La recuperación del bipartidismo
Las elecciones municipales del día 26 de mayo van a tener una importancia mayor, si cabe, que las generales del 28 de abril, porque configurarán no sólo el poder territorial sino que determinarán en gran medida la gestión del futuro gobierno de la Nación, en cuanto a pactos estratégicos de legislatura y los pactos tácticos que se buscarán para la gestión de gobierno del día a día.
Se pueden hacer muchos análisis de los resultados de estas elecciones municipales. De hecho, se están haciendo muchos análisis en todos los foros de opinión. Pero hay un análisis muy simple que se puede hacer: el fortalecimiento del bipartidismo clásico español. A mi juicio, estas elecciones generales han supuesto que los grandes partidos tradicionales, es decir, por un lado el PSOE y por otro el PP, se hayan visto fortalecidos en detrimento de los partidos nuevos o incipientes como son Podemos, Vox y en menor medida Ciudadanos.
El PSOE, está claro que ha ganado las elecciones municipales debilitando de forma significativa a su mayor rival ideológico que es Podemos y que, lógicamente, afectará en la negociación que ambos mantengan a partir de ahora de cara a esta Legislatura. El Partido Popular, al que se daba por agonizante – y probablemente lo estuviera hace un mes- ha podido mantener y mantendrá cierto poder territorial que le hará sostener en pie sus estructuras y tendrá tiempo para corregir problemas, perfilar estrategias y hacer un partido a la medida de la nueva dirección, mucho más fortalecido ahora.
Cierto es que este fortalecimiento de los dos grandes partidos se produce en tiempos desiguales, pero con estrategias muy definidas por ambos partidos que han permitido su fortalecimiento. La del PSOE de Sánchez se produce cuando éste accede al poder mediante la moción de censura iniciada el 31 de mayo y culminada el 1 de junio de 2018. El PSOE languidecía hasta entonces con turbulencia internas y con amenazas externas como eran las que le generaba el propio Podemos y también Ciudadanos. Sin embargo, el Presidente de Gobierno de la Nación entonces, Mariano Rajoy, prefirió entregar el poder a Pedro Sánchez antes que convocar unas elecciones donde muy probablemente podría haber sido ganador el partido de Albert Rivera, y el escenario resultante sería, con total seguridad, bien distinto.
Si analizamos la intención de voto en esas fechas –mayo de 2018- el partido Ciudadanos estaba en máximos, muy por encima de la que tenía el PSOE e incluso del propio PP que ejercía la gobernabilidad, pero lastrado por los procesos judiciales abiertos, desgastando significativamente al ejecutivo de Mariano Rajoy. Ciudadanos se situaba cercano al 28% en intención de voto, mientras que PSOE y PP se les situaba empatados en un 21%. Mariano Rajoy, prefirió entregar el gobierno al PSOE para así salvar a los dos partidos, darles tiempo y oxígeno y que uno de ellos accediera al gobierno y que el otro, el PP, se reorganizase internamente y se recompusiese, arruinando así las expectativas de Ciudadanos de entrar como primer partido en el Congreso de los Diputados. El PSOE accede al gobierno y si analizamos la evolución en intención de voto desde ese momento es evidente que es creciente hasta culminar en las elecciones generales del pasado abril donde pasa de 84 diputados a los 123 y consolidar esa potencialidad de voto en estas elecciones municipales, donde rozó el 28% del voto y el 33% en las elecciones europeas. El Partido Popular, en sentido contrario, caería a partir de la moción de censura hasta mínimos históricos, culminando esa caída en las elecciones generales del 28 de abril donde obtuvo un resultado que no superaba el 17% del voto.
El favor es devuelto al Partido Popular en este período electoral. El Partido Popular tenía dos problemas, uno era Ciudadanos y otro era, obviamente, Vox, que crecía a costa del PP y era capaz de captar el electorado más conservador que hasta ese momento monopolizaba el PP. Sánchez, evita convocar las elecciones generales después de las Europeas. Esto hace que el PP se pueda ir recuperando porque de haberlas convocado posteriormente a las Europeas y municipales el voto de castigo que se ejerce, generalmente, en los comicios europeos, hubiese ejercido como caja de resonancia en el electorado español. Esto hubiese dañado de forma considerable al Partido Popular ya que en el momento de las elecciones generales Vox está en máximos en intención de voto y venía de una impresionante irrupción –en cuanto a resultados- en Andalucía. Sin embargo, el electorado conservador que optó por Vox, tal vez decepcionado por la fragmentación del voto y el triunfo en escaños de la izquierda, en las elecciones municipales redirige, en parte, el voto hacia el partido tradicional de referencia y otra parte se desmoviliza. Esto se traduce con que Vox en las elecciones municipales tiene una sangría de más 2 millones de votos respecto a las elecciones generales del mes de abril y el Partido Popular gana casi 700 mil votos.
Por tanto, lo que se puede igualmente concluir, es que ambos partidos tradicionales, PP y PSOE, están en fase de recuperación en tiempos distintos. Veremos ahora cómo pactan, uno en el Gobierno de la Nación y en los distintos territorios autonómicos, donde deberá llegar acuerdos para gobernar, con la excepción de las mayorías absolutas de Extremadura y Castilla-La Mancha, y el otro para conformar gobiernos tan importantes y significativos como son el de la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid que, sin duda, afianzarían la recuperación del Partido Popular.
Rubén Rodríguez Martínez
Presidente de www.electocracia.com