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Análisis y datos ante la posible repetición electoral.

Tras el reciente y fracasado intento de investidura de Pedro Sánchez, los días 23 y 25 de julio, legalmente se abre un período de unos 2 meses para intentar otra nueva investidura. Si el 22 de septiembre no hay candidato investido presidente, se disolverán las Cortes el día 23 y se convocarán nuevas elecciones generales para el domingo 10 de noviembre de 2019. Serían los cuartos comicios legislativos en España en casi 4 años, todo un récord sin precedentes en nuestra historia política.

Centrándonos sólo en los aspectos políticos y electorales de esa nueva y posible cita de otoño, ¿qué resultado habría? ¿se producirían movimientos de voto entre partidos? ¿entre bloques? ¿seguiríamos sin posibles mayorías de gobierno? Son muchas preguntas las que la opinión pública, los medios y los especialistas se harían, y para ello sin duda la demoscopia basada en encuestas será una buena opción que satisfaga temporalmente el interés sobre la evolución de la intención de voto de los partidos, o las posibles sumas en escaños para formar gobierno.

 

Pero ¿hay vida en el análisis electoral más allá de la demoscopia basada en encuestas? Por supuesto, y es una opción complementaria y totalmente necesaria tener en cuenta. Se trata de los datos reales históricos de anteriores comicios electorales. Analizar con detalle los resultados que se han producido en nuestro país también nos puede ayudar a entender posibles escenarios en una repetición electoral en noviembre.

 

Si consideramos para nuestro breve análisis las últimas 8 elecciones, desde marzo de 1996 a las más recientes de abril de 2019, podemos obtener unas conclusiones muy interesantes analizando la evolución del voto por partido y especialmente por bloques ideológicos, incluso sin recurrir a encuestas, que sí son imprescindibles para calibrar momentos concretos pre y post elecciones desde ahora. Pero los datos históricos son invariables, son los que son y están ahí para analizarlos, y nos desvelan certezas en el pasado, aunque eso no significa que se vayan a volver a repetir en el futuro.

 

En un ejercicio de concreción, sujeto por supuesto a cualquier otra interpretación, hemos agrupado en esos 8 comicios electorales los votos por bloques ideológicos:

 

  • Izquierda (PSOE, IU, Podemos y sus confluencias, PACMA y otros partidos menores no separatistas);
  • Centro-Derecha (PP, UPyD, CC, Ciudadanos, Vox y otros partidos menores no separatistas);
  • Separatistas (ERC, CiU-CDC-JxCAT, PNV, EH Bildu, GBAI, Més, BNG y otros partidos menores).

 

Teniendo esto en cuenta, descartamos el bloque separatista para nuestro análisis, y nos centramos en los bloques de izquierda y centro-derecha, así como en los datos de participación.

Con esta información, tenemos este escenario sólo con datos reales e históricos:

evolutivo electoral

Un rápido análisis de la tabla nos muestra varias conclusiones principales (sin entrar en excesivos detalles):

  • A mayor participación, mejores resultados de la izquierda, que gana claramente en votos (1996, 2004, 2008, 2015 y 2019).
  • A menor participación, gran caída en votos de la izquierda y victoria del centro-derecha (2000, 2011 y 2016).
  • El electorado de izquierda es mucho más abstencionista, y cuando no vota repercute en el resultado final por bloques. Las comparativas de los votos en la izquierda de cada año frente a su media, muestra mucha más variabilidad.
  • Cuando la izquierda se moviliza y vota, gana con mucha ventaja al centro-derecha, excepto en 2019.
  • Cuando gana el centro-derecha en votos, lo hace con menos margen, excepto en 2000 y sobretodo 2011.
  • El electorado de centro-derecha es bastante más fiel, y suele votar más masivamente que el de izquierda. Las comparativas de los votos del centro-derecha de cada año frente a su media, muestra escasa variabilidad.
  • Los victorias en votos de un bloque no tienen porqué coincidir con los escaños (que no estamos analizando en este artículo), debido a la peculiar ley electoral española basada en circunscripciones provinciales.

 

Se produce un punto de inflexión en 2015, con la aparición de nuevos partidos y la quiebra del poder mayoritario del viejo bipartidismo. A partir de esas elecciones, la movilización es elevada por la polarización y la tensión política extrema, aunque los picos de movilización no varían en las tendencias por ideología, es decir, si la izquierda se abstiene más, se nota también más en los resultados.

 

Este período de polarización ideológica en España, ha provocado que por primera vez, con una alta participación de casi el 76% en abril de 2019, la izquierda baje por poco de 12 millones de votos y el centro-derecha llegue a casi 11,5 millones (2ª mayor cifra tras 2011), pero aún así, se cumple la tradición de la victoria de la izquierda con alta participación.

 

Con esta información ¿podemos aventurarnos a predecir qué resultados habría en unas posibles nuevas elecciones en noviembre, al menos por bloques ideológicos? Es posible aventurarse, o mejor dicho, es posible arriesgarse, basándonos en la pura observación empírica, pero nada garantiza que lo que sucedió en el pasado vuelva a producirse en el futuro cercano, aunque sí nos ofrece ciertas certezas que ayudarían en posibles estrategias electorales o acciones políticas.

 

Hemos analizado la evolución tanto en subidas como caídas de cada bloque, también respecto a la evolución de la participación, y teniendo en cuenta este histórico de datos, podríamos aventurarnos al siguiente escenario en caso de repetición electoral:

 

  • Posible caída de la participación de entre -3% y -4%, que podría quedarse entre el 71% y el 72% del censo.
  • Esta caída podría perjudicar mucho más a la izquierda, como siempre, aunque algunos condicionantes externos podrían suavizar las caídas o subidas. El “factor Vox” fue determinante en 2019 para la victoria de la izquierda como el “factor Podemos” lo fue en 2016 para que venciera el centro-derecha.
  • La izquierda puede ver peligrar aproximadamente 1 millón de votos si se repiten las elecciones, basándonos en extrapolaciones de anteriores comicios analizados. Contrariamente a lo que algunos opinan, podría igualmente ver bajar sus escaños aunque el PSOE vuelva a quedar primero, y teniendo en cuenta que sólo habría 2 grandes partidos en este flanco ideológico.
  • El centro-derecha, aún bajando la participación, podría no subir en votos, sino también bajar, pero en mucha menor medida que la izquierda, por lo que la repetición le puede beneficiar especialmente para mejorar en escaños. En cierto sentido, el centro-derecha puede estar en máximos de votos en una situación de alta polarización.
  • Las variaciones en votos, alterarían sólo levemente los escaños por bloques, por las características de nuestra ley electoral. Además, la división del centro-derecha en 3 grandes partidos tiene una prima de “castigo” para ellos en traducción de diputados.

 

Con estas consideraciones, especialmente la bajada en participación, los datos concretos podrían quedar más o menos así:

 

  • La izquierda podría obtener entre 10,8 y 11,2 millones votos, lo que le supondría bajar a entre 153 y 159 escaños.
  • El centro-derecha podría alcanzar entre los 11,3 y los 11,5 millones de votos, pudiendo subir a entre 154 y 160 escaños.
  • Como vemos, la repetición electoral podría provocar una gran igualdad tanto en votos como en escaños. Digamos que el centro-derecha se mantendría en votos pero aumentaría escaños por la caída en votos de la izquierda.
  • A la vista de estos posibles resultados, la situación política de bloqueo parlamentario podría continuar. En otras palabras, las elecciones podrían no resolver nada respecto a la situación actual.

 

Por supuesto, estos datos no son más que suposiciones no basadas en datos demoscópicos, que son los que se tendrán que tener en gran parte en cuenta a medida que nos acerquemos a la fecha límite para conseguir una investidura exitosa. En puro período pre-electoral y durante la campaña, las encuestas serán decisivas, como siempre, pero sobretodo para medir tendencias.

 

No obstante, sería un error no considerar los datos históricos de los partidos, los bloques y la participación, en los recientes comicios, especialmente desde el cambio de paradigma electoral de 2015, como hemos comentado ya.

 

Las apelaciones de la izquierda al voto del miedo podrían esta vez hacer que la movilización de su electorado vuelva a ser alta, o al menos mayor de lo que pensamos, pero tampoco nada garantiza eso en una repetición electoral. De todas formas: “los datos están para ser cambiados”.

 

José Miguel Silva

Socio-Fundador del portal www.electocracia.com


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