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20/D: DOS FRAUDES DEMOCRÁTICOS
La XI Legislatura surgida del 20/D se ha puesto en marcha. Y el terremoto político que se gestó un 15 de mayo de 2011 ha irrumpido, 4 años después, en Las Cortes y ha mutado la fisonomía de las bancadas de Congreso y en menor medida, del Senado. Singularmente, la irrupción de Podemos, lo que Enric Juliana ha bautizado el “partido democrático-plebeyo” ,es un hito que hace imposible la vuelta atrás al sistema político heredado de la Transición. Ha corrido tinta al respecto y no me voy a detener en ello.
Pero ha ocupado menos atención la constatación, una vez más, de la estafa democrática que representa la vigente Ley Electoral. El bipartidismo que ha perdido más de 5 millones de votos y representa ya sólo el 50% de los votantes, mantiene en cambio 213 diputados en el Congreso (el 60% de los escaños ) y mayoría absoluta del PP en el Senado . El nuevo tiempo histórico, que ya está maduro en la sociedad española, no llega a las Instituciones de representación popular, pura y simplemente porque los cancerberos del sistema se niegan a ello. Si la democracia se resiente, les da igual. Hoy un diputado le sigue costando al PP, 58.664 votos y al PSOE poco más: 61.453. Que a Izquierda Unida ese mismo diputado lo consiga sólo si alcanza 461.566 votos les es indiferente. Pueden seguir hablando de “sistema democrático” sin sonrojarse.
Para que lo entendamos: si a PP/PSOE, sus diputados les costaran los votos que a IU, el PP hoy sólo tendría 16 escaños en el Congreso y el PSOE tan sólo 12. “Lo llaman democracia y no lo es” se gritaba en las calles aquella primavera del 2011. Y tenían razón.
Por eso una de las tareas de profundo calado democrático de la XI Legislatura, no es otra que el cambio radical de la Ley Electoral para hacerla plenamente democrática, más cercana al ciudadano, más participativa, más igualitaria en género, etc. Acabar con una estafa democrática que dura ya 38 años (sabido es que las modificaciones habidas han sido meramente cosméticas) es una tarea inaplazable ya.
El segundo fraude democrático, se va a consumar en estos días en que se van a constituir los Grupos Parlamentarios. Puede pasar perfectamente que el casi millón de votos de IU quede fuera de obtener Grupo Parlamentario. Llegamos justos, ciertamente, a una interpretación flexible del Reglamento del Congreso. Pero éste se va a retorcer sobremanera, en cambio y una vez más, para dar Grupo Parlamentario a quien el bipartidismo quiera (con todo lo que supone de visibilidad política, recursos y medios humanos para desarrollar la función constitucional de los diputados y diputadas). Así ha sido en otras ocasiones y así va a ser de nuevo si nada extraordinario lo impide.
De manera que nos podemos encontrar con que coaliciones electorales que han superado los 5 diputados y el 15% en todas las circunscripciones electorales en las que se han presentado (como marca la legalidad vigente) caso de En Común Podem, Las Mareas y Compromís-Podem, no tengan grupo Parlamentario y otras, que no lo han logrado, si lo alcancen caso de ERC y DyLL (CDC).
Se dice que son candidaturas de Podemos …poco importa que se hayan legalizado ante la Junta Electoral Central con representantes legales propios que nada tienen que ver con Podemos, que otras formaciones políticas de larga historia ya formen parte de dichas coaliciones, que el Ministerio del interior las reconozca en la noche electoral como candidaturas que no eran de Podemos, etc. Retuercen el Reglamento para lograr, al final, un disparate: que la fuerza política que ha ganado las elecciones en Catalunya, por ejemplo, no tenga Grupo Parlamentario y la 4ª fuerza política , DiLL, a 10 puntos de En Común Podem si lo tenga. Y lo mismo con Las mareas y Compromís-Podem…
En el fondo no sólo siegan el funcionamiento democrático de las Instituciones sino que lo que es peor, pretenden poner puertas al campo frente a un hecho político histórico: el 20/D ha hecho emerger una España nueva (la España de la plurinacionalidad) frente a una España arcaica, anclada en la Transición, ahogada por un bipartidismo esterilizante, que no puede afrontar en condición alguna, el siglo XXI.
La segunda estafa democrática es, ciertamente, esa: la que impide que tengan voz en el Congreso las fuerzas de la nueva hegemonía. La que retrasa, aunque no impedirá, lo que ya es una evidencia: que el bipartidismo ya no es hegemónico ni social, ni políticamente en territorios como Catalunya, Galicia o el País Valencià.
Ambos fraudes democráticos tienen tal calado político, son tan radicalmente antidemocráticos que ya podemos asegurar que no será investido Presidente de Gobierno nadie que no resuelva de forma definitiva ese déficit de nuestro sistema político.
Claro que el bipartidismo esté en crisis, no quiere decir que haya muerto. Se resiste ciertamente y puede mantener aún durante un tiempo cerrado el candado del régimen del 78. Si es así, no haría sino más agónico su final y sólo la sociedad y la democracia misma la que se resentiría.
En las manos de la ciudadanía está el no permitirlo.
Ramón Luque
Secretario de Acción Electoral de IU
Valoración Campaña 20D
Podemos
Impecable campaña, de menos a más, transmitiendo en todo momento la sensación de “remontada” que buscaban entre el electorado de la izquierda y muchos indecisos. Iglesias resucita del letargo en que había caído, transmitiendo frescura y moderando su mensaje.
Mejor momento: el debate a cuatro con un Pablo Iglesias muy seguro de sí mismo, transmitiendo sosiego. Dado vencedor del mismo por la mayoría de medios y análisis políticos.
Peor momento: el inicio de la campaña, con cierta incertidumbre ante el reto de movilizar, llenar auditorios y salir bien de los debates, ya que se partía de la cuarta plaza, según todas las encuestas, tras un muy mal resultado en las pasadas elecciones catalanas.
PP
Aceptable aunque plana campaña, muy estable en general, buscando fidelizar a su numeroso electorado tradicional.
Mejor momento: en general los líderes del PP y su equipo de campaña han sabido conectar con su base tradicional la mayoría de los días. Una campaña de perfil bajo con un eslogan pobre pero dirigido a sus targets más fieles.
Peor momento: el mítin central de Las Rozas, que no lograron llenar transmitiendo imagen de debilidad y el debate cara a cara donde Rajoy se enzarzó en un intercambio de insultos y descalificaciones que impidió que pudiese haber ganado.
Ciudadanos
Compleja y fallida campaña, de más a menos, aunque remontando en los últimos días, excesivamente centrada en la figura de un Albert Rivera aparentemente muy fatigado, y no en vender la fuerza del partido y su equipo. Tras llegar de una situación idílica de la precampaña donde muchas encuestas lo situaban segundo, las expectativas eran peligrosamente tan altas, que el debate a tres y el debate a cuatro no transmiten la sensación de cumplir con un listón tan elevado. El acto de Vistalegre eleva la moral y el mal debate cara a cara de Rajoy y Sánchez vuelven a reposicionarle como alternativa moderada en la recta final, al menos variando en parte la tendencia negativa.
Mejor momento: exceptuando el mítin central de Vistalegre, con lleno y récord histórico del partido, no destaca ningún aspecto sobresaliente.
Peor momento: el debate a cuatro donde se esperaba más de Rivera como una exigencia impuesta, y la polémica con la violencia de género que sus rivales aprovecharon.
PSOE
Deficiente campaña, “viaje a ninguna parte”, donde entró desde la precampaña en mala posición por las malas encuestas previas, lo que explica la excesiva agresividad de su líder, que no ha sabido destacar sus puntos fuertes. O vender su organización en algunos territorios donde funciona bien, Extremadura, Andalucía y Asturias.
Mejor momento: mítin central de Valencia transmitiendo imagen importante de movilización y apoyo de los ex presidentes.
Peor momento: el debate a cuatro donde Sánchez no supo transmitir ninguna empatía y el cara a cara, recurriendo a insultos y descalificaciones a sus rivales, primero a Rivera e Iglesias, y después a Rajoy.
EL DEBATE DE LAS NAVAJAS OXIDADAS
A eso de las 22:45 horas del lunes 14 de noviembre de 2015, en un gris estudio de la Academia de la Televisión de Madrid, resonó en los oídos de los escasos presentes un sonido seco y perturbador: clac, clac, clac, clac, clac … y todos vimos cómo el candidato Sánchez esgrimía su navaja roja ante un asombrado candidato Rajoy que pareció despertar de su letargo, y a éste no le quedó más remedio que sacar de la faltriquera su navaja azul, y otro clac, clac, clac, clac, clac volvió a resonar en medio una escenografía oscura y tétrica más propia de aguafuertes goyescos.
Comenzaba así el momento álgido del debate cara a cara entre los dos líderes de los grandes partidos españoles, Pedro Sánchez por el PSOE y Mariano Rajoy por el PP.
Justo unos 30 minutos después, con las navajas aún en todo lo alto y chorreando insultos y descalificaciones, los dos líderes de los llamados partidos emergentes, Albert Rivera de Ciudadanos y Pablo Iglesias de Podemos, estarían pensando que ni en sus mejores sueños podían haber imaginado asistir a un ejercicio de autodesgaste mútuo tan lamentable entre los dos partidos tradicionales, como el que millones de españoles veían por televisión.
Pedro Sánchez tiene “planta” de buen candidato, nadie lo puede negar, pero se excede en enérgico y le traiciona el carácter, convirtiéndose en agresor verbal, y lo que es peor, a veces no produce empatía porque ni él da la sensación de creerse lo que dice, ni la marca PSOE que lidera se ha recuperado aún del cataclismo que supuso la fase final de ZP.
Mariano Rajoy encajaba perfectamente con la “performance” donde se desarrollaba el debate, tan clásico y encorsetado, tan serio y frio, que se sobresaltó cuando vió brillar la navaja roja frente a él, y cuando se dió cuenta estaba con la suya intercambiando golpes bajos con su contrincante, porque esta vez no había ningún plasma donde protegerse.
Hubo 1 hora de enfrentamiento entre un candidato socialista al ataque, a la desesperada y por eso mismo excesivamente agresivo e irrespetuoso, frente a un candidato popular que bajó de su pedestal de presidente para ponerse a la defensiva y responder igualmente con descalificaciones.
¿Y el balance de la legislatura? Algo hubo, pero todo se redujo a un “vosotros sois mucho peores”. ¿Y propuestas de futuro? De esas prácticamente nada de nada.
Todos los analistas llevan avisando días de la enorme masa de indecisos que aún hay a pocos días de las elecciones, y ayer los líderes del bipartidismo, los partidos más poderosos de España, tenían ante sí una gran oportunidad para despejar las dudas a buen puñado de los mismos, pero antes de las 24:00 horas y con el debate terminado, no es muy probable que hayan arañado muchos votos indecisos.
Pero que nadie se lleve a engaño, tanto Rajoy como Sánchez fidelizaron en el debate a sus millones de votantes tradicionales para PP y PSOE, respectivamente. La duda es si podría el debate, además, variar la decisión de cientos de miles o tal vez millones de indecisos a Ciudadanos o Podemos, o incluso a la abstención. No es sencillo saberlo. Es más probable que los emergentes puedan ver sus opciones incrementarse entre esta masa electoral confusa que no tiene aún decidido su voto, pero quizá de forma limitada.
Las navajas siguen en todo lo alto a pocos días de las elecciones más apasionantes de la democracia española.
Del moderador, mejor hablamos otro día.
LA ESPAÑA DEL VIAGRA DE LOS MEDIOS, UNA MONTAÑA RUSA ELECTORAL
A menos de una semana de la cita electoral más importante de los últimos cuarenta años, los españoles observamos con interés, y ya algo de cansancio – lo poco gusta, lo mucho cansa – debates, tertulias y muchas, muchas encuestas que inundan los periódicos, televisiones y radios a diario.
Lo que sí parece probable, es que hay cuatro partidos que tomarán las riendas de una nueva etapa política, obligados a pactos y consenso para abrir un gobierno que, aun así, lo más probable es que no dure más de dos años si no hay acuerdos solventes. También observamos como otros partidos minoritarios, pero con representación en el Congreso, han quedado excluidos de raíz de los debates y tertulias a petición de los poderes fácticos, y cómo toda esta influencia mediática inclinará el voto hacia los cuatro partidos con mayores estimaciones.
Es “La España del Viagra de los medios, una montaña rusa electoral”. Las compañías demoscópicas encuentran en los medios un cliente idóneo para sostener su estructura de costes y aprovechar los años electorales, no es nada nuevo y, por otro lado, es lógico ya que estos medios utilizan las encuestas para atraer e incrementar sus audiencias, a la vez que tratan de influir en los partidos políticos: hoy te subo, mañana te bajo, hoy te mantengo, sé bueno… etc. Todo el gremio del mundo demoscópico lo sabe, pero nadie dice nada, es políticamente incorrecto. De esta forma pueden obtener ayudas económicas para sustentar los formatos, en muchos casos sobredimensionados en forma, pero deficitarios en fondo, de los medios de comunicación. ¿Acaso los españoles de a pie no son conscientes de esta realidad? Seguro que sí.
Sin duda llama la atención que los españoles estemos tan escandalizados por la corrupción, como uno de los principales problemas, y no lo estemos del mundo del periodismo así como de otras tantas ramas profesionales que alimentadas en prebendas y privilegios colectivos, se han encargado estos 40 años de democracia en crear, no una España de clases, sino una España de privilegios de colectivos: la de los funcionarios, la de los autónomos, la de los jubilados con pensión contributiva, de no contributiva, la de médicos interinos, de los que no lo son, en fin… Ésta es sin duda la crisis que a traviesa España, una de sus peores etapas de credibilidad. ¿Somos conscientes de que son los colectivos los que desde dentro deben cambiar el sistema, para igualar derechos y libertades de una forma duradera, si es que existe esa voluntad y generosidad?
Afortunadamente, este 20 de Diciembre muchos españoles irán a votar (desde www.electocracia.com esperamos una participación histórica), a pesar de que votemos con el turrón en la boca y el gorro de papa Nöel, algo que como sabemos todos, no es casualidad.
Lo harán desde un prisma que no es tan ideológico como en otras citas, sino más bien de brecha generacional, donde unos verán en los partidos tradicionales su trayectoria, más positiva que negativa en el balance de toda la democracia, y unas nuevas generaciones que ofrecen su voto a los partidos emergentes, más exigentes y con ideas nuevas. Es por tanto una competición entre generaciones, no entre bloques ideológicos, y en este sentido y desde mi punto de vista, los partidos emergentes se harán un importante hueco, y obligarán a los partidos tradicionales a que realicen cambios de gran calado, si pretenden no ser absorbidos por éstos y otras formaciones nuevas ya existentes.
Lo que está claro es que este próximo domingo unos votarán con la cabeza, otros con el corazón y todos con la mano, pero seguro que en el fondo, todos lo haremos pensando en lo mejor para las generaciones venideras, porque los españoles somos un pueblo generoso y solidario, mucho más de lo que nos creemos.