lo que somos capaces cuando se empuja al hombre hacia su animalidad.

Hoy nos encontramos ante una de esas situaciones que nos depara la historia, que la hace el hombre. Y cuando digo el hombre me refiero al ser humano que en busca de su felicidad, seguridad, bienestar, se hace ambicioso, egoísta y muchas cosas más, que nos explica la antropología y que ayudan a entender que el hombre nunca se conforma y quiere asegurar el mañana de manera ilimitada. Eso lo ha llevado reiteradamente en la historia a enormes catástrofes. Baste recordar, que en el siglo XIV el hombre europeo a través del comercio con Oriente, importó el bacilo de la pasteurella y provocó la famosa Peste Negra, que mató a la mitad de la población de toda Europa. Pero lo peor de aquella pandemia fue que desestructuró todo el sistema, con un desorden socioeconómico y político que se llevó por delante vidas de inocentes y haciendas, y aportó odio, mucho odio, miseria, desolación, persecuciones, guerras civiles y caos. Y aquella situación duró un siglo y medio, año arriba, año abajo. No les voy a contar esta historia, que muchos conocerán y que tengo escrita en alguno de mis libros. Lo único que diré, es que se salió de aquello cuando hubo un proyecto coherente que produjo un cambio de cosmovisión, esto es, cuando se entendió la nueva realidad y se adecuaron las estructuras a ella dejando atrás los demonios que nos construimos.

Estamos en una situación difícil, que nos debe hace reflexionar sobre la peligro de activar la animalidad y sobre cómo salir de esto con el menor daño posible. Y es que es difícil afrontar las desgracias cuando no sabemos dónde estamos. Hoy, además de lo epidémico nos encontramos ante un cambio de cosmovisión que no entienden, ni nuestros políticos, de aquí o de allá, ni los comunicadores sociales, ni los operadores del marketing político que, con sus viejas y caducadas ideologías, son los creadores de opinión y de quimeras para las masas, que solo piensan en el ahora. Y lo que es más grave, la crisis actual, no se resuelve activando la animalidad desde las ideologías.

Mirémonos a nosotros mismos con un poco de perspectiva histórica y sociológica. El hombre apolíneo y prometeico, salido del movimiento ilustrado que ejemplificaba el progreso y la esperanza, se ha tornado en Dionisios que sólo busca el hedonismo, el placer, lo momentáneo; el Yo absoluto, ese es el arquetipo de hombre individual al que hemos llegado. La cumbre del antropocentrismo. La propia idea de progreso, orientada a la conquista mítica y utópica del futuro, se ha salido de la secuencia del tiempo quedándose en el presente, en lo instantáneo; el pasado se ha hecho inútil y el futuro distópico, retrotópico o cuando menos nostálgico, con la consiguiente pérdida de la Esperanza. La razón se ha transformado en deseo, en lo que Yo quiero y elijo, que es el consumo. Este consumo nos ha transformado a los ciudadanos en consumidores, también de la política. Y hasta el poder de la palabra, como instrumento de comunicación y encuentro, lo que nos define como humanos, ha sucumbido frente al poder seductor de la imagen, del espectáculo y del verbo arrojadizo (los mal llamados debates, que debían llamarse combates); la palabra dialógica, la persuasión, lo intelectual, la dialéctica se ha esfumado, porque tiene muy poco que hacer frente a cualquier imagen-espectáculo que provoque emoción y sentimiento y que nos aleje de la razón. ¿Cuándo vemos, a los que saben, dialogando, persuadiendo, razonando, hablando? Sin embargo nos apabullan los seductores, convertidos en imágenes impostadas y estudiadas que sólo saben apelar a la emoción y las pasiones para someter a los cuerpos a un control ideológico, que ni ellos conocen (dejo a parte, para otra ocasión, a los nuevos fenómenos de “youtubers” e “influencers”). Decía Chomsky que hoy el control de las personas no se hace por la fuerza, sino actuando sobre sus conciencias. La política es marketing que inscribe en las mentes mensajes de adiestramiento y sumisión en una sociedad individualista y cuya acción se sustancia en la conquista del poder para utilidad de grupos oligárquicos reducidos (partidocracia) y alejados de la comunidad política de la que se sirven pero a la que no sirven. Las campañas políticas que nos venden deberían avergonzarnos, en lugar de hacerlas nuestras y usarlas como argumentos contra nuestros adversarios ideológicos. El ciudadano es un consumidor de todo y, desde luego, de ideologías políticas que se utilizan para indoctrinar y someter, pero no somos partícipes de la política. Nos han convertido en un ente social para ser manipulado. El mismo Chomsky decía que la manipulación de los medios era más letal que la bomba atómica porque destruye los cerebros. Ya no hay personas, todo son tendencias, tomadas de los Big data, que actúan sobre los cerebros debidamente clasificados por segmentos sociales.

Estamos en contra de la Verdad. La Verdad ya no existe porque se han construido tantas verdades como individuos. Hoy todos tienen SU verdad, que confunden con su credo, y exigen que la respeten. La Verdad, la fuerza que ha impulsado al saber, se ha ahogado en esa cultura líquida de Bauman. Ya no se puede buscar porque se maneja a gusto de cada cual, es un traje a la medida. Este es el caldo de cultivo de las fake; es lo que ahora llaman, con total naturalidad y sin rubor, posverdad. Vivimos, por tanto, fuera de la Verdad, nos lo dicen y lo aceptamos. Ahora el necio vale más que el sabio. Hoy se acepta al mentiroso con naturalidad. No importa lo falso que sea si su discurso cuadra con lo que cada uno cree. Los mensajes son debidamente instrumentalizados con un lenguaje condicionado y pervertido por las ideologías para penetrar en las mentes y apropiarse de ellas. Así se crean o inventan unas nuevas identidades a base de crear a un Otro que hace al Yo diferente y que obliga a identificarnos por oposición a ese Otro. Nada más alejado de la fraternidad universal. En nuestro ámbito nacional, apartado el intento de la transición, no nos hermana la identidad del ser español, nos la da ser de izquierdas o de derechas, ser feminista o machista, ser separatista y otras que nos imponen. Pero esto es pura invención, son cosas recién inventadas porque opera para la manipulación. La sociedad de explotados y explotadores está periclitada hace muchos años. Hoy la sociedad es otra cosa mucho más sofisticada.

La sociedad disciplinaria (Foucault) del deber, en la que crecimos los de una determinada generación, ha desaparecido y se ha tornado en lo que el filósofo (Byung-Chul Han) llama sociedad del cansancio. Esta sociedad se fundamenta en el nuevo paradigma que él denomina neurológico, donde el YO DEBO se sustituye por el YO PUEDO. El individuo se somete libremente a la positividad que le viene impuesta por el SI PUEDO con el resultado de personas psíquicamente enfermas –yo suelo decir que hasta psicopáticas—porque el enemigo, contrariamente a la sociedad del deber, de lo que se debe hacer, está dentro de cada uno, y eso produce enfermedades neuronales (…Estrés, fatiga, depresión y otras enfermedades hasta el cansancio). La positividad, la apertura a sus multitareas, el imperativo del rendimiento y la auto-explotación son nuestra propias cadenas que no nos permite mirar más allá del WhatsApp; nos alejan de la contemplación, del pensar, de controlar los instintos y las pasiones y eso nos devuelve al animalismo. Estamos en la individualidad absoluta, sumergidos en subjetivismos emotivos y muy alejados de la objetividad y de la razón kantiana. Hemos acabado con todo lo que tiene raíces. Nada permanece. Todo se hace viejo cuando dejamos de mirarlo. Todo hay que cambiarlo, todo es efímero, utilitario, de usar y tirar. Hasta lo que algunos llaman cultura. La cultura enraizada en la tradición, la que da armazón y consistencia a una sociedad, no existe. Estamos en la “cultura” gaseosa y volátil donde domina la opinión momentánea, inventada, manipulada por opinadores de profesión que han elevado a la categoría de normal lo absurdo. Dejo fuera de este resumen una referencia específica a los “millennials” y la generación “Z”, los adictos a los likes, grupos o cohortes más duramente afectados por las redes sociales, los medios telemáticos y de manipulación cerebral, que ellos creen que son para SU libertad de pensamiento y de información.

Estas son algunas de las partes constitutivas de nuestro sistema social moderno, no lo que nos quieren hacer creer. Este es el mundo de los últimos años que se ha hecho global. Algunos lo han llamado la sociedad de la abundancia, de la información, pero también la del cansancio, neurológicamente enferma. Un modelo social universal cuya estructura económica se ha revelado disfuncional en muchos sentidos. ¿Quiere esto decir que debemos volver a la “tribu”? No lo creo, aunque no faltarán los que lo propongan con esta crisis. Muchas disfunciones aparecen en ese globalismo que determinados movimientos fuertemente ideologizados, no tardarán en aprovechar en su favor. Pero no pienso que deban ir por ahí las cosas. Deberían discurrir por el entendimiento de la nueva cosmovisión que nos está afectando y que supera a la percepción de esa realidad que tienen todos los políticos del mundo. Habría que convocar a la inteligencia mundial, que es mucha, y está “confinada” desde hace tiempo en sus estudios y conocimientos, pero a la que nadie escucha porque ni se sabe que existe y porque es ajena a los espectáculos de consumo y produce “pereza”.

Este confinamiento nos está dando la posibilidad de pensar y reflexionar, de salirnos de la manipulación constante si nos lo proponemos. Cierto que los WhatsApp no nos dejan mucho tiempo para la reflexión, pero hemos recuperado la posibilidad de hablar, de escuchar a los amigos y de pensar, porque la televisión ya aburre a muchos. Tenemos la oportunidad de meditar sobre lo que somos y a dónde vamos. Esta situación nos destapa una corrupción menos visible, la de la mala utilización de los dineros públicos que salen del sudor de los contribuyentes, y sobre todo la corrupción de las mentes mediante la utilización espuria de la perversión del lenguaje que inocula odio en busca del conflicto a través de la invención de grupos sociales contrapuestos ¿No nos damos cuenta que estamos asistiendo a la ruptura de la armonía social que fue lo que buscó la transición y lo que hace a una nación grande? ¿Es tan difícil entender el enorme peligro que eso comporta para una sociedad?

Las crisis son el origen de nuevas oportunidades y posibilitan mandar a la basura los desechos en descomposición que todas las sociedades acabamos generando con el discurrir del tiempo. La historia nos enseña que todos los sistemas sociales, después de una difícil búsqueda de relativa armonía, tienen una etapa de esplendor y cuando alcanzan la cima de la prosperidad acaban por decaer; en el Antiguo Testamento las vacas gordas van seguidas de vacas flacas. Lo que nos está pasando no es culpa sólo de unos pocos, sino de la sociedad en su conjunto para entenderse; por su ceguera y su soberbia. Hace años me preguntaba un periodista, a propósito de la crisis de 2008 ¿cómo puede decir que las crisis no son ni buenas ni malas con cinco millones de parados? Le respondía que una crisis social es como una enfermedad biológica donde la fiebre o la sintomatología te avisa de que no estás bien; a partir de ahí, tú decides si vas al médico a curarte, o te dejas morir. Las crisis dan la oportunidad de sanar al cuerpo social. De las caídas y de saber enfrentar el sufrimiento se sale fortalecido, porque nos enseñan lo mucho de lo malo que hemos hecho. Estas circunstancias nos obligan a repensarnos y a intentar conocernos mejor como personas, que no dioses, y a saber que dependemos de la colectividad. La fractura nos debilita. Nuestros ancestros primitivos sobrevivieron y superaron a los peligros y a las fieras porque se unieron con la ayuda del lenguaje, y las civilizaciones se levantaron para que la humanidad no sucumbiera al encerrarse en las tribus.

Me atrevo a no perder la Esperanza y ante lo que veo me arriesgo a formular, ahora sí, algunas ideas, para eso que algunos llaman sociedad civil, muy consciente que muchos las rechazarán por imposibles. Yo mismo soy de los que así lo creen, pero no puedo dejar de pensar en el modelo que el politólogo americano Lustick explicaba: cómo, en determinados momentos de los cambios sociopolíticos, lo que es imposible para un tiempo de la historia, pueden convertirse en posibles y hasta hacerse probables a partir de determinadas acciones y circunstancias. En cualquier caso, es una forma de no perder la Esperanza. También la historia enseña, sobre todo en los momentos críticos, que las terceras vías tienen pocas posibilidades, al menos a corto plazo. En las radicalizaciones opera el estás conmigo o contra mí. Esto le pasó a Erasmo de Róterdam en el siglo XVI durante los conflictos confesionales entre católicos y protestantes, así como a Jovellanos, a Feijoo y a tantos otros.

España atraviesa una situación muy difícil y no sólo por la crisis epidémica, geopolítica y global, sino por la coyuntura política interna del país, en tanto que comunidad política. Estamos perdiendo una mínima y necesaria vertebración. Ciertamente, tenemos un gobierno democrático porque ha salido del resultado mayoritario de la representación de la soberanía nacional, conformada por el voto de los ciudadanos en las urnas. Hasta aquí, nada que decir, independientemente de sus disfunciones, es la ley. Es el juego de la democracia en circunstancias más o menos normales, siempre que consideremos que la crisis del Estado autonómico -el separatismo—forma parte de lo normal. La cuestión ahora, con la crisis del Covid19, es que nos enfrentamos a una catástrofe global en la que se subsume la nacional. Los problemas políticos internos ahora deberían quedar relegados ante una situación de extrema gravedad, ante un enemigo no inventado, un virus desconocido que ataca a toda la humanidad, de la que se derivarán importantes consecuencias sociales, económicas y hasta culturales. No es la primera vez que pasa esto en la historia. Ya he hecho referencia a la crisis del siglo XIV que alumbró un mundo nuevo, el que culturalmente conocemos como Renacimiento. No hay solo este ejemplo. En épocas más recientes, a principios del siglo pasado, en 1917 se desató el famoso virus de la gripe, conocida como gripe española porque aquí causó verdaderos estragos, y se llevó por delante decenas de millones de vidas, además de las que ya había causado la Gran Guerra. El resultado de aquella convergencia de acontecimientos fue que el mundo cambió, no sin dejar un largo periodo de angustia, la muy conocida gran depresión o el crack del 29 y lo que vino después, con los totalitarismos de ambos signos (en los que no fue mejor uno que otro) y que desembocaron en la II Guerra Mundial. Ese fue el colofón del largo camino que hubo de recorrer la historia al no interpretarse bien lo que ocurrió a principios de siglo. ¡La salida en falso de la I Guerra Mundial nos llevó a la II Guerra! Deberíamos aprender las lecciones del pasado. Las circunstancias citadas deberían movernos a la reflexión aunque “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, hoy deberíamos aparcar nuestras diferencias ideológicas, porque lo prioritario no es el mundo que cada uno desea, sino salvar el soporte que nos queda: la nación unida es la tabla de salvación.

Para España yo propondría, (esto si es un ideal porque cualquier racionalidad lo desestimaría) que la sociedad no política, la de los contribuyentes, dejáramos de entrar en el juego que nos proponen los partidos, los agitadores sociales y los “mass media” de enfrentar unas ideologías con otras; eso es para los momentos de estabilidad. Porque, tal como llevamos expuesto, el enfrentamiento ideológico nos conduce a la animalidad y nos aparta de la razón, y sin esta no se puede hablar de racionalidad. Esta es la mejor y única manera de unirnos como españoles, como la nación histórica que somos para enfrentar fraternalmente la actual crisis. Ya vivimos momentos trágicos en que la nación abandonada por sus responsables políticos, supo responder con unidad frente al invasor francés y contrariamente a lo anterior, conviene recordar la pasada Guerra Civil que enfrentó a la nación en visiones ideologizadas. Ya sé que mi propuesta comporta buenas dosis de idealismo y que no tiene por qué ser realidad. Siempre recuerdo a Ortega cuando distinguía entre el Deber ser y lo que en realidad Es. Pero también recuerdo a Lustick, cuando explica cómo una cosa imposible puede convertirse en probable.

El Estado nacional se fundamenta en la representación delegada por el voto ciudadano que es la soberanía nacional. Soberanía no es poder, es legitimidad. Por tanto el pueblo es el soberano, no tiene poder pero lo fundamenta y legitima. Nace así el poder para su ejercicio que en teoría, se organiza en el Legislativo, donde nacen las leyes, en el Ejecutivo que las ejecuta y en el Judicial que garantiza que su ejercicio práctico se ajuste a derecho. No es este el lugar ni el momento de analizar si toda esta teoría se cumple o no. Digamos que esa división de poderes muestra grietas. Ahora bien una de las disfunciones más graves reside en el sistema de representación a través de los partidos. Estos son la vía institucional para canalizar las demandas sociales en la sede de la soberanía. El desarrollo de este sistema de partidos ha derivado en una partidocracia (aristocracia corporativa), quiere esto decir, que ha acabado predominando el interés corporativo de los partidos frente al de sus representados, así se manifiesta en la disciplina del voto que se antepone al de los compromisos electorales, en perjuicio de los representados. Es probable que esto unido a la corrupción haya dado lugar a la caída del bipartidismo y al surgimiento de nuevos partidos, que nacieron con vocación de renovar a los viejos, pero han sido fagocitados por dicho sistema. Estando esto dentro de la legalidad, supone de hecho, el secuestro de la democracia por los partidos por cuanto anteponen el interés corporativo al interés general. En unas circunstancias como las actuales esto deja a los ciudadanos desarmados, vulnerables y sometidos a manipulaciones constantes porque, como llevamos explicado, no fluye la verdad y todo se convierte en el interés del partido, con una mayor radicalización e incremento de la fractura social.

Muy poco veo que se pueda hacer, porque el Estado concentra en régimen de monopolio todo el poder, pero algo sí. Primero, recuperar el conocimiento de la realidad, este ensayo es un modesto acercamiento. Segundo, no hacer caso del exceso de información, siempre la dan procesada (“cocinada”) y cuya abundancia constituye la mejor forma de tapar la verdad como única forma de conocimiento. Tercero, desplegar nuestro espíritu crítico y huir de las manipulaciones, tanto mediáticas como partidarias. Cuarto, activar la presión social ejercitada de buena fe y sin partidismos, promoviendo un gran movimiento social en cuya cabeza pidamos que se sitúen aquellos que tuvieron responsabilidades políticas en el pasado de uno y otro signo, a fin de exigir la unidad de partidos en la sede de la soberanía nacional para construir una mayoría lo más representativa posible para enfrentar la crisis epidémica y la catástrofe económica y social que vendrá. Solo así se podrá superar la manipulación partidista y recuperar el control de la soberanía. Quinto, unidad en torno a la Constitución. Se pueden añadir los puntos que se quieran.

Ya sé que hay responsables políticos, acostumbrados a la partidocracia, para los que nada de esto entra en sus planes. Se trata de que, ante la falta de un liderazgo nacional, sea la nación, en un proceso de integración de distintos sectores sociales, la que se ponga por delante y exija a sus representantes que cumplan con lo que les piden sus representados. De esta forma, se distinguirían aquellos que sirven al pueblo de los que solo buscan proyectos hegemónicos a fin de excluir y segregar a una parte de los españoles. Tornemos esta desgracia, que solo hemos empezado a vivir, en probabilidad de una fraternidad nacional, con el respeto del Otro, base para el funcionamiento sano de una democracia. Democracia no es votar; es dejar de ser sumisos a los partidos para atender al interés general; es respetar al adversario y me temo que vivimos tiempos de escaso respeto de unos a otros. Abramos los ojos, dejemos las voces que nos incitan al enfrentamiento y pensemos por nosotros mismos. Esta sería la democracia de abajo hacia arriba.

Hace poco, leía al historiador Harari, que decía que el homo sapiens fue capaz de conquistar el mundo por el lenguaje. Espero que no seamos capaces de destruirlo también con ese mismo instrumento. Aprovechemos para exigir y desterrar las falsedades y perversiones de los significados de las palabras para que nuestros cerebros estén limpios.

Aficionado al flamenco no puedo dejar de acordarme de unos compases en que con grito de lamento la cantaora Lole Montoya recitaba: “El cardo siempre gritando y la flor siempre callá, que grite la flor y que calle el cardo y todo aquel que sea mi enemigo que sea mi hermano”. Pónganle música y vean en el cardo al que ustedes quieran, pero en la flor al pueblo o a la nación

 

José Ignacio Ruiz Rodríguez

Catedrático de Historia Moderna (UAH)

jignacio.ruiz@uah.es

Coronavirus, Pandemia, Política

NUEVO ORDEN… DISRUPTURA HISTÓRICA

La llamada ¨crisis del coronavirus¨ va a marcar un antes y un después de lo que conocemos actualmente.
Así como el fin de la II Guerra Mundial marcó el fin de una época, este hecho viral muy probablemente hará que el mundo vaya hacia otros patrones diferentes. ¿Cuáles? Nadie lo sabe, pero van a cambiar cosas de la vida diaria de las personas porque va a haber cambios en las relaciones entre las naciones.

En España, sin duda va a traer un posible hundimiento del Gobierno. El porqué se podría estratificar en muchas variables, pero el mayor porqué, sería porque le tocó gobernar en un momento histórico que puede ser considerado como el de mayor debacle desde la Guerra Civil española.

Hay varios factores, a mi juicio, que podrán marcar el devenir durante estos días del futuro del equipo de Sánchez. El primero de ellos, es el número de fallecidos a consecuencia directa de la infección. Es posible que España no esté preparada para un escenario con 8.000 o 9.000 fallecidos.

Una democracia donde se cuidan tanto los valores de la vida no está preparada para soportar tal cantidad de víctimas y a sus familiares, conocidos y amigos.

La segunda de ellas, es el colapso sanitario, marcado claro está por la infección. Los hospitales se puede considerar que ¨están a full¨ con las personas que padecen este contagio y están graves.

Muy vinculado a esto está también las personas con enfermedades que necesitan tratamiento y se les ha suspendido esos tratamientos en muchos hospitales donde ya no les pueden atender. Esto creará, sin duda alguna, una distorsión considerable en la visión de esas personas de la gestión del Gobierno.

La tercera, y muy importante, es el daño económico a las empresas y la cantidad de personas que pasarán a engrosar los llamados expedientes de regulación de empleo temporal –y en algunos, muchos, casos definitivos- o ERTES. Si el Estado va a tener la suficiente agilidad como para que esas personas puedan cobrar sus prestaciones en tiempo y forma de tal manera que puedan afrontar con seguridad y garantía su situación mientras dure esta excepcionalidad que se está viviendo. De no ser así, es decir, si la Administración no garantiza estos cobros lo antes posible para que todo sea más suavizado por atrofia del propio sistema, podríamos hablar de un escenario muy complejo desde el punto de vista social, donde la exigencia de las responsabilidades va a estar en un primer plano como petición básica al sistema.

Esta crisis que provoca el llamado coronavirus puede analizarse desde muchos puntos de vista, pero estas tres variables: número de fallecidos y tiempo de confinamiento; atención y colapso sanitario y gestión del desempleo provocado por el parálisis de la actividad, van a ser los factores por los cuales este Gobierno puede sufrir una pérdida importante de apoyos. Un gobierno, como todos sabemos, que son dos partes y diferenciadas en muchas posturas y aspectos. Saber qué estrategia adoptará cada parte para evitar responsabilidades será también interesante porque a buen seguro el lado de UP, tratará de jugar sus opciones para distanciarse de lo que parece puede ser un desastre social y político para la izquierda.

Lo mismo que a Trump le podrá afectar en su reelección frente a Biden cómo afronte la gestión del contagio que le va a llegar, y le está llegando, de forma irremediable y donde la población norteamericana podría sufrir incluso más que la europea los desastres de la enfermedad, lastrando la economía mundial y pasando a su vez factura al conjunto de las democracias occidentales.

 

Rubén Rodríguez

Socio-Fundador y Presindente de www.electocracia.com de Electocracia Análisis y Mercados S.L y socio de la firma IPR.

Coronavirus, Crisis sanitaria, España, Pedro Sánchez, Política