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Autor: admin

Análisis y datos ante la posible repetición electoral.

Tras el reciente y fracasado intento de investidura de Pedro Sánchez, los días 23 y 25 de julio, legalmente se abre un período de unos 2 meses para intentar otra nueva investidura. Si el 22 de septiembre no hay candidato investido presidente, se disolverán las Cortes el día 23 y se convocarán nuevas elecciones generales para el domingo 10 de noviembre de 2019. Serían los cuartos comicios legislativos en España en casi 4 años, todo un récord sin precedentes en nuestra historia política.

Centrándonos sólo en los aspectos políticos y electorales de esa nueva y posible cita de otoño, ¿qué resultado habría? ¿se producirían movimientos de voto entre partidos? ¿entre bloques? ¿seguiríamos sin posibles mayorías de gobierno? Son muchas preguntas las que la opinión pública, los medios y los especialistas se harían, y para ello sin duda la demoscopia basada en encuestas será una buena opción que satisfaga temporalmente el interés sobre la evolución de la intención de voto de los partidos, o las posibles sumas en escaños para formar gobierno.

 

Pero ¿hay vida en el análisis electoral más allá de la demoscopia basada en encuestas? Por supuesto, y es una opción complementaria y totalmente necesaria tener en cuenta. Se trata de los datos reales históricos de anteriores comicios electorales. Analizar con detalle los resultados que se han producido en nuestro país también nos puede ayudar a entender posibles escenarios en una repetición electoral en noviembre.

 

Si consideramos para nuestro breve análisis las últimas 8 elecciones, desde marzo de 1996 a las más recientes de abril de 2019, podemos obtener unas conclusiones muy interesantes analizando la evolución del voto por partido y especialmente por bloques ideológicos, incluso sin recurrir a encuestas, que sí son imprescindibles para calibrar momentos concretos pre y post elecciones desde ahora. Pero los datos históricos son invariables, son los que son y están ahí para analizarlos, y nos desvelan certezas en el pasado, aunque eso no significa que se vayan a volver a repetir en el futuro.

 

En un ejercicio de concreción, sujeto por supuesto a cualquier otra interpretación, hemos agrupado en esos 8 comicios electorales los votos por bloques ideológicos:

 

  • Izquierda (PSOE, IU, Podemos y sus confluencias, PACMA y otros partidos menores no separatistas);
  • Centro-Derecha (PP, UPyD, CC, Ciudadanos, Vox y otros partidos menores no separatistas);
  • Separatistas (ERC, CiU-CDC-JxCAT, PNV, EH Bildu, GBAI, Més, BNG y otros partidos menores).

 

Teniendo esto en cuenta, descartamos el bloque separatista para nuestro análisis, y nos centramos en los bloques de izquierda y centro-derecha, así como en los datos de participación.

Con esta información, tenemos este escenario sólo con datos reales e históricos:

evolutivo electoral

Un rápido análisis de la tabla nos muestra varias conclusiones principales (sin entrar en excesivos detalles):

  • A mayor participación, mejores resultados de la izquierda, que gana claramente en votos (1996, 2004, 2008, 2015 y 2019).
  • A menor participación, gran caída en votos de la izquierda y victoria del centro-derecha (2000, 2011 y 2016).
  • El electorado de izquierda es mucho más abstencionista, y cuando no vota repercute en el resultado final por bloques. Las comparativas de los votos en la izquierda de cada año frente a su media, muestra mucha más variabilidad.
  • Cuando la izquierda se moviliza y vota, gana con mucha ventaja al centro-derecha, excepto en 2019.
  • Cuando gana el centro-derecha en votos, lo hace con menos margen, excepto en 2000 y sobretodo 2011.
  • El electorado de centro-derecha es bastante más fiel, y suele votar más masivamente que el de izquierda. Las comparativas de los votos del centro-derecha de cada año frente a su media, muestra escasa variabilidad.
  • Los victorias en votos de un bloque no tienen porqué coincidir con los escaños (que no estamos analizando en este artículo), debido a la peculiar ley electoral española basada en circunscripciones provinciales.

 

Se produce un punto de inflexión en 2015, con la aparición de nuevos partidos y la quiebra del poder mayoritario del viejo bipartidismo. A partir de esas elecciones, la movilización es elevada por la polarización y la tensión política extrema, aunque los picos de movilización no varían en las tendencias por ideología, es decir, si la izquierda se abstiene más, se nota también más en los resultados.

 

Este período de polarización ideológica en España, ha provocado que por primera vez, con una alta participación de casi el 76% en abril de 2019, la izquierda baje por poco de 12 millones de votos y el centro-derecha llegue a casi 11,5 millones (2ª mayor cifra tras 2011), pero aún así, se cumple la tradición de la victoria de la izquierda con alta participación.

 

Con esta información ¿podemos aventurarnos a predecir qué resultados habría en unas posibles nuevas elecciones en noviembre, al menos por bloques ideológicos? Es posible aventurarse, o mejor dicho, es posible arriesgarse, basándonos en la pura observación empírica, pero nada garantiza que lo que sucedió en el pasado vuelva a producirse en el futuro cercano, aunque sí nos ofrece ciertas certezas que ayudarían en posibles estrategias electorales o acciones políticas.

 

Hemos analizado la evolución tanto en subidas como caídas de cada bloque, también respecto a la evolución de la participación, y teniendo en cuenta este histórico de datos, podríamos aventurarnos al siguiente escenario en caso de repetición electoral:

 

  • Posible caída de la participación de entre -3% y -4%, que podría quedarse entre el 71% y el 72% del censo.
  • Esta caída podría perjudicar mucho más a la izquierda, como siempre, aunque algunos condicionantes externos podrían suavizar las caídas o subidas. El “factor Vox” fue determinante en 2019 para la victoria de la izquierda como el “factor Podemos” lo fue en 2016 para que venciera el centro-derecha.
  • La izquierda puede ver peligrar aproximadamente 1 millón de votos si se repiten las elecciones, basándonos en extrapolaciones de anteriores comicios analizados. Contrariamente a lo que algunos opinan, podría igualmente ver bajar sus escaños aunque el PSOE vuelva a quedar primero, y teniendo en cuenta que sólo habría 2 grandes partidos en este flanco ideológico.
  • El centro-derecha, aún bajando la participación, podría no subir en votos, sino también bajar, pero en mucha menor medida que la izquierda, por lo que la repetición le puede beneficiar especialmente para mejorar en escaños. En cierto sentido, el centro-derecha puede estar en máximos de votos en una situación de alta polarización.
  • Las variaciones en votos, alterarían sólo levemente los escaños por bloques, por las características de nuestra ley electoral. Además, la división del centro-derecha en 3 grandes partidos tiene una prima de “castigo” para ellos en traducción de diputados.

 

Con estas consideraciones, especialmente la bajada en participación, los datos concretos podrían quedar más o menos así:

 

  • La izquierda podría obtener entre 10,8 y 11,2 millones votos, lo que le supondría bajar a entre 153 y 159 escaños.
  • El centro-derecha podría alcanzar entre los 11,3 y los 11,5 millones de votos, pudiendo subir a entre 154 y 160 escaños.
  • Como vemos, la repetición electoral podría provocar una gran igualdad tanto en votos como en escaños. Digamos que el centro-derecha se mantendría en votos pero aumentaría escaños por la caída en votos de la izquierda.
  • A la vista de estos posibles resultados, la situación política de bloqueo parlamentario podría continuar. En otras palabras, las elecciones podrían no resolver nada respecto a la situación actual.

 

Por supuesto, estos datos no son más que suposiciones no basadas en datos demoscópicos, que son los que se tendrán que tener en gran parte en cuenta a medida que nos acerquemos a la fecha límite para conseguir una investidura exitosa. En puro período pre-electoral y durante la campaña, las encuestas serán decisivas, como siempre, pero sobretodo para medir tendencias.

 

No obstante, sería un error no considerar los datos históricos de los partidos, los bloques y la participación, en los recientes comicios, especialmente desde el cambio de paradigma electoral de 2015, como hemos comentado ya.

 

Las apelaciones de la izquierda al voto del miedo podrían esta vez hacer que la movilización de su electorado vuelva a ser alta, o al menos mayor de lo que pensamos, pero tampoco nada garantiza eso en una repetición electoral. De todas formas: “los datos están para ser cambiados”.

 

José Miguel Silva

Socio-Fundador del portal www.electocracia.com

Elecciones, Elecciones generales, España, Investidura, Pedro Sánchez, Política, Repetición electoral

La recuperación del bipartidismo

Las elecciones municipales del día 26 de mayo van a tener una importancia mayor, si cabe, que las generales del 28 de abril, porque configurarán no sólo el poder territorial sino que determinarán en gran medida la gestión del futuro gobierno de la Nación, en cuanto a pactos estratégicos de legislatura y los pactos tácticos que se buscarán para la gestión de gobierno del día a día.

Se pueden hacer muchos análisis de los resultados de estas elecciones municipales. De hecho, se están haciendo muchos análisis en todos los foros de opinión. Pero hay un análisis muy simple que se puede hacer: el fortalecimiento del bipartidismo clásico español. A mi juicio, estas elecciones generales han supuesto que los grandes partidos tradicionales, es decir, por un lado el PSOE y por otro el PP, se hayan visto fortalecidos en detrimento de los partidos nuevos o incipientes como son Podemos, Vox y en menor medida Ciudadanos.

El PSOE, está claro que ha ganado las elecciones municipales debilitando de forma significativa a su mayor rival ideológico que es Podemos y que, lógicamente, afectará en la negociación que ambos mantengan a partir de ahora de cara a esta Legislatura. El Partido Popular, al que se daba por agonizante – y probablemente lo estuviera hace un mes- ha podido mantener y mantendrá cierto poder territorial que le hará sostener en pie sus estructuras y tendrá tiempo para corregir problemas, perfilar estrategias y hacer un partido a la medida de la nueva dirección, mucho más fortalecido ahora.

Cierto es que este fortalecimiento de los dos grandes partidos se produce en tiempos desiguales, pero con estrategias muy definidas por ambos partidos que han permitido su fortalecimiento. La del PSOE de Sánchez se produce cuando éste accede al poder mediante la moción de censura iniciada el 31 de mayo y culminada el 1 de junio de 2018. El PSOE languidecía hasta entonces con turbulencia internas y con amenazas externas como eran las que le generaba el propio Podemos y también Ciudadanos. Sin embargo, el Presidente de Gobierno de la Nación entonces, Mariano Rajoy, prefirió entregar el poder a Pedro Sánchez antes que convocar unas elecciones donde muy probablemente podría haber sido ganador el partido de Albert Rivera, y el escenario resultante sería, con total seguridad, bien distinto.

Si analizamos la intención de voto en esas fechas –mayo de 2018- el partido Ciudadanos estaba en máximos, muy por encima de la que tenía el PSOE e incluso del propio PP que ejercía la gobernabilidad, pero lastrado por los procesos judiciales abiertos, desgastando significativamente al ejecutivo de Mariano Rajoy. Ciudadanos se situaba cercano al 28% en intención de voto, mientras que PSOE y PP se les situaba empatados en un 21%. Mariano Rajoy, prefirió entregar el gobierno al PSOE para así salvar a los dos partidos, darles tiempo y oxígeno y que uno de ellos accediera al gobierno y que el otro, el PP, se reorganizase internamente y se recompusiese, arruinando así las expectativas de Ciudadanos de entrar como primer partido en el Congreso de los Diputados. El PSOE accede al gobierno y si analizamos la evolución en intención de voto desde ese momento es evidente que es creciente hasta culminar en las elecciones generales del pasado abril donde pasa de 84 diputados a los 123 y consolidar esa potencialidad de voto en estas elecciones municipales, donde rozó el 28% del voto y el 33% en las elecciones europeas. El Partido Popular, en sentido contrario, caería a partir de la moción de censura hasta mínimos históricos, culminando esa caída en las elecciones generales del 28 de abril donde obtuvo un resultado que no superaba el 17% del voto.

El favor es devuelto al Partido Popular en este período electoral. El Partido Popular tenía dos problemas, uno era Ciudadanos y otro era, obviamente, Vox, que crecía a costa del PP y era capaz de captar el electorado más conservador que hasta ese momento monopolizaba el PP. Sánchez, evita convocar las elecciones generales después de las Europeas. Esto hace que el PP se pueda ir recuperando porque de haberlas convocado posteriormente a las Europeas y municipales el voto de castigo que se ejerce, generalmente, en los comicios europeos, hubiese ejercido como caja de resonancia en el electorado español. Esto hubiese dañado de forma considerable al Partido Popular ya que en el momento de las elecciones generales Vox está en máximos en intención de voto y venía de una impresionante irrupción –en cuanto a resultados- en Andalucía. Sin embargo, el electorado conservador que optó por Vox, tal vez decepcionado por la fragmentación del voto y el triunfo en escaños de la izquierda, en las elecciones municipales redirige, en parte, el voto hacia el partido tradicional de referencia y otra parte se desmoviliza. Esto se traduce con que Vox en las elecciones municipales tiene una sangría de más 2 millones de votos respecto a las elecciones generales del mes de abril y el Partido Popular gana casi 700 mil votos.

Por tanto, lo que se puede igualmente concluir, es que ambos partidos tradicionales, PP y PSOE, están en fase de recuperación en tiempos distintos. Veremos ahora cómo pactan, uno en el Gobierno de la Nación y en los distintos territorios autonómicos, donde deberá llegar acuerdos  para gobernar, con la excepción de las mayorías absolutas de Extremadura y Castilla-La Mancha,  y el otro para conformar gobiernos tan importantes y significativos como son el de la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Madrid que, sin duda, afianzarían la recuperación del Partido Popular.

 

Rubén Rodríguez Martínez

Presidente de www.electocracia.com

 

 

 

Bipartidismo, Ciudadanos, Elecciones generales, Pablo Casado, Pedro Sánchez, Política, PP, Vox

La incógnita es el PP

Cuando en el mes de junio de 2018 Pablo Casado se hacía con los mandos del Partido Popular en dura pugna con Soraya Sáenz de Santamaría, se abría en el PP un hálito de ilusión política e ideológica de revancha por el tiempo perdido en la desmovilización. El partido iba a ser manejado por un joven político –y su equipo- educado en los principios básicos y clásicos de la derecha española. La formación venía de una desmovilización ideológica de años basada en un abandono de los valores, doctrinas y referentes clásicos del partido hegemónico, quizá más orientado hacia el pragmatismo del presidente Rajoy por resolver los acuciantes problemas macroeconómicos que nos había dejado una grave crisis económica, que a reforzar las ideas políticas de un partido en un entorno político interno cambiante y en un entorno externo aún más cambiante, sólo había que mirar qué ocurría en Francia con los partidos clásicos de la derecha y las nuevas fuerzas emergentes.

Pablo Casado se puso manos a la obra preparándose para hacer frente, por un lado al PSOE de Pedro Sánchez, que había ¨asaltado¨ el gobierno –y se reforzaba progresivamente por la inercia del ejercicio del poder- y por otro lado, a tratar de recuperar el espacio perdido en el entorno y lugar del centro-derecha. Por tanto, uno de los objetivos estratégicos de los nuevos gestores del PP era volver a consolidar al partido como la principal formación de la derecha española, tratando de contener a Ciudadanos que le restaba votos por el centro y además, a controlar el crecimiento de una formación como Vox que venía o se inspiraba en los principios fundacionales del PP, o sea, en Alianza Popular. Estos retos eran los que Pablo Casado y su equipo tenían que tratar de afrontar de forma urgente y gestionar para volver a ser el partido que en su momento fue, con el objetivo de poder afrontar unas futuras elecciones con garantías mínimas, sino de ganarlas, de al menos ser el principal partido de la derecha, o sea, de obtener un resultado que le distancie de su perseguidor para poder tener alguna mínima garantía de llegar a acuerdos de investidura, y tener así alguna opción de gobernar frente ¨a las izquierdas¨ y sus aliados nacionalistas de todo tipo.

Qué duda cabe que no era una empresa fácil. Probablemente no son los mismos tiempos y circunstancias las actuales que lo eran las de 1986 o las de 1996 cuando el Partido Popular monopolizaba y mandaba en el centro-derecha nacional, desplazando a otras formaciones a su desaparición como ocurrió inicialmente con UCD, o posteriormente con el CDS. Es obvio que la sociedad ahora tiene exigencias y demandas bien diferentes a las que había entonces. Bien, pues parece que el nuevo PP de Casado no ha podido afrontar esta compleja pero esencial tarea existencialista. Vemos que Ciudadanos está sumando personas de relevancia significativa a sus filas provenientes del Partido Popular. Si ya sumó al ex presidente de Baleares, Bauzá, ahora lo hace con un presidente en activo por el propio Partido Popular, que además es el presidente de la comunidad autónoma más importante por PIB de España como es la Comunidad de Madrid. Deserciones de históricos como las de Martínez Vidal o Íñigo Henríquez en Madrid hacia Vox; guerras internas como la de Asturias entre Mercedes Fernández y el propio Casado, que fue confirmada en su momento como la candidata del PP al Principado de Asturias y luego fue sustituida por la oficialista Teresa Mallada, o la guerra en la Diputación de Ávila cuyo presidente crea otro partido al tiempo que sigue siendo presidente de dicha Diputación; espantadas como la designada Ruth Beitia en Cantabria para volver al punto inicial con Sáenz de Buruaga. Rebeliones de las bases del PP en Baleares contra la sede central “genovesa”, es decir, contra la candidata oficialista,  María Salom, que fue reemplazada in extremis, dejan al partido con una imagen de gestión interna estos diez meses muy deteriorada y que probablemente tenga su repercusión en las elecciones del 28 de abril.

 

Logos principales del partido popular desde su fundación.

A todo esto hay que añadir, para mayor desgracia del PP, que Vox podría obtener un resultado muy superior al estimado en las encuestas que se han ido ofreciendo desde hace meses, cuyo mejor resultado lo sitúan en un 13%. Hay estudios recientes que hemos manejado en Electocracia que estiman que Vox podría estar más cercano al 16% que a ese 12-13%, lo cual significa que el PP podría estar por debajo del 20% (lo que supone una pérdida respecto a 2016 de más de 13 puntos), al tiempo que Rivera podría estar recuperando enteros ganados en los dos debates televisivos donde fue mucho más incisivo con Pedro Sánchez que ningún otro candidato, mientras recluta referentes para su causa a 4 días de unas elecciones como el todavía presidente de la Comunidad Madrid por el Partido Popular, Ángel Garrido.

Probablemente uno de los mayores errores de Casado y de su equipo de gobierno ha sido no valorar el trabajo de los altos cargos y de los cargos intermedios que han estado trabajando en los tiempos pasados en el partido. Cuando lo óptimo hubiese sido contener a estos cargos, y máxime ante un período electoral que no sólo era previsible sino que se sabía que estaba a la puerta de la esquina a fin de evitar fugas a otras formaciones, tensiones y rebeliones internas. Un ejemplo contrario a esto es lo que hace en Andalucía, donde mantiene a Juan Manuel Moreno sin ser afín a su lucha partidista y apoyando éste a la candidata Soraya, pero la realidad es que Juan Manuel Moreno da un resultado efectivo pese no tener un gran resultado electoral. Y, ¿porqué mantiene a Moreno Bonilla? La respuesta es porque hay un período electoral en puertas y relevar lo hubiera sido un error. Se mantiene y luego en función de resultados se tomaría una decisión. Sin embargo, esta receta no la aplica en los casos anteriores donde, igualmente, hay períodos electorales. Está claro que esto se ha dimensionado de forma no correcta.

Al igual que el populismo de izquierdas estuvo a punto de laminar al PSOE con cuatro ideas relativamente sencillas que calaron de manera muy profunda en el electorado español de la izquierda durante los años de la crisis (no pagar la deuda a los bancos; vivienda gratuita de los bancos para todos paralizando los desahucios; renta básica para todos e ir contra la casta oligárquica que nos dirigía). Ahora el Partido Popular tiene que luchar contra las ideas y mensajes de Vox, que muchos de ellos no dejan de tener cierta dosis de populismo de sentido contrario (dado que lo más sólido de Vox es su programa económico, sin embargo no es el motivo por lo que más potenciales votantes está captando); por ejemplo, todo lo referido a la supresión de las autonomías y la revisión de nuestra configuración administrativa de 1978 (hay una visión en el electorado conservador que parte de nuestros problemas económicos y en particular los vinculados al déficit del estado viene por el oneroso coste de las autonomías); lo concerniente a las relaciones de género y a la derogación de la Ley Integral de Violencia de Género (que cala en un electorado masculino y en su entorno que han sufrido, por ejemplo, agravios en las situaciones de divorcio); la sensación de impunidad frente a los delincuentes (donde se perciben leyes muy laxas frente al delito); el problema de las fronteras y la inmigración (donde se interpreta el descuido y coladero de nuestras fronteras) y el dominio sobre el concepto del nacionalismo español (exacerbado por los procesos políticos en Cataluña y País Vasco, en particular, así como el resurgimiento de los nacionalismos en Baleares, Navarra, Comunidad Valenciana…), entre otras.  El PP no ha sido capaz de desmontar el constructo de Vox, sencillo pero “directo al corazón” del votante de derechas, que ha supuesto su migración. El Partido Popular debió poner el énfasis absoluto en que es el único partido que puede ofrecer garantías de gobernabilidad serias resolviendo los problemas de los ciudadanos y contrarrestando los mensajes de su mayor adversario político que ahora es Vox, potenciar un programa económico basado en el empleo, en la creación de riqueza y en la seguridad jurídica. Esto probablemente se haya ido fraguando en los años anteriores a Pablo Casado cuando el Partido Popular perdió su esencia doctrinal, abrazó ideas de la socialdemocracia y renunció a muchas de las ideas y conceptos del conservadurismo social y del liberalismo económico, al tiempo que ideas de izquierda iban colonizando espacios sin contrapeso por parte de la derecha española, quedando sus votantes incrédulos y viendo cómo la izquierda se reforzaba ideológicamente y hacía prevalecer sus ideas en el universo ideológico de la sociedad.

Rubén Rodríguez Martínez

Presidente de www.electocracia.com

 

 

 

Ángel Garrido, Ciudadanos, Elecciones generales, Pablo Casado, Pedro Sánchez, Política, PP, Vox

Un primer debate para los indecisos

Si pensamos que uno o dos debates en televisión van a inclinar la balanza o darnos más votos es que no hemos analizado las audiencias.  Tampoco el comportamiento de los electores en los últimos años o los últimos resultados electorales en otros países. Desde el debate de Rajoy y Zapatero en 2011, que consiguió una audiencia de más de 13.000.000 de televidentes, hemos asistido a un descenso general en todos los celebrados en televisión. Cerca de 9,2 Millones tuvo el de Antena 3 y la Sexta en que ya participaron los principales partidos en 2015. Los dos que nos han preparado para la cita del Domingo 28 de Abril, ayer en TVE y hoy en AtresMedia, repartirán las audiencias, y ya tenemos datos del primero de ayer en RTVE, que no ha estado nada mal, porque alcanzó los 8,8 Millones.

Entrando en números, sobre un total de supuesta participación electoral media de un 74% (que ya es decir), y una audiencia de 8,8 millones, ayer tuvimos una audiencia que votará de unos 6,5 Millones. Si aplicamos que un 20% podrían estar indecisos anoche, tenemos un total de 1.302.400 votantes indecisos potenciales. Por los datos que se han estudiado tras los debates, también sabemos que aproximadamente un 20% de los que lo han visto y estaban indecisos terminan decidiéndose.

Ya sabemos cuál es el targeting total. En el debate de ayer habría unos 260.480 votos que ya se han decidido.  Se repartiría de la siguiente manera, según los datos de inclinación ideológica.

Indecisos sobre el total de la audiencia target (Intra bloques) de Centro-Derecha: PP o VOX, Cs o Vox, Cs o PP, (aprox. 50% del total de indecisos) = 130.240 votantes.

Indecisos sobre el total de la audiencia target (Entre bloques) de Centro: PSOE o Cs, y PP o PSOE, (aprox. 20% del total de indecisos)= 52.096 votos.

Indecisos sobre el total de la audiencia target (Intra bloques) de Izquierda: PSOE y Podemos: (aprox. 30% del total de indecisos) = 78.144 votos.

Imagen: Valoraciones de medios. Fuente: Twitter.

Una vez analizadas las votaciones tras el debate, si aplicamos al total de indecisos los porcentajes. Tenemos una estimación de los votos conseguidos. En el caso del claro ganador de ayer, Albert Rivera de Ciudadanos, se estimaría en un 34% de su targeting de audiencia de indecisos provenientes de los anteriores bloques. Daría un total de unos 88.563 votantes se habría inclinado ya por Rivera. Este dato traducido a la realidad supone décimas pero también es cierto que puede inclinar la balanza en algunas provincias para conseguir escaños. Lo importante no es solo lo que se consigue de voto nuevo de los indecisos, que es poco, y casi siempre inferior al 1%. La clave hoy es lo que se puede hacer en un debate para desmovilizar a los rivales, especialmente al del bloque contrario.

Esta noche veremos el segundo debate. Será más complejo porque tendremos algunos periodistas disparando preguntas. No será tan fácil salir ganador, pero será sin duda igual o más interesante que el de ayer. Veremos si hay más indecisos que se deciden o prefieren dejar su elección para el último día.

 

José Manuel San Millán

Socio Director de www.targetpoint.es 

y asociado al portal www.electocracia.com 

 

 

Albert Rivera, Ciudadanos, Debate, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Podemos, Política, PP, PSOE, Vox

Primarias o Celebrities.

Los partidos políticos se preparan concienzudamente. Como no puede ser de otra manera claro está, para el conjunto de elecciones a las que se someterá nuestro país en dos meses. Estas son generales, europeas, autonómicas y municipales. Esa preparación como cualquier organización que salga a un mercado a competir, en este caso al cambiante y cada vez más complejo mercado electoral, se hace desde el tacticismo organizacional. Bien pudiera tener un símil claro en el ámbito deportivo colectivo. Para ello se busca, y últimamente con más intensidad si cabe, el fichaje impactante y si puede ser del contrario, mejor y más impactante será, a su vez.

Estamos viendo movimientos tácticos dentro de los partidos políticos. El objetivo es atraer o fichar a aquellas personas que siendo políticos o no, puedan ofrecer un mayor impacto social y mediático. Estas maniobras se hicieron en ocasiones concretas a lo largo de la historia de nuestras elecciones. Generalmente cuando un partido tenía que ofrecer una imagen de impacto regeneracionista y renovadora. Eliminando dosis de endogamia de partido. Ejemplo de ello fue cuando Felipe González fichó para las elecciones de 1993 como número dos por Madrid al entonces juez Garzón. Imagen viva de la lucha contra el crimen organizado en ese momento. Hoy en día, con más intensidad si cabe, todos los partidos políticos han salido al mercado de fichajes electorales.

Imagen: Líder mediático. Fuente: voterstudygroup.org

Vemos como Pedro Sánchez en apuesta propia ficha a ex entrenador nacional de baloncesto, Pepu Hernández para Madrid. Cómo el partido Ciudadanos le da carnet a la que ha sido presidenta de las Cortes de Castilla y León, Silvia Clemente. Que pide su baja por los desencuentros personales con el presidente del PP de esa comunidad. En Baleares ha captado para la causa al director general de la Policía y Guardia Civil, Joan Mesquida.

Vemos como el PP ha fichado al deportista y presentador Pedro Aguado. Imagen viva de la regeneración individual y superación personal.

Podemos se hizo en su momento con los servicios del ex JEMAD de las Fuerzas Armadas. Cargo de confianza plena del PSOE, el general del Aire José Julio Rodríguez.

Así, probablemente, iremos viendo fichajes estrella en todos los partidos que concurran a unas elecciones. Tanto ahora como en el futuro. Es la época de la política de las celebrities. No importa tanto el programa, pesa más el relato de quién es el político.

¿Podríamos decir que estamos ante la era de la telebasura política?

Parece que los partidos políticos estén más preocupados en ofrecer al exterior la imagen de acomodo de personalidades relevantes atraídos por un proyecto político y lo que suponen esas personas. Tanto por su origen como por su actividad así como el impacto que tiene atraerlas a su formación. Más que en ofrecer un programa político a la sociedad a efecto de solucionar los problemas reales de la ciudadanía, para mejorar la vivencia de las personas. Luego, ya sabemos que la política real la hacen los técnicos en las administraciones y otras muchas nos vienen impuestas desde Bruselas.

Efectivamente, esto no es algo nuevo. Los partidos suelen hacer estas maniobras de captación de nuevas referencias buscando el efecto doble. Por un lado atraer la atención de los medios.  Es decir, del conjunto de la sociedad con el impacto de la atracción sorpresiva.  Por otro lado, desconcertar a los contrarios o rivales con tales fichajes. Si pueden ser los fichados personajes notables provenientes de esos rivales, mayor será el desconcierto en la casa o partido ajeno y mayor desprestigio social y político para el rival en el corto plazo.  Con ello se muestra el mensaje implícito de que quien se va lo hace porque la formación de la que migra no es digna de militancia de personas con principios y valores y a donde se va lo hace con la garantía plena de ser una formación de principios éticos y morales sin igual.

Imagen: Los idus de marzo. Fuente: filmaffinity.com

Similares a las motivaciones, en cuanto al impacto, que se exponían en la película ¨Los Idus de Marzo¨ de Clooney, aunque con distinto resultado. Cuando se ficha al asesor del partido contrario, con el único fin de generar desestabilización y perjuicio, más que aprovechar la experiencia y conocimiento del fichaje ya que era descartado una vez fichado. Quedando inhabilitado para la profesión por tránsfuga. Dado que ya no podía regresar de donde procedía.

Todo esto que está muy bien y probablemente lo hagan todos los partidos políticos. Pero, también supone que se generen graves tensiones internas organizativas en el seno de las formaciones. Generalmente poco valoradas por los líderes políticos que han tomado tal decisión de salir a fichar.

Por un lado con un fichaje de estas magnitudes han conseguido abrir los telediarios y en los diarios matutinos y digitales. Consiguen la pole informativa del día. Por otro y en otros muchos casos, los partidos han conseguido armar una guerra interna y provocar desajustes en sus filas y cuadros.  Se sienten ninguneadas las personas sobre las que ¨cae el o la paracaidista¨ y rival político hasta ese mismo momento. Convirtiéndose a partir de ahora en enemigo.

Claro, los que llevan dando la cara en los últimos años, han levantado el partido en un territorio. En ocasiones hostil a la formación y han configurado sus equipos de confianza se ven en la situación extrema de ser desautorizados por la alta dirección del partido. Esta dirección coloca por delante de esas personas a otra que hasta ese entonces se la consideraba rival político.

A partir de ese instante alcanza el estatus de enemigo y compañero de partido.

Generalmente esos fichajes suelen llegar con prerrogativas negociadas y concedidas. Por ejemplo, ser cabezas de lista y ocupar cargos de relevancia política. Es decir, se han asegurado con la dirección del partido que en los próximos cuatro años se les permita una situación social y económica desahogada. Al tiempo que su imagen podrá ganar valor y protagonismo por los cargos que ostentará. A veces hemos visto que ocurre el caso contrario, es decir, pierde valor y protagonismo a medida que pasa el tiempo.

Las bases perciben estas decisiones con estupor y preocupación. Han sido éstas quienes han optado en su momento por los candidatos. Ahora revocados, desautorizados o cuando menos desplazados. Colocados en un segundo plano en honor de las nuevas figuras mediáticas. Además, se da la circunstancia de que las bases a ese o esa que ha llegado nuevo lo verán con mucho recelo. Se le ha percibido como rival y contrario en muchos casos y  sin hacer mérito alguno dentro del partido. Sin haber estado apoyando acciones de propaganda del partido día a día o los fines de semana o dar apoyo y trabajo al partido a costa de su vida laboral y personal.

Son ellos quienes logran estar a un primerísimo nivel asegurando su acomodo, simplemente por ser una apuesta del líder.

Esto, que pudiera verse inicialmente como algo irrelevante, tiene más trascendencia de lo que a priori pudiera parecer. Dado que el votante y con más fuerza el militante interpreta que por encima de cualquier decisión interna democrática, limpia y transparente impera la decisión y el dedo personalista de un líder. Un líder que ya no atiende ni entiende a las bases ni a los cargos que representan a esas bases. Un síntoma claro de la perdida de valores y también de la ignorancia popular.

 

Rubén Rodríguez.

Fundador de Electocracia.com

Aguado, Ciudadanos, Famosos, PEPU, Podemos, Política, PP, PSOE, Vox

Navarra, donde la fragmentación política se multiplica

Hace unos días, diseñando un cuestionario para las próximas elecciones al Parlamento de Navarra del 26 de mayo, enumeré hasta 10 opciones susceptibles de conseguir un escaño. Son las siguientes, por cierto orden de importancia: UPN, GeroaBai, Bildu, PSN, Podemos, Izquierda Unida (IE), Ciudadanos, PP, VOX y posible escisión de Podemos. A estas, hay que sumar otras fuerzas que, con probabilidad, no obtendrán escaño. A mi entender, salvo error, tendremos el  parlamento autonómico más plural y fragmentado de España.

Imagen: Bandera de Navarra. Fuente: Pinterest.
La actual coyuntura política, unida a las razones históricas y de cruce de identidad, actúan como disgregadores ante un sistema electoral muy proporcional. No es que estos comicios sean una novedad;  en la actualidad ya existen 7 fuerzas parlamentarias.

Navarra puede bien significarse como un pequeño laboratorio de innovación política. Por el Gobierno de Navarra han pasado y han tenido responsabilidad en su gestión las 7 fuerzas parlamentarias  en diferentes momentos de nuestra historia democrática. Algo que les proporciona cierta solvencia.

Y ante este variopinto panorama político cabe preguntarse: ¿Es eficaz y eficiente el sistema político navarro? Desde mi punto de vista, es eficiente en términos de pluralidad y libertad política. La ciudadanía navarra tiene un menú político muy amplio para elegir el plato que quiera. Pero el problema es la posterior digestión,  que no es otra cosa que la administración de las cosas, el gobierno de lo cotidiano.

Con tantas opciones políticas parlamentarias solo son posibles  gobiernos de coalición. Y los gobiernos de coalición son muy reticentes a la hora de desarrollar reformas sobre las políticas públicas por el coste que pueden llevar las mismas. Se precisa de mucha centralidad para gobernar y los tirones que dan las diferentes partes del gobierno no son buenos para desarrollar las políticas adecuadas. Los gobiernos de coalición tienden más a no equivocarse y menos a acertar. Se prefiere no meter la pata.

Pero como dice un amigo mío, ¨con limón, limonada¨. Éste y no otro, es el sistema político que tiene Navarra. Una región europea con un alto nivel de PIB por habitante y con unos ratios altos de cohesión social. La fragmentación política no ha lastrado nuestro desarrollo económico y nuestra prosperidad.

Es decir, el “pluralismo” del sistema político de Navarra no estorba, en demasía, al desarrollo de nuestra sociedad. No diré que ayude a implementar grandes proyectos. Pero el tejido social es lo suficientemente vigoroso para conllevarse con el sistema político. Lo suficientemente rico como para emprender nuevos proyectos de futuro.

Porque, no nos equivoquemos, cada pueblo tiene lo que es. Y el pueblo navarro, nuestro pequeño país, es plural y diverso. Una diversidad política que, una vez desterrado el terrorismo, se vive sin dramatismo, sin desgarro. Y si me apuran con cierta alegría, con colorido.

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D’Hondt es inocente. La circunscripción provincial, no.

DHondt es inocente. La circunscripción provincial, no. Y el voto útil, una semi-falacia.

Desde que se instauró la democracia en España hace 40 años, se repite, de forma machacona, en análisis y conversaciones sobre temas electorales, la siguiente falacia: en las elecciones generales -y también en otros tipos de comicios con este mismo sistema de asignación de escaños- la ley D’Hondt sobreprima a los grandes partidos y castiga a los pequeños, de suerte que, gracias a ella, los primeros consiguen mucho mayor porcentaje de escaños que de votos, mientras que a los segundos les ocurre lo contrario.

En realidad, el sistema D’Hondt de reparto de escaños es una regla muy justa para aplicar el principio de proporcionalidad entre votos recibidos y escaños logrados. Lo que realmente penaliza a los partidos pequeños respecto a los votos obtenidos, en las elecciones a diputados al Congreso, son las circunscripciones provinciales con no muchos diputados en liza. En las demarcaciones electorales provinciales no sirven para nada los sufragios que reciba cualquier partido que no logre superar un cierto umbral porcentual de votos -que suele ser un poco inferior a uno dividido por el número de escaños de la provincia, expresado en tanto por ciento-, listón que es mayor cuanto menor sea el número de diputados de cada provincia. Dicho coloquialmente, son votos que van a la basura. Además, en las elecciones generales en España hay establecido un límite mínimo del 3% de los votos por provincia para obtener diputados, pero en la práctica eso solo tiene importancia en las provincias de Madrid y Barcelona, en las que se lograría un escaño con un poco menos del 3% de los votos, ya que en todas las demás sería en todo caso virtualmente imposible obtener escaños con menos del 4% o 5% de los votos válidos.

Para ilustrar estas afirmaciones de manera rotunda, veamos lo sucedido en las elecciones generales de 2016. En ellas, el partido más votado en cada provincia solamente fue en 14 de ellas el que menos votos necesitó por cada diputado obtenido. En 20, fue el segundo partido en sufragios recibidos el que tuvo el menor coste de todos en votos por diputado, y no el primero. En 13, hubo dos partidos con menos sufragios que el ganador a los que costó menos votos que a éste cada diputado. En dos provincias, el primer partido en votos fue el cuarto partido al que menos votos costó cada diputado. Incluso hubo una provincia en la que a cinco partidos les costó menos votos que al ganador obtener un diputado. Es decir, que en 36 provincias no hubo ningún tipo de prima al ganador por serlo, sino que le costó más en votos cada escaño que a alguno o varios de los siguientes partidos por número de votos.

Si analizamos lo ocurrido con los segundos, terceros y cuartos partidos por provincia (e incluso quintos o sextos, en las provincias donde lograron escaños), ocurre algo similar. En 2016, el segundo partido fue el que menos votos necesitó por diputado en 12 provincias, fue el segundo en 16, el tercero en 15, el cuatro en 4, y el quinto en 3. Por su parte, al tercer partido le costó menos que a ningún otro sacar escaños en 13 provincias, fue el segundo con menor coste en votos por diputado en 15, el tercero en 5, el cuatro en 4, y el quinto en 1 (hubo doce provincias en las que solo lograron escaños dos partidos, casi todas de las menos pobladas, y por ello solo suma 38 el número de provincias en las que hubo al menos tres partidos que lograron diputados). Y de las 24 provincias donde al menos cuatro partidos lograron escaños, al cuarto partido le costó menos sacar diputados que a ningún otro en dos provincias, fue el segundo con menos votos por diputado en cuatro, y el tercero en diez. Esto se puede ver en la siguiente gráfica.

 

Algo muy similar ha sucedido en las recientes elecciones autonómicas de Andalucía de diciembre de 2018. En solo dos de las ocho provincias andaluzas, el partido más votado fue aquel al que más barato -en términos de votos- le ha salió cada escaño, esto es, el que fue más favorecido según la regla D’Hondt. En otras cuatro provincias, el ganador en votos fue el segundo al que menos votos le costó cada parlamentario obtenido. En una, fue el cuarto por menos votos por diputado, y en otra, el quinto. Un caso muy interesante es el de Vox, la fuerza emergente en esas elecciones. Fue la última (quinta) en sacar escaños en siete provincias, y la tercera únicamente en una, Almería, en la cual fue también el tercer partido al que más (y al que menos) le costó en votos cada parlamentario. En las otras siete, en las que quedó en quinto lugar por votos recibidos, Vox cosechó un primer puesto en la clasificación de menos votantes por escaño obtenido (Cádiz), dos terceros puestos (Jaén y Sevilla), dos cuarto puestos (Málaga y Huelva), y dos quintos puestos (Córdoba, Granada). De hecho, a escala global andaluza, a Vox, quinta fuerza política en las elecciones autonómicas de 2018, le costó menos votos que a Podemos (Adelante Andalucía), con más votos totales, cada diputado obtenido. Y al PP, segunda fuerza política en votos y escaños, le costó menos sufragios obtener cada diputado que al PSOE, el partido globalmente más votado.

La conclusión de este análisis de las elecciones generales de 2016 o de las andaluzas de 2018,  es que, una vez que se superan en una determinada provincia los umbrales mínimos que permitan lograr un escaño, el sistema D’Hondt no da ningún tipo de sobreprima a los partidos más votados en cada provincia con respecto a los demás que también logran en ella escaños. Entre aquellos partidos que logran diputados en una cierta provincia, parece esencialmente aleatorio cuál es el partido más favorecido en términos de menos votos por escaño en ella.

La prima a los partidos mayoritarios se debe a las provincias menos pobladas

¿Por qué consigue entonces el partido mayoritario a nivel nacional (o regional, en el caso de los partidos nacionalistas) un mayor porcentaje de escaños que de votos, y a menudo también el segundo? Sobre todo, porque muchos votos de los partidos pequeños se van al sumidero en las provincias en las que no logran ni un escaño. Dicho coloquialmente, acabaron en “la papelera”. Fueron voto inútil. En las elecciones de 2016, más de 1,9 millones de votos, un poco más del 8% de los sufragios válidos emitidos, fueron a parar a partidos en provincias en los que éstos no sacaron escaños. En concreto, solo hubo dos provincias en las que el PP no obtuvo diputados en 2016, y sus votos en ellas se desperdiciaron. El PSOE, por su parte, únicamente no logró diputados en una provincia, en Ceuta y en Melilla. En contraste, hubo muchas más provincias en las que se quedaron en blanco Ciudadanos (en 30) o Unidos Podemos (en 13), y los votos recibidos en ellas no sirvieron de nada. En el caso del PP, además, en 2016, y en otros comicios previos, gozó de una sobreprima por ganar en muchas de las provincias con muy pocos diputados, en las que cuesta menos votos cada escaño. En la siguiente gráfica se aprecia el número de votos que necesitó de media cada partido por cada diputado obtenido en 2016.

 

En la siguiente gráfica se puede ver cuántos votos necesitó cada partido en las elecciones andaluzas de 2018. El número que figura entre paréntesis tras el nombre de cada partido es el número de orden en que ese partido quedó en el cómputo global, por número de votos (PSOE el primero, PP el segundo…). En estas elecciones al parlamento andaluz, casi un 6% de los sufragios emitidos (5,9%), dirigidos a formaciones muy minoritarias -la más votada de las cuales, el partido animalista PACMA, logró casi un 2% de los votos totales-, no se tradujeron en representación parlamentaria. Y reparemos en que, con un 6% de los votos, se habría obtenido un diputado en cada una de las provincias más pobladas: Sevilla, Málaga y Cádiz.

 

Así pues, al César lo que es del César, a D’Hondt lo que es de D’Hondt, y a la provincia como circunscripción electoral lo que es de la provincia. Y si algo hay en el sistema electoral español que sobreprima a los grandes partidos, no es la ley D’Hondt, sino la distribución de escaños por provincias, además del hecho de que, al menos hasta ahora, el PP haya obtenido en general un resultado especialmente bueno en las provincias menos pobladas, aquellas en las que obtener diputados cuesta menos votos en total pero más porcentaje de sufragios.           

El espantajo del (falso) voto inútil y los umbrales de inutilidad por provincia en 2016

Los partidos mayoritarios de la izquierda y de la derecha en España, para disuadir al votante de optar por sus competidores menores en la misma zona del espectro político, suelen emplear el argumento de que dividir el voto de su campo ideológico es facilitar que ganen los del campo opuesto, “porque la ley electoral favorece a los partidos mayoritarios, y optar por otros menores en un mismo campo ideológico es ayudar al enemigo, es exponerse a que gane las elecciones”. Pues bien, como ha quedado demostrado antes, eso es una falacia allí donde los partidos menores logren escaños, al no haber sobreprima sistemática a los que más votos hayan recibido respecto de los otros que también que obtengan representación. Solo es cierto el argumento del “voto útil” en las provincias en las que los partidos menores no tienen opción a escaño, por no llegar al mínimo necesario para lograr uno. ¿Y cuál es ese umbral? Es variable, en función del número de diputados que se eligen en cada provincia, y de la distribución del voto en ella en cada contienda electoral. A modo de ejemplo, la tabla siguiente muestra cuál fue el umbral medio que separó al voto útil del inútil en las generales de 2016, por provincias con un mismo número de diputados. En Madrid y Barcelona, como ya se comentó, este umbral fue inferior al 3% de listón mínimo que establece la ley electoral.

 

Y una consideración final. En futuros comicios generales, en una España en la que ya no rige el cuasi bipartidismo que fue la norma desde 1977 hasta las elecciones generales de 2011, sino que hay cuatro partidos nacionales consolidados y con una fuerza electoral relativamente pareja, y uno más emergente (Vox), además de varios partidos nacionalistas muy votados en algunas CCAA, cabe esperar que se desperdicie un abultado número de sufragios, en especial en las provincias menos pobladas, aquellas en las que se eligen pocos diputados. En las elecciones generales de 2004, 2008 y 2011, con un PP y un PSOE que sumaban una amplísima mayoría de los votos nacionales entre los dos, menos de un 5% de los votos fueron a parar a esa papelera virtual en la que se depositan los votos que no se traducen en representación parlamentaria. En contraste, como se señaló anteriormente, en las elecciones generales de 2016, con un espectro político más fragmentado, más del 8% de los votos fueron inútiles. A mayores, por esta razón, las futuras mayorías parlamentarias nacionales podrían incluso recaer en aquel bloque político teórico (derecha e izquierda nacional) que sufra un menor desaprovechamiento de voto en provincias pequeñas, ya sea por casualidad, o bien por acuerdos pre-electorales “win-win” entre previsibles aliados post-electorales, que reduzcan al máximo el número de sufragios que no conduzcan a representación parlamentaria.

 

Autor:   Alejandro Macarrón Larumbe

Ingeniero y consultor de estrategia empresarial
                  Socio de Otto & Company Strategy Consultants

 

Anexo. Resultados de las elecciones generales de 2016 en algunas provincias, y orden de partidos por menor coste en votos por escaño
(solo partidos que lograron en ellas representación al Congreso)

 

 

Constitución, Ley D`hondt, Ley Electoral, Reparto electoral

Un tripartito españolista o un gobierno de centro

Un tripartito españolista o un Gobierno de centro.

En las elecciones andaluzas no se ha votado únicamente en clave nacional, se ha votado en clave reaccionaria contra unos partidos que desde la llegada de UPyD hace ya más de 8 años, Podemos en las Europeas de 2014, y la irrupción de Ciudadanos en las generales de 2015, no han conseguido cambiar la sensación de burbuja en la que viven principalmente los dos grandes formaciones políticos.

Los resultados andaluces trascienden al eje izquierda-derecha, nuevo-viejo, regeneración-continuismo, arriba-abajo, y otros tantos muchos que han sido palanca de voto en las últimas elecciones.

Estos resultados son la consecuencia de una moción de censura que progresa porque el PP no consigue que Rajoy dimita, y que apuntalan la permanencia de Sánchez en un Gobierno que promete elecciones pero no las convoca, y prefiere ser sostenido por todos los separatistas y Podemos, atrincherándose en el poder.

La fuerte irrupción de Vox, le pasa factura al PP, que pierde 7 diputados pero mantiene un resultado decente y que tampoco cercena las aspiraciones de unos más que buenos resultados de Ciudadanos, pero que pone de manifiesto que la formación de Abascal, más que representar la extrema derecha, representa el extremo cabreo aglutinando el voto de castigo a un sistema que hace aguas.

Se confunden los que piensan que estos resultados, en una de las Comunidades históricas más de izquierdas no se trasladarán al resto de España, incluida Cataluña, País Vasco y demás comunidades.

La clave ahora será ver cómo se presentan las opciones de Gobierno en Andalucía, pero que no se equivoquen de estrategia algunos partidos, si es que ya la tienen y la han estudiado, las únicas opciones posibles para España en los próximos años son las que son, que las resumiré aquí:

  • Mayoría clara del centro + derechas, la suma de PP, Cs y Vox, daría hoy más de 180 diputados.
  • Mayoría probable de la suma de centro más el centro izquierda, es decir Cs y PSOE, con poco más de 176 diputados también podría otorgar una mayoría parlamentaria estable.
  • Mayoría clara bipartidista PP y PSOE, más de 190 diputados.

Malos tiempos para los independentistas, que ya no serían tan decisivos en el conjunto del España. No es Monarquía o República, ni liberalismo vs socialdemocracia, tampoco progresismo vs conservadurismo, y menos aún izquierda vs derecha,  es dejar de incordiar y avergonzar a los españoles, con políticas sociales para las minorías y no para las mayorías, es el basta ya de los currantes, de la clase productiva, de los obreros y de los jefes, de los padres y madres, de los abuelos, de los autónomos y emprendedores, en definitiva, los que asumen cargas, los que “tiran del carro”, que ya están hartos de tanto fraude político, de que no se cumpla la ley, y de que se de más a quien se queja y no hace nada que al que se lo curra y calla.

El panorama político se complejiza al máximo. Hagan juego señores.

 

Autor:  José Manuel San Millán
Fundador de www.electocracia.com 

Elecciones andaluzas, Nuevo Gobierno, Susana Díaz, Vox

Cambios en la demografía electoral de España

Cambios en la demografía electoral desde las Cortes constituyentes

Celebramos ahora los 40 años de la Constitución del 78. Es buen momento para hacer balance. Desde su aprobación en referéndum, entre otros, por el autor de estas líneas a sus 18 añitos, han cambiado muchas cosas en España. Una de ellas es nuestro perfil demográfico, lo que comporta múltiples consecuencias en todos los planos sociales, económicos y políticas. Entre estas consecuencias figuran efectos de mucho calado sobre el censo electoral, y en especial tres grandes cambios:

Muchos menos electores jóvenes y muchos más mayores ahora que en 1979, cuando las primeras elecciones del período constitucional. Además, las personas de más edad votan ahora en mucha mayor proporción que los jóvenes, con lo que su peso electoral real es aún mayor. Y en próximos comicios, todavía habrá más porcentaje de electores jubilados.

Cambios de peso electoral por zonas geográficas. Algunas provincias (doce) han ganado escaños al Congreso de los Diputados desde las primeras elecciones de nuestra actual democracia, por haber aumentado el peso de su población respecto de la total de España, en detrimento de otras provincias (diecisiete). Estos cambios se deben en parte a desiguales saldos entre nacimientos y muertes, y en parte a desiguales flujos migratorios interiores a España, y con el extranjero.

-Hay ya una considerable y creciente masa de votantes potenciales con doble nacionalidad y raíces familiares foráneas, procedentes de la inmigración. Hasta ahora son muy mayoritariamente hispanoamericano, y en el futuro cada vez habrá más de tipo africano-islámico. En 1979 eran poquísimos los votantes de origen extranjero. Los participación electoral de los votantes con doble nacionalidad es menor que la de los españoles autóctonos, pero cabe esperar que vaya aumentando en el futuro, según sigan adaptándose a España.

España ya no es país electoral de jóvenes, sino de maduros y ancianos

Se sigue hablando mucho de “los jóvenes” como segmento electoral de interés prioritario para los partidos en busca del voto, algo que fue muy lógico en las primeras elecciones del período constitucional, en una España repleta de juventud. Pero lo es mucho menos ahora, cuando, por simplificar, somos mucho más un país de “maduros y viejos”. El principal responsable de este cambio es el hundimiento del número medio de hijos por mujer hasta niveles muy por debajo de los necesarios para el reemplazo de la población, y un 50% a 60% inferiores a los que había cuando ascendió al trono D. Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. En promedio, desde 1979, en España hemos tenido un tercio menos de los niños que habrían asegurado el relevo generacional. Y eso, junto con el incremento de la esperanza de vida, ha generado una reducción muy considerable del número de jóvenes en España, un fuerte envejecimiento del conjunto de nuestra población, y una tendencia a la pérdida de población española, inexorable si el número de hijos por mujer sigue siendo insuficiente. En lo electoral, esto ha supuesto asimismo un sustancial envejecimiento del electorado, como se aprecia en la siguiente tabla. Las personas con 43 años o menos eran el 50% del censo electoral en 1979. Ahora, para llegar a la mitad de los votantes potenciales, hay que juntar a los electores de 18 a 50 años.

votantes por edad

Es evidente, vistos estos números, que los votantes jubilados pesan ahora mucho más que los jóvenes en España, tras aumentar su ponderación en el censo electoral más de un 50% desde 1979, y reducirse en un 45% la de los menores de 30 años. El poderío electoral efectivo de los pensionistas se refuerza sobre su magnitud nominal porque, como se comentó en la introducción, suelen abstenerse menos de votar que los electores jóvenes. Y se refuerza de manera adicional porque la edad media a la jubilación en España sigue siendo inferior a 65 años, pese a los cambios legales y los esfuerzos realizados para que se retrase.

Poniendo todo lo anterior junto (los muchos electores mayores de 64 años, el extra de participación de los votantes añosos, y las personas ya retiradas de la vida activa con menos de 65 años), el voto jubilado representaría ya al menos el 30% del total, entre el doble y el triple que el voto de los menores de 30 años. Más aún: en futuros comicios, en cada legislatura, crecerá entre uno y dos puntos porcentuales el porcentaje de votantes jubilados. Y el segmento de españoles que se van acercando a las edades de jubilación, los que hay entre 50 y 64 años, es asimismo muy numeroso, apreciablemente más que hace 40 años. Así pues, aunque la retórica de “los jóvenes” como actor político decisivo sigue muy presente en el imaginario colectivo, para los partidos mayoritarios, con opciones a quedar en primer o segundo lugar, las elecciones difícilmente se ganan o se pierden ahí, sino más bien entre los electores jubilados y senior.

La España que gana y la que pierde peso electoral / poblacional

En el período constitucional ha habido notables diferencias entre la tasa de fecundidad por provincias / regiones, en su atractivo para la inmigración nacional y extranjera, y en su capacidad de retener a su propia población en ella, con el consiguiente correlato en el peso electoral de cada zona geográfica en el conjunto nacional. Por simplificar, la población de España en los últimos 40 años ha tendido a concentrarse en Madrid, el arco mediterráneo, Baleares y Canarias, con provincias especialmente pujantes en materia poblacional como Málaga, Baleares, Alicante, Las Palmas, Murcia o Almería. Todo ello se ha traducido en significativas variaciones del número de diputados al Congreso que se eligen en muchas provincias, de los que 248 (350 menos dos por provincia, uno por Ceuta y otro por Melilla) se distribuyen en proporción a su población de derecho. Entre las elecciones de 1977, cuando España recuperó su democracia, y 2016, 12 provincias han ganado diputados, por haber ganado peso poblacional apreciable en España, y 17 lo han perdido. Las 12 ganadoras, aparte de Madrid y Toledo (esta última, muy probablemente, por su cercanía a Madrid), son todas provincias de la costa mediterránea y sur: Málaga, Baleares, Alicante, Las Palmas, Murcia, Almería, Gerona, Tarragona, Cádiz y Valencia. En cuanto a las provincias que han perdido diputados, todas son del Norte o el interior de España, con una muy llamativa excepción: Barcelona. Un caso extremo es el de Soria. Ha quedado tan despoblada que es la primera provincia que se ha quedado solo con los dos diputados que se asignan sin tener en cuenta la población. Seguidamente se muestran en tablas y en un mapa de España estos cambios.

mapa provincial diputados

Por CCAA, se repite en lo esencial el patrón. Ganan diputados Baleares, Murcia, Canarias, la Comunidad Valenciana, Madrid y Andalucía, aunque no, de manera llamativa, Cataluña. Y pierden diputados  Asturias, Castilla y León, Galicia, Aragón, Extremadura y el País Vasco. Cataluña conserva los mismos diputados que en 1977 porque, si bien Barcelona pierde dos, Tarragona y Gerona ganan uno cada una. Esto es reflejo del hecho de que el peso poblacional de Cataluña en España se ha mantenido aproximadamente constante desde 1977, en marcado contraste con lo sucedido en los cien años previos a la promulgación de la Constitución de 1978. El caso vasco, la otra región de España que, junto con Madrid y Cataluña, más prosperó en los años del desarrollismo franquista -en los cuales, estas  tres regiones registraron crecimientos muy considerables de población y de peso demográfico en España[1]-, es asimismo notable. Desde 1977 hasta ahora la Comunidad Autónoma Vasca ha perdido un séptimo de sus diputados al Congreso, en consonancia con la marcada disminución de su peso poblacional en España en este lapso de tiempo, tras haberlo ganado de forma prácticamente ininterrumpida desde los tiempos de Isabel II hasta la muerte de Franco, y muy en especial durante el franquismo. En los últimos 40 años, en los cuales los habitantes del País Vasco nacidos en España incluso han disminuido ligeramente en número, Vizcaya ha perdido dos diputados, y Guipúzcoa, uno. Y, de no existir el mínimo de dos diputados por provincia y asignarse todos de forma proporcional a la población, la merma de los escaños vascos al Congreso habría sido mayor.

[1] En números redondos, la población de Cataluña creció un 70% entre 1950 y finales de 1975. La del País Vasco, un 90%. La de la provincia de Madrid, un 110%. La del resto de España, solo un 10%.

balance comunidades

En próximos años y legislaturas, si las últimas tendencias no cambian, seguirá habiendo movimientos parecidos de ganancias de escaños por Madrid, las provincias mediterráneas y Canarias, y de pérdidas de representantes al Congreso por parte de las demás provincias del interior, Norte y Oeste de España.

Los nuevos electores: españoles con raíces foráneas

En el actual período constitucional, por primera vez en siglos, España ha pasado a ser un país con mucha más inmigración procedente del exterior que emigración hacia fuera de ella. Los extranjeros llegados a España desde 1978, y sobre todo en los últimos 25 años, han sido más de seis millones netos, los cuales han tenido aquí ya casi dos millones de niños en toral. Al margen de otras consideraciones, en lo electoral, la inmigración se ha traducido en un número creciente de votantes nacidos en el extranjero, que en algunas demarcaciones son un porcentaje ya muy considerable del censo. Y a futuro, contarán cada vez más en el electorado los hijos de inmigrantes, que son aproximadamente un 25% de los niños actuales de España.

Por esta razón, a comienzos de 2018, había ya en España casi dos millones de votantes potenciales nacidos fuera de ella. Además de hijos de emigrantes españoles que han retornado a la patria de sus ancestros, se trata sobre todo de inmigrantes que, al cabo de unos años de estancia aquí, han logrado la nacionalidad española. Una amplia mayoría de esos inmigrantes con doble nacionalidad son hispanoamericanos, que para acceder a nuestra nacionalidad necesitan mucho menos tiempo de estancia legal en España que otros extranjeros. Por otra parte, alrededor de un tercio de los foráneos residentes en España son nacionales de otro país de la Unión Europea, razón por la cual tienen mucha menos propensión que los inmigrantes de fuera de la UE a pedir nuestra nacionalidad, ya que no ganan tanto con ella como los americanos, africanos, asiáticos o europeos no comunitarios. Y aunque hasta ahora parece que estos nuevos españoles se abstienen mucho más que el resto de los votantes en los procesos electorales, cabe prever que sus tasas de participación electoral tiendan a aumentar, según lleven más tiempo viviendo en España, y que la obtención de su favor electoral sea cada vez de mayor interés para los partidos en liza, y mucho más en determinadas provincias y localidades, donde su peso en el censo es ya muy apreciable, como se aprecia de manera aproximada en el siguiente cuadro.

electores nacidos fuera de España

Es bastante común que, en las disertaciones sobre temas demográficos, para realzar la importancia de lo que en ellas se trata, se cite el célebre aforismo atribuido a Augusto Comte de que “en la demografía está el destino”. En materia electoral, no nos atrevemos a llegar a tanto, ya que a todos los partidos de masas les vota gente de todos los segmentos de edad, y de ambos sexos. Pero es innegable que la composición demográfica del electorado por zonas geográficas es uno de los elementos que más cuentan. De hecho, los diversos partidos suelen tener un éxito desigual por franjas de edad y sexos, además de por zonas geográficas. Y en el futuro, también contará cada vez más en qué medida cada partido es favorecido o no por el voto de los inmigrantes y los españoles cuyos padres tienen un sustrato étnico diferente del de la gente española “de toda la vida”.

A modo de ejemplo, en EEUU, en las últimas elecciones legislativas, los blancos votaron en mayoría por los republicanos, mientras los demócratas se impusieron por márgenes que fueron entre aplastantes y abrumadores entre los negros, asiáticos e hispanos. Por ello, conocer bien los perfiles demográficos de las diversas demarcaciones en los procesos electorales (población por edades, sexos, tipología étnica, etc.), y proyectar cómo evolucionarán en próximos años, es un elemento imprescindible para afinar las estrategias preelectorales y electorales de barrio / locales / provinciales / regionales / nacionales. Organizaciones con ese conocimiento demográfico de detalle, como Target Point, o la Fundación Renacimiento Demográfico, que modestamente dirijo, pueden ser de utilidad a estos efectos para quien lo necesite.

Para terminar estas líneas, reiteramos un consejo a los analistas políticos y estrategas electorales. Visto el envejecimiento de España desde 1978-1979, nada de tener una obsesión casi única con “los jóvenes”. Y en su lugar, conviene prestar más atención al voto “plateado” y de edades medianas, que de ellos será cada vez más el reino de los cielos electorales.

 

Autor:  Alejandro Macarrón Larumbe
             Ingeniero y consultor empresarial
            Director de la Fundación Renacimiento Demográfico
Autor de los libros “El suicidio demográfico de España” y “Suicidio demográfico en Occidente y medio mundo”

Demografía, Elecciones, Natalidad

27 de Octubre – "El CIS está perdiendo credibilidad"

27 de Octubre de 2018 – «Un sociólogo de www.electocracia.com  advierte del deterioro de prestigio del CIS»

Escuchen la entrevista realizada a nuestro Director Técnico José Miguel Silva.

https://www.cope.es/programas/la-manana-fin-de-semana/noticias/sociologo-advierte-que-cis-est6a-perdiendo-muchnisima-credibilidad-20181027_283451