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Populismo en tiempos de la posverdad

Ya ha comenzado la campaña electoral para las legislativas de octubre en la República Argentina, previa celebración de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (“PASO”) en agosto, convarios componentes inéditos que marcan una clara singularidad. La sociedad argentina se encuentra,como pocas veces, dividida por “La Grieta” que separa, ya no sólo ideologías y sus representantes políticos, sino que también hace mella entre amigos y familiares. Polarización la llaman algunos, y podría ser tomada como estrategia electoral por la jefatura de campaña oficialista.Sin embargo el dato central de la coyuntura política reside en el regreso al ruedo electoral, de la personalidad más destacada de los últimos años de la escena política argentina. Estamos hablando de Cristina Fernández de Kirchner (CFK).

Aunque las elecciones legislativas de medio término estén lejos de predecir lo que pasará en la disputa del plato fuerte de 2019 (cuando serán las presidenciales), e incluso poco dicen sobre la “gobernabilidad” de los próximos 2 años (recordemos que hasta aquí, con minoría en el parlamento, el ejecutivo pudo sacar adelante casi todos sus proyectos); no dejan de ser una antesala de crucial importancia para describir la compleja coyuntura, e intentar develar el impredecible futuro.

CFK llega a este momento electoral después de haber atravesado, durante los últimos años, un creciente acoso mediático realizado a la medida del establishment nacional, y que se ha profundizado desde que dejó el poder ejecutivo,al sumárseleuna marcada colaboración judicial, haciendo que la situación se torne casi proscriptiva. A partir de tres causas judiciales sobre temas surtidos, que van desde la acusación de corrupción (condenable, claro está) por recibir coimas al beneficiar a “amigos” en el otorgamiento de obra pública; hasta la acusación de “traición a la patria” (proporcionalmente subjetiva) por firmar un memorándum de entendimiento con Irán (refrendado por el Poder Legislativo) en busca de esclarecer el atentado a la AMIA de la década del 90;pasando por la acusación de liderar una “asociación ilícita” que aprobó la venta de dólar futuro pocos días antes de dejar la presidencia, a un valor que intentaba evitar una posible fuerte devaluación en la gestión subsiguiente, y del cual varios funcionarios del actual gabinete del presidente Macri se beneficiaron, al comprar dólar futuro antes de asumir, y una vez en el gobierno, poniéndole el nuevo precio al dólar.Al respecto consideramos que,en la situación actual del país, resulta difícil separar la paja del trigo. La cultura de la corrupción atraviesa toda la sociedad, y probadamente afecta a todos los partidos políticos, a varios sindicatos, a muchos sectores del poder judicial, a las fuerzas de seguridad, y también a poderosos sectores empresariales. Y si a ello le sumamoslas “presiones” que realizan los grupos concentrados que ejercen el poder fáctico por un lado, y las ambiciones o necesidades de ejercicio de poder, de los políticos de turno, con sus capacidades de influencia… parece casi imposible llegar a la verdad. Por eso, y para centrarnos en lo realmente importante, que a nuestro entender radica en el análisisde las decisiones políticas y económicas, preferimos optar por la presunción de inocencia (o culpabilidad, lo dejaremos a criterio del lector) para todos por igual.

Pero claro que lo hasta ahora descrito, no es el único antecedente de CFK. Durante sus 8 años de presidencia supo generar un fuerte apoyo popular (fue reelecta en 2011 en primera vuelta con el 54% de los votos y una participación del 80%), que quizás explique en parte la situación de persecución descrita. ¿Qué hizo para conseguir tamaño apoyo popular? Para resumirlo diremos que se puso la casaca de heredera de Perón, aquel líder popular que a mediados del siglo pasado suposer el representante de las ideas keynesianas en la Argentina. Aunque cabe aclarar que quizás el rotulo de “Keynesiano” no describa en su totalidad la orientación de las políticas económicas de la década kirchnerista, puesto que por ejemplo el gasto público, más que contracíclico, fue constante.

El kirchnerismotuvo como objetivo centralgenerar crecimiento económico a partir de un mercado interno grande y vigoroso, principalmente (y casi con exclusividad) estimulando la demanda a través del gasto público, y de la subida de salarios (ley de paritarias por sector) en términos reales (todos los años por arriba de la inflación) y en términos relativos de participación en el PIB. Lo que se tradujo en movilidad social ascendente.Pero un dato central es que esto siempre se hizo reconociendo y ampliando derechos (o beneficios, según el lado de la grieta desde el que se mire) de los sectores de menores recursos de la sociedad. Algunos lo llaman populismo, otros lo llaman políticas pro mercado, y algunos otros lo llaman justicia social. Lo cierto es que,para nombrar algunas medidas, a modo ilustrativo diremos que: se creó la Asignación Universal por Hijo (seguro social que da un ingreso monetario fijo por cada hijo, a las familias con empleo en negro –al menos el 35% del mercado laboral argentino- y a desempleados); se creó una moratoria previsional que sumó a 2,5 millones de personas (sin aportes suficientes) al sistema jubilatorio, muchas de ellas mujeres amas de casa, quienes nunca habían realizado aportes previsionales.Al mismo tiempohizo un intento, y decimos intento porque la eficacia fue relativamente baja en este campo, por disputarle el poder fáctico a los grandes grupos económicos concentrados, atendiendo simultáneamente intereses estratégicos populares y nacionales.Las acciones más emblemáticas en este campo fueron: el intento de aplicación de un sistema de retenciones móviles para las exportaciones agropecuarias (trunco al fin, gracias a aquel recordado larguísimo lock-out agrario patronal), en el momento de precios records de los comodities del sector; la creación de la ley de medios audiovisuales (que por amparos judiciales nunca llegó a aplicarse plenamente y hoy está derogada por decreto del actual presidente) que buscó prohibir los monopolios y evitar la concentración de medios; la reestatización de los fondos del sistema de jubilaciones (antes capitalización personal privada, ahora sistema solidario estatal) que hoy por hoy forma la “mayor caja” del estado; y la reestatización del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol, acusando un intento de vaciamiento y probada falta de inversión, que afectaban los objetivos de independencia energética y perjudicaban la balanza comercial nacional.

A partir de estas políticas consiguió duplicar en tamaño la clase media,aumentandosignificativamente la participaciónproporcional del salario en el PIB, el cual creció de U$D128.000 millones en 2003 a U$D583.000 millones en 2015 (ningún año con recesión).

Claro está, y es sabido que todo ejercicio de poder tiene su contrapartida, y que generalmente para poder colocar algo en un sitio, hay que quitarlo de otro. Nade fue gratuito. Por supuesto las fuertes críticas de los liberales no tardaron en aparecer, y con fuerza. Pero uno de los sucesos más relevantes a la hora de analizar las dificultades que debió afrontar, radica en la organizada campaña de ataque y desprestigio propiciada por los 2 o 3 grandes multimedios de comunicación con posición dominante, quienes forman parte medular del establishment argentino, valiéndose de todos los recursos lícitos e ilícitos, incluyendo varias acusaciones probadamente falsas. “Periodismo de guerra” lo llamaron sus autores, aunque quizás la parte de “periodismo” sea algo exagerada. Por otro lado, en el ámbito de organización partidaria, quizás en el que más dificultades de manejo surgieron después de la muerte de Néstor Kirchner,llegaron algunasdeserciones de ministros, quienes se transformaron en oportunistas opositores. El caso deSergio Massa quizás sea el más emblemático, ya que supo ser jefe de gabinete de CFK, y es quien hoy comanda la 3ª fuerza política del país (la autoproclamada “ancha avenida del medio”); al mismo tiempo aparecieron algunos casos de funcionarios cercanos con probados casos de corrupción. Por otro lado, comenzaron las presiones por parte de la vieja burocracia sindical, siempre sedienta de poder y ansiosa por formar parte del reparto de cargos, quienes al recibir negativas, terminaron acercándose a posturas opositoras. Estas situaciones, entre varias otras, fueron llevando a CFK a cerrarse cada vez más en los propios (y fanáticos) en donde se escuchaban unaspocas voces, y se proponía con pocos matices, un solo sentido de circulación. Aislamiento lo llamaron los grandes medios de comunicación, mientras que los propios reclamaban “seguir profundizando el modelo”.

La situación económica tampoco fue siempre holgada. La inflación, la puja distributiva, los mercados concentrados, y por momento algo de atraso cambiario, fueron constituyendo una economía poco competitiva en varios rubros, con precios“caros en dólares”, con las consecuentes dificultades que representa ello para un país que pretende basar una parte importante de su recaudación en la retención a las exportaciones. Las tasas “chinas” de crecimiento económico de los primeros años se vieron suavizadas en los años de la crisis internacional de 2008-2009, aunque nunca se tradujeron en recesión. Pero la crisis internacional, aunque sin generar recesión, comenzó a hacer visible algunos límites del modelo. A la emisión monetaria para financiar déficit fiscal de algunos años, se le sumóescasez de divisas causada por: déficit comercial (segundo mandato), alta demanda de dólares para atesoramiento, baja en los precios de los bienes exportables, y alta dependencia de importaciones en algunos rubros industriales.La inflación resultó casi imposible de controlar, con una demanda vigorosa, más una oferta concentrada con marcados cuellos de botella en cadenas productivas de mercados sensibles (bienes de consumo masivo).Así se fue forjando una situación difícil de superar, que desencadenópor acción o inacción, en algunas decisiones antipopulares(para la clase media). La más emblemática fue la restricción para la compra de moneda extranjera, que derivó en la creación de un mercado de cambio paralelo (ilegal). Tampoco cesaron las presiones devaluatorias de sectores exportadores y se sucedieron varias corridas cambiarias. Por último, no podemos dejar de mencionar el descrédito y la desconfianza que despertó el manejo discrecional de las estadísticas oficiales macroeconómicas, que por ejemplo llevaron a algunos miembros del gabinete de la ex presidenta a declarar que en la Argentina había menos pobres que en Alemania. Parece una táctica ingenua, pero fue real.

Estas situaciones, bien administradas por los opositores,se tradujeron en una merma en el apoyo popular, quesumadas a las dudas que despertó el candidato elegido por CFK para continuar el proyecto, terminaron en la derrota en el ballotage de 2015.

El empresario Mauricio Macri se encuentra del otro lado del ring, y no llega a la contienda con menos acusaciones de corrupción y/o delitos, sino todo lo contrario. Pero como ya hemos dicho anteriormente, dejaremos a criterio del lector investigar el tema. Su aparición en la política fue por fuera de los partidos tradicionales, con el clásico discursoliberal. Pero con el paso del tiempo supo dejar esa estrategiade ideología explícita,y comenzó a formar un partido, no a partir de debates de ideas políticas y económicas, sino apoyándose en la difusión de una trabajada imagen de honestidad, modernidad, neutralidad técnica apolítica,alegría y esperanza. Difundiendoslogansde campaña, a partir de frases con connotación positiva; criticando al kirchnerismo exclusivamente en sus varios puntos débiles, siempre basándose en los temas que mayor malestar social generaban (imposibilidad de compra de dólares, inflación, inseguridad y corrupción);y enumerando objetivos compartidos sin explicar en detalle cómo conseguirlos (“generar trabajo genuino”).

Entonces su campaña para las presidenciales de 2015, vacía de ideas y explicaciones,se centró, por un lado en difundir sus objetivos usando mucho y muy bien las redes sociales: pobreza cero, volveral mundo, terminar con la inflación, unir a los argentinos, generar una revolución de alegría, sincerar la economía, hacer crecer al país siendo que hace 4 años que no crece (dato falaz) y generar una lluvia de inversiones a partir de la confianza que él generaría en los mercados; y por otro lado aclarar que no quitaría ninguno de los derechos reconocidos y otorgados por el kirchnerismo.Su estrategiafue un éxito en vistas de su resultado electoral, más aún sabiendo que dio vuelta un resultado adverso en primera vuelta, y que su núcleo duro electoralmente hablando, difícilmente supere el 25%.

El 10 de diciembre de 2015 encontró a Macri asumiendo la presidencia. Entonces llegó al fin la hora de la verdad, o quizás la hora de disfrutar del inicio de la era de la posverdad. Sus dos primeras medidas fueron: una devaluación del 40% llevando el valor del dólar oficial al valor del mercado “paralelo” (sumando la quita de las restricciones para la compra); yla eliminación de las retenciones a las exportaciones mineras y agropecuarias estimadas en U$D 10 mil millones en 2016. Así comenzó el cambio de paradigma bajo el que se conduciría de allí en más el gobierno. En la década kirchnerista el centro de la atención estuvo en la demanda y sus posibles estímulos. A partir de la asunción de Macri el centro estará en la oferta y los modos de seducirla. Ambos modelos parecen olvidarse de la otra parte.

Así comenzó a verse cuales eran, según su ideología y su modo de ver la economía, los inconvenientes a los que quiso darle solución, y por supuesto la forma de hacerlo. Para “sincerar la economía” y combatir el “despilfarro energético” y el déficit fiscal, dijo que hay un solo camino posible: eliminar los subsidios sobre los servicios públicos (transporte, gas, energía eléctrica, etc.), porque “un servicio subsidiado es un precio mentiroso”. “Abrirse al mundo” resultó ser una apertura indiscriminada de importaciones que asfixia hasta la quiebra al poco competitivo sector industrial interno. Para “terminar con la inflación”(25% en 2015), se reconocen causas exclusivamente monetarias(aunque contradictoriamente también se abren importaciones) y se aplican medidas consecuentes:se suben las tasas que ofrece el banco central al 30% en promedio durante todo el 2016, sumado a un dólar estable y a la eliminación de encajes para inversiones financieras extranjeras, resultó ser el escenario ideal para desarrollar un “carry trade” (“bicicleta financiera” en criollo) descomunal con una tasa superior al 20% anual en dólares. Para financiar el déficit fiscal-comercial y permitir el tipo de cambio libre sin restricciones para la compra, se tomó deuda porU$D 90 mil millones en 18 meses, siendo la deuda más grande tomada nunca por un país emergente en ese lapso de tiempo.

Resumiendo, se cambió el rol del estado, dando por terminado el ciclo de intervencionismo y redistribución del ingreso, para dejar paso a un nuevo ciclo de desregulaciones,libre mercado y seguridades jurídicas en busca de atraer inversiones.Pero detrás de las apariencias liberales, en realidad se esconde un gobierno reaccionario, con un claro espíritu conservador en lo económico, que constantemente favorece la concentración de riqueza, y que está dispuesto a reprimir brutalmente las protestas sociales, y encarcelar opositores sin ser juzgados, como la militante social Milagro Sala (Venezuela y Argentina son los únicos dos países de América con presos políticos, realidad reconocida por la propia CIDH).

Por el momento el resultado de las políticas macristas están siendo: la transferencia de recursos del sector asalariado hacia el sector patronal de 16.000 millones de dólares en 2016;18 meses consecutivos de caída del consumo; 18 meses consecutivos de caída de la actividad industrial;recesión en 2016 de -2,3% (primer año de recesión después de la salida de la crisis 2001-2002); caída del 50% de la inversión extranjera en 2016 respecto 2015 (en 2016 el 80% de la misma fue destinada a la inversión financiera);aumento de la desocupación pasando del 6% al 10% con niveles alarmantes de más del 20% entre los jóvenes;inflación del 42% en 2016 (la más alta desde la hiperinflación de Alfonsín en 1989); 1 millón de nuevos pobres;sin entrar a detallar el incumplimiento de las promesas de campaña,y con variasaristas más, que sería poco práctico enumerar en las presentes líneas.

A pesar de todo ello, en los últimos meses, de la mano de 3 sectores: el agroexportador, el financiero y el de la construcción (obra pública), los indicadores estadísticos muestran un crecimiento de la economía que estría poniéndole fin al tan temido proceso de estanflación del 2016. Aunque la inflación siga sin control y los sectores que empujan el crecimiento no son los principales generadores de empleo, sino que son rubros (excepto el de la construcción) que favorecen la concentración de riqueza.

La justificación del camino elegido es que si no se tomaban estas medidas, la crisis hubiese sido peor aún. El mensaje es “hacer un esfuerzo hoy, para poder disfrutar mañana”.

Entonces bien, cabe preguntarnos: ¿Es esta una crisis autoinfligida para justificar más ajuste y un achicamiento del estado? ¿Es posible combatir sustentablemente el déficit a partir de la reducción de impuestos a los sectores más pudientes, a la toma de deuda externa y a la quita de subsidios? ¿Es beneficioso para el interés nacional intentar frenar la inflación a costa de la desaparición de miles de PyMES (poco competitivas, pero que generan el 80% del trabajo privado), y a la promoción de una descomunal “bicicleta financiera”? ¿Es pertinente intentar generar crecimiento basado en la inversión directa extranjera, siendo que el 75% de la demanda agregada se explica por el mercado interno? Y en todo caso, ¿Se puede crecer con salarios a la baja,siendo que el consumo particular doméstico tiene tanta ponderación? ¿Es posible atraer inversiones a partir de seguridades jurídicas con un mercado interno que se achica y una economía en recesión?

Pero como ya hemos dicho estamos en tiempo electoral. Y hay tácticas y estrategias para todos los gustos, y viceversa. El oficialismo ha elegido cambiar la estrategia conciliadora en lo discursivo basada en slogans sin contenido (que los ha llevado a ganar la presidencia), para adoptar una postura de discurso duro hablándole a los propios (como antaño hizo la anterior gestión), confrontando eintentando polarizarcon CFK.Haciendo promesas explicitas de profundización del modelo de ajuste del gasto y liberalización de los mercados, descansando en la creencia que el trabajo de convencimiento sobre la pertinencia del camino elegido, ya está hecho. Simultáneamenteparece estar dejando poco a poco atrás la etapa de culpar a “la pesada herencia” por todos los males actuales, y de los ataques directos a CFK (los focus group, organizados periódicamente para evaluar la aceptación de medidas de gobierno y tácticas electorales, les están mostrando que no pueden exprimir más ese recurso). De todos modos, sin ataques tan constantes como en otro momento, intentan convencer de que esta elección“no se trata de la gestión actual, sino que se trata de hacer que no vuelva el pasado”. Es una apuesta arriesgada, porque la economía y los mercados hasta el momento le han dado la espalda, y esta estrategia depende exclusivamentede lograr (comunicación 100%) que la ciudadanía elija tener esperanza en que las mejoras llegarán más adelante, al seguir este camino.

Del otro lado,el peronismo progresista, que con muchísimasdificultades logró agrupar al 90% de los políticos y partidos afines, quienes luego de una primera etapa de aparente renovación y disputa del liderazgo del movimiento, terminaron aceptando la conducción de CFK (sólo quedó fuera su ex ministro Randazzo, quien competirá en otro espacio electoral). La estrategia también tuvo un giro importante si se toma como referencia la última campaña electoral, sobre todo en lo comunicacional. A diferencia del 2015 (el candidato Scioli perdió en el ballotage 51% a 49%) en donde proponía profundizar racionalmente el modelo, pero siempre hablándole más a los propios que a los ajenos; esta vez elige un discurso muy crítico pero intentando evitar fanatismos ideológicos. Hablándole al conjunto de la ciudadanía, queriendo correr del eje al núcleo duro y a la populosa militancia. Prometiendo resolver los problemas inmediatos cotidianos y evitando hablar demasiado de políticas a largo plazo. Frenar la suba de precios en los alimentos (con leyes que regulen fuertemente el mercado), frenar el ajuste, frenar “el tarifazo” en servicios públicos.Evitando los discursos extensos con muchos tecnicismos. Dando una imagen más moderna e intentando comunicar con más eficiencia (parece que descubrieron las redes sociales y su importancia).

Todo está por verse, el resultado es incierto… y aunque no se lo exponga en forma explícita constantemente, estamos presenciando una disputa binaria, para poder llevar adelante la implantación de un modelo de país, uno totalmente contrapuesto al otro. El poder, ¿está en la ciudadanía? Por lo pronto estamos en condiciones de asegurar que en pocas semanas, cada ciudadano pondrá una papeleta en la urna.

Juan Sebastián Rapoport

Lic. en Administración. FCE. UBA.

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